«Vos dirás que la he vivido, y de curda me lamento.
Yo no puedo reprocharte; ya sos grande pa’elegir.
Pero al verte ya maduro, sin amor, hogar ni vento,
como avaro sobre el oro cuando asume sueños muertos,
y el dolor te arroje un cero, preparate pa’morir».
«Mis Consejos» - Héctor Marcó
La letra de este tango es un fiel reflejo de las tensas relaciones entre los gobiernos de EE.UU e Israel tal como se expusieron en las discusiones del Foro Sabán que recientemente se llevaron a cabo en Washington. Los viejos amigos del pasado, que crearon esa relación estratégica tan especial, hoy ven el futuro con ojos diferentes.
Quien más acertó en su descripción fue el conocido periodista judío norteamericano Jeffrey Goldberg cuando trasmitió su impresión de los esfuerzos estadounidenses por auxiliar a Israel a corregir ese peligroso camino por el cual su política intransigente lo está llevando. Recurriendo a una vieja expresión del ex ministro israelí Haim Ramón, Goldberg comparó al liderazgo de Netanyahu con aquellas «ballenas que han perdido su sentido de orientación y se encallan en una playa cualquiera en busca de su propia muerte. Sus amigos tratan de devolverlas al agua, pero ellas se resisten» [1].
Olvidando el protocolo fuera de la sala, John Kerry, canciller norteamericano, detalló extensamente y sin tapujos la farsa de Bibi frente al conflicto con los palestinos. «Netanyahu afirma su apoyo a la solución de dos Estados, pero sus ministros se oponen a un Estado palestino. No se puede fingir. Impedir construcción palestina, demoler sus viviendas e incrementar la población de colonias judías necesariamente crea interrogantes respecto de las verdaderas intenciones de Israel. Israel tiene derecho a su seguridad, pero no a construir en Cisjordania. Por sus colonias, no es claro donde Israel quiere arribar. Ante ese accionar de Israel la Autoridad Palestina (AP) se desmorona día a día. ¿Está Israel preparado ante la posible desaparición de la AP con la consecuente necesidad de movilizar miles de soldados israelíes en Cisjordania? ¿Está Israel dispuesto a combatir la violencia sin la ayuda de la AP? ¿Está Israel en condiciones de otorgar servicios de salud, educación y orden con gastos multimillonarios? ¿Cómo piensa Israel mantener su carácter de Estado judío y democrático entre el Mediterráneo y el Río Jordán? ¿Los palestinos de Cisjordania recibirán derecho a voto o permanecerán como población discriminada? ¿Habrá leyes diferentes para israelíes y palestinos? ¿Cómo creen que responderá la comunidad internacional?». Como mirando directo a los ojos de Netanyahu afirmó: «Si no se hace un esfuerzo serio, seremos testigos de más violencia y desesperación. Un cambio de dirección demanda un verdadero coraje y liderazgo» [2].
Hillary Clinton, ex canciller con grandes posibilidades de convertirse en la reemplazante de Obama en la Casa Blanca, no fue menos punzante y crítica con Bibi en la misma oportunidad. «En estos días, Israel está bajo peligro de ataques de Daesh y terror de cuchilladas, disparos y atropellamientos. Esto es terrorismo y se lo debe detener. Estados Unidos debe estar del lado de Israel pues es importante que continúe como isla de estabilidad en una zona caótica. Pero se debe tener en cuenta que todo gobierno estadounidense, tanto demócrata como republicano, se opone a la construcción de colonias en territorio palestino. ¿Quién puede ser mejor socio para la paz que Mahmud Abbás? Tiene sus problemas, pero la otra posibilidad es Daesh en Gaza y posteriormente en Cisjordania. Entonces, ¿Cuál es la alternativa?» [3].
En esos mismos días, los candidatos republicanos a la presidencia invirtieron todos sus esfuerzos en obtener el apoyo y sobre todo los dólares de Sheldon Adelson, el multimillonario judío íntimo amigo de Bibi. Con ese objetivo evitan, por el momento, toda objeción a las políticas de Israel. No en vano uno de ellos, Donald Trump, multimillonario que no depende del dinero de Adelson, no dejó pasar la oportunidad de enviar serias críticas a Netanyahu en un encuentro de la «Coalición Judía Republicana» (¿¿??). Para el extravagante candidato no sólo los palestinos son culpables del estancamiento de las negociaciones pues él «no sabe hasta cuanto las dos partes quieren la paz, o, si Israel está dispuesto a sacrificar lo necesario para ese objetivo» [4].
Ante estas voces de alarma en boca de norteamericanos, incondicionales aliados, y europeos, amigos no confiables en ojo de israelíes, Bibi aparenta padecer un agudo autismo político. Ese síndrome de quienes viven encerrados en su mundo y son incapaces de comprender lo que dicen, piensan o sienten sus interlocutores. El resultado es un diálogo de sordos.
Haciendo caso omiso de hechos o síntomas irrefutables y delatores, en un video conferencia Netanyahu rechazó las criticas de Kerry afirmando categóricamente que «Israel no será un Estado binacional y que la solución es la creación de un Estado palestino desmilitarizado que reconozca al Estado judío» [5].
El estupor de cualquier persona que está más o menos informada de los acontecimientos importantes de Oriente Medio ante semejante disparate de boca del primer ministro israelí no debe sorprender a nadie.
Tan sólo el día anterior, se informó que la cancillería Israelí, a cargo del mismo Netanyahu, se propone distribuir un documento oficial en nombre del Estado de Israel donde se reclama los derechos a todos los territorios y se expone por primera vez, y con respaldo jurídico, la demanda de legitimidad absoluta y la falta de contradicción con leyes internacionales de la colonización judía más allá de las líneas de armisticio de 1949 [6]. Como una danza yemenita: un paso hacia adelante, dos hacia atrás.
La intención del proyecto de boca para afuera de Bibi para la creación de un Estado palestino se puede constatar con el avance permanente de la construcción judía en Cisjordania. Con más razón todavía, por la magnanimidad con que las autoridades demuestran su identificación con valores judíos en el momento en que autorizan la edificación de nuevas viviendas a residentes de su territorio soberano. En los últimos siete años, la población palestina de Jerusalén bajo soberanía israelí, un 40% del total, recibió sólo el 7% del total de permisos. El 93% restante se le adjudicó al 60% de la población judía de la ciudad.
Estos dirigentes extranjeros demuestran su amistad y aconsejan francamente a Israel sólo por cuestión de intereses de sus gobiernos, inclusive a costa de lidiar frente a una creciente ola internacional de aversión y repudio a la colonización judía de territorios palestinos. Si ese autismo político israelí se convierte en una dolencia crónica, es de suponer que va a llegar al momento en que las sociedades del mundo obliguen a sus líderes a abandonar el escudo de defensa de Israel y los judíos.
Ojalá me equivoque...
[1] «Enfoques de la ansiedad y angustia de la grieta entre EE.UU e Israel en el Foro Sabán»; Chemi Shalev; Haaretz; 7.12.15.
[2] «Kerry alerta de un Estado binacional»; Ynet; 6.12.15.
[3] «¿Abbás no es socio? La alternativa es Daesh»; Ynet; 6.12.15.
[4] «Los judíos de Venus; los republicanos de Marte»; Haaretz; 4.12.15.
[5] «La solución un Estado palestino desmilitarizado»; Walla; 6.12.15.
[6] «Nueva posición de la cancillería. Todo Israel es nuestro»; Arutz 7; 3.12.15.