Adam Stein fue un famoso ilusionista judío del Berlín de los años '20 que sobrevivió al Holocausto, aunque las enormes secuelas psicológicas, producidas durante su cautiverio, propiciaron su ingreso en un psiquiátrico de Israel.
Ahora sin presente ni futuro, trata de cerrar las heridas del pasado en esta institución, aunque la llegada de un pequeño superviviente de los campos de exterminio le hará revivir las constantes humillaciones sufridas a costa del sádico comandante de las SS Klein.
«Adam resucitado», es una coproducción alemana-norteamericana-israelí sobre los horrores perpetrados por el nazismo en los campos de concentración dirigida por Paul Schrader, cineasta de culto cuya reputación como guionista y escritor le otorgaron un lugar merecido en la historia del séptimo arte.
Schrader lleva a la gran pantalla la novela del periodista y escritor hebreo, Yoram Kaniuk, sobre la conexión surgida entre dos supervivientes de la Shoá en el Israel de los años '60: un veterano actor e ilusionista, que vivió la fama de su profesión en la década de los años '20 en Berlín y su confinamiento en un campo de concentración en los años posteriores, y un niño devorado mentalmente por el mismo bastardo nazi que le maltrató a él en su cautiverio.
Las dos víctimas fueron obligadas a comportarse como un perro en presencia de las autoridades nazis del campo, consecuencia de un juego sádico y diabólico del comandante Klein y ahora, en el presente, Adam Stein intentará ayudar al niño a recuperar su identidad y su equilibrio emocional.
Tremendamente polifacético sería una manera de etiquetar a Jeff Goldblum, y es que le hemos visto en un sinfín de papeles como «La mosca» o «El misterio de la pirámide de oro». Ahora encarna a un traumatizado ilusionista, superviviente de un campo de concentración nazi, que vive recluido en un manicomio.
Convirtiéndose en el antagonista de la narración tenemos al célebre Willem Dafoe que fue nominado en dos ocasiones a los Oscar. También encontramos a otro prestigioso actor británico, Sir Derek Jacoby.
«Adam resucitado» es una variación bastante poética de un hecho real, donde el escritor de la novela, Yoram Kaniuk, al hablar con varios supervivientes del Holocausto que viven intentando superar sus traumas, escuchó que había un muchacho que se creía un perro y se comportaba como tal. De ésta manera se le ocurrió la idea para escribir su libro.
El director Paul Schrader da señales de vida con la imperiosa necesidad de hacerse ver y notar. «Adam resucitado» explora la fina línea que separa la cordura de la demencia en el contexto de un perpetuo síndrome post traumático.
El director-guionista susurra las cicatrices infectadas aún de la Shoá con la excusa de un manicomio en el que se ahogan, de manera muy procaz y estrambótica, el peso traumático de los recuerdos de la masacre. Es decir, un exorcismo cubierto a medio camino entre lo poético y lo abiertamente delirante.
«Adam resucitado» es, desde todo punto de vista, una película histriónica, que se propone transgresora y se postula provocadora, pero se queda, en el mejor de los casos, en desconcertante.
Schrader enseña su cara más aparatosa, más exuberante y menos contenida. «Adam resucitado» proyecta espejismos de gran cine, píldoras de una reflexión lúcida y demoledora sobre el lastre emocional que arrastran las víctimas de la sinrazón. Pero son eso, espejismos, islas desiertas de audacia en el caos.