La ola de violencia que viven israelíes y palestinos parece encaminarse a un escenario más cruento en Oriente Medio, tras fracasar la misión que encabezó la semana pasada a la región el secretario de Estado norteamericano, John Kerry.
Aunque reconoció el derecho de Israel a defenderse, el diplomático trató de convencer a Netanyahu y Abu Mazen de que vuelvan a sentarse a la mesa de negociaciones.
Pero a pesar de sus esfuerzos, el canciller volvió a fracasar en este objetivo que es una asignatura pendiente del gobierno Obama, más preocupado en la actualidad por la irrupción de los yihadistas del Estado Islámico (EI) que por este interminable conflicto.
Por esa razón, algunos analistas temen que la violencia pueda derivar en una nueva Intifada palestina, tal como ocurrió en 1987 y entre 2000 y 2005, bajo el liderazgo de Yasser Arafat.
La crisis se inició a principios de octubre con una serie de ataques con cuchillo que hasta el momento causaron la muerte de por lo menos 104 palestinos (más de la mitad de ellos agresores) y 19 israelíes.
A esta modalidad se sumó también el uso de automóviles para atropellar a soldados y civiles israelíes.
Los primeros focos de violencia ocurrieron en torno al Monte del Templo en la Ciudad Vieja de Jerusalén.
Para Netanyahu, la crisis actual es consecuencia de la instigación al odio religioso que impulsan la AP y Hamás.
Pero los palestinos consideran que la creciente ola de violencia es el resultado de la frustración de 50 años de ocupación militar israrelí de Cisjordania, tras la Guerra de los Seis Días en 1967.
«La violencia no es denominada como Tercera Intifada, sino como una 'rebelión limitada' por parte de las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI) que paradójicamente recomendaron adoptar una actitud moderada hacia el Gobierno palestino, sugerencia que probablemente no será adoptada mientras la violencia continúe, creando un siniestro circulo vicioso, dijo Arié Kacowicz, profesor de Relaciones Internacionales de la Universidad Hebrea de Jerusalén.
«A diferencia de la segunda Intifada, la postura del Gabinete de seguridad en Israel es más moderada que la de sus políticos, ya que la intención es mantener la violencia en forma limitada, pero en un proceso que puede prolongarse durante mucho tiempo», señaló el analista.
Sin duda, la situación preocupa a Estados Unidos luego del fracaso de las tratativas impulsadas por Kerry que finalizaron en abril de 2014 y que, entre otros puntos, contemplaba la proclamación de un Estado palestino.
Para la Administración Obama, este conflicto continúa siendo un fracaso de su política exterior después de llegar a un acuerdo con Irán por su programa nuclear, bajo la gestión del Grupo 5+1.
Para algunos expertos, las guerras de Irak, Siria, Yemen y Libia, junto la irrupción de los yihadistas del EI (también en el Sinaí) y la inestabilidad de Egipto y Líbano, están creando una nueva situación en Oriente Medio.
A este cuadro se suma el incidente protagonizado entre Rusia y Turquía, luego de que Ánkara derribara un avión ruso que había entrado en su línea fronteriza.
Los recientes atentados de París, atribuidos al EI, y el creciente papel que tomó Rusia para defender al Gobierno sirio de Bashar al-Assad atacando simultáneamente al EI y a los rebeldes al régimen, eclipsaron el conflicto entre israelíes y palestinos.
Hoy, se estima que unas once millones de personas viven bajo el terror del EI, que autoproclamó un califato entre Damasco y Bagdad, para aplicar la versión más primitiva de la sharía (ley islámica).
Sin embargo, Hamás y Hezbolá condenaron los atentados parisinos que dejaron por lo menos 130 muertos y más de 200 heridos.
Más allá de analizar el fenómeno del EI, los expertos se preguntan de dónde viene la actual ola de violencia palestina que parece anunciar el fin de la era de Abu Mazen, debido a la popularidad del líder de Hamás, Ismail Haniyeh, según un informe de «Yediot Aharonot».
La crisis actual no tiene líderes como sí la tuvieron en su momento la primera y segunda Intifada. Tampoco nadie sabe hacia adónde se dirige la violencia que recrudece ante la represión ejercida por el Gobierno de Bibi.
Por el contrario, la tensión aumenta día a día, y los analistas no son para nada optimistas en cuanto al futuro de la región.
«Mientras el Gobierno de Netanyahu no sugiera una salida política, no se ve la posibilidad de un horizonte que aplaque esta ola de violencia que puede escalar en una etapa todavía mucho más cruenta», advirtió Kacowicz.
«Kerry ya divisa el final de sus funciones y parece estar cansado de fracasar una vez tras otra tratando de 'encuadrar el círculo entre líderes testarudos», agregó.