El pasado martes fue colocada una placa conmemorativa en Varsovia, en el lugar donde Pawel Frenkel, el comandante de la Organización Militar Judía durante el levantamiento del Gueto de Varsovia, cayera junto a sus compañeros hace 69 años atrás, en una batalla contra fuerzas alemanas decididamente superiores.
La impresionante ceremonia militar contó con la presencia del alcalde de Varsovia, representantes del gobierno polaco, el ministro de Educación israelí y el embajador de Israel.
Se trató de un homenaje largamente esperado a uno de los héroes del levantamiento del Gueto de Varsovia: aquel joven que guío la batalla central de la sublevación en la Plaza Muranowski. En esa desesperada batalla por el honor del pueblo judío, la bandera sionista y la bandera polaca flamearon juntas en la azotea del edificio más alto de la plaza como símbolo de la rebelión contra los alemanes.
Dos meses después del estallido de la rebelión, Frenkel y sus combatientes, acorralados por las fuerzas alemanas, libraron el último combate del levantamiento del Gueto de Varsovia, en el número 11 (ahora 5a) de la Calle Grzybowska. Frenkel había sido miembro de Betar, la organización juvenil polaca de Zeev Jabotinsky, y fue reclutado por las milicias pre-estatales clandestinas de Israel, Etzel, la cual había establecido una red de células clandestinas en la Polonia de preguerra.
Sin embargo, ¿quién ha oído hablar de él?; ¿por qué su nombre ha sido olvidado o deliberadamente borrado de las páginas de la historia?
En los años anteriores al establecimiento del Estado de Israel, y durante casi 20 años a partir de entonces, el Partido Laborista ha controlado ampliamente la educación y ha ejercido gran influencia en la formación de la memoria colectiva. Nunca fue de su interés el reconocimiento de los combatientes del levantamiento del Gueto de Varsovia, quienes habían sido seguidores de Jabotinsky.
El Partido Laborista adoptó de buen grado aquella narrativa de la sublevación traída a Israel por Itzjak «Antek» Zuckerman y Tzivia Lubetkin, sobrevivientes de la Organización Judía Combatiente, dirigida por Mordejai Anielewicz; narrativa que otorga poco protagonismo al papel desempeñado por Frenkel y sus seguidores.
En una carta fechada en mayo de 1945, enviada por Zuckerman y Adolf Berman, líder del movimiento de resistencia clandestino del Gueto de Varsovia, desde la Varsovia bajo ocupación alemana hacia Londres a través de los canales de la resistencia polaca, se sembraron las semillas de la narrativa políticamente correcta del alzamiento.
«La lucha en el Gueto de Varsovia, y en otros guetos y campos, fue iniciada, organizada y ejecutada por nuestras organizaciones, y ante todo, por los movimientos juveniles y obreros del Partido de los Trabajadores de la Tierra de Israel», escribieron.
Dieciséis años más tarde, en el testimonio que dieron durante el juicio a Eichmann sobre el levantamiento del Gueto de Varsovia, Zuckerman y Lubetkin no hicieron ninguna referencia al rol desempeñado por la Organización Militar Judía en el levantamiento. Su narrativa se ha enseñado durante años en las escuelas israelíes; se ha integrado a la memoria colectiva de Israel y a la del mundo en general, y es la que se exhibe en el Museo de Yad Vashem, en Jerusalén.
«Quien controla el presente controla el pasado», escribió George Orwell en su novela 1984. Aquellos que controlaron el presente en Israel durante muchos años, manipularon la historia del levantamiento del Gueto de Varsovia de acuerdo con sus objetivos ideológicos.
Se ha sugerido recientemente que el papel desempeñado por Marek Edelman en la rebelión no había obtenido pleno reconocimiento en Israel. Edelman era miembro de la Organización Judía Combatiente de Anielewicz, que luchó valientemente en el área de talleres de los fabricantes de cepillos durante el levantamiento. Pero él había sido miembro del Bund antisionista, socio principal en la organización de Anielewicz, y el crédito principal por el levantamiento se había otorgado en Israel naturalmente a los grupos sionistas que componían aquella organización.
Edelman, bundista hasta su muerte y un feroz opositor del movimiento de Jabotinsky, dejó que sus inclinaciones ideológicas prevalecieran cada vez que le tocaba referirse al levantamiento. A lo largo de los años, no perdió oportunidad de negar que Frenkel y sus combatientes hayan contribuido significativamente en la sublevación del Gueto de Varsovia. Ellos no eran más que «una banda de porteros, contrabandistas y ladrones», expresó Edelman alguna vez. Bundistas o sionistas socialistas, nada de eso importaba a la hora de borrar a los combatientes de Pawel Frenkel en el Gueto de Varsovia.
Emanuel Ringelblum, un sionista marxista que relató la vida en el Gueto de Varsovia, quedó impresionado por la precisión y la posición militares con las que se encontró durante su visita al cuartel general de Frenkel en el número 7 de la Calle Muranowska; sin embargo, destacó que la ideología del movimiento era similar al «fascismo de estilo italiano».
Cierto rencor basado en diferencias ideológicas impidió la unión de las dos organizaciones clandestinas en el Gueto de Varsovia, y tuvo su prolongación después de la guerra en los intentos por manipular la narrativa del levantamiento de acuerdo con objetivos políticos particulares.
Pawel Frenkel y sus combatientes fueron las víctimas de aquella pretensión de control sobre el pasado.
Ya es hora de dejar las cosas en claro.
Traducción: www.israelenlinea.com
Notas relacionadas:
El Holocausto arquetipo de memoria
El Holocausto no es cuestión de opinión
Sí… Otra vez con el Holocausto