El Parlamento - Knéset - de Israel electo el 22 de enero es el que tiene mayor cantidad de mujeres desde la creación del Estado: 26 de un total de 120 diputados, cinco más que en el saliente. La mitad son caras nuevas.
Especialmente simbólico es el partido de izquierda Meretz, en el que la mitad de sus representantes parlamentarios - 3 de 6 - son mujeres, entre ellas la jefa de la facción, Zehava Gal-On. Otras dos mujeres están al frente de partidos: Shelly Yachimovich en el laborismo y la ex canciller Tzipi Livni en Hatnuá.
En el partido Habait Haiehudí, se destaca una particularidad muy especial: en medio de numerosos diputados religiosos, hay una mujer secular - Ayelet Shaked - y otra muy secular - Orit Struk -, residente en la comunidad judía de Hebrón y madre de 11 hijos.
Otro récord lo bate la sorpresa de las elecciones, el nuevo partido Yesh Atid del ex periodista Yair Lapid, hace un año inexistente y hoy ya activo como la segunda fuerza política de Israel. De 19 escaños que ganó, casi la mitad - ocho - son mujeres, todas ellas rostros nuevos en la Knéset, aunque algunas ya conocidas en diferentes ámbitos de la vida pública israelí, como la hasta ahora alcaldesa de Herzlía, Yael German, y la Dra. Ruth Calderón, experta en Talmud.
El laborismo, encabezado como ya se mencionó por una mujer, contará con cuatro diputadas entre sus 15 escaños. Todas, menos la jefa misma, son nuevas; entre ellas una conocida ex periodista, Merav Mijaeli, y Stav Shafir, una de las figuras famosas como líder de las protestas sociales que conmovieron a Israel durante el verano de 2011, que será además, con 27 años, la diputada más joven del Parlamento.
«Las mujeres podemos hacer todo; de eso no tengo duda», aseguró Shafir.
«A veces siento que hombres se preguntan quién soy yo para entender de economía o cosas similares. Siento claramente lo que significan sus miradas: ¿Qué hace aquí esta jovencita, y encima pelirroja, y encima líder de la protesta social», relató Stav. «Pero no importa… aquí estoy… y lograré aportar con mi trabajo, que no tiene por qué ser menos que el de cualquier hombre».
«No hay que votar a una mujer porque sea mujer, sino porque es capaz de ejercer un cargo», comentó.
En el Likud Beiteinu, el partido del primer ministro Binyamín Netanyahu y el ex canciller Avigdor Liberman, serán siete las mujeres entre sus 31 diputados. Aquí todas son ya conocidas del periodo parlamentario anterior. Dos de ellas son ministras en el gobierno actual, Limor Livnat y Sofa Landver.
Entre los 11 escaños de los partidos árabes o árabe-judíos, la diputada Hanín Zoabi es la única representante del sexo femenino. Es miembro del partido Balad, una parlamentaria que despierta serias discusiones y grandes polémicas, y que en la Knéset saliente fue foco de grandes debates. La Comisión Electoral Central aceptó una demanda que pedía descalificarla de su participación en las elecciones por haber viajado a bordo del navío Mavi Marmara en la flotilla turca que hace casi dos años trató de violar el bloqueo marítimo a la Franja Gaza, pero la Corte Suprema abolió dicha decisión.
La posición de la mujer en Israel es ambivalente. Ha alcanzado muy grandes logros no sólo porque la legislación determina en forma categórica que todo tipo de discriminación está prohibida, sino también por los cargos a los que ha llegado y la forma en que ella se destaca en diversas áreas del quehacer nacional. Pero hay quejas sobre salarios desiguales en los mismos roles a hombres y mujeres.
Cuando Golda Meir se desempeñaba como primer ministro de Israel - la primera mujer en su país y la tercera en el mundo en ocupar dicho cargo, a comienzos de los años '70 - se elogiaba su firmeza de modo muy singular y simbólico: «Es el único hombre del gabinete con los pantalones bien puestos», solía decirse.
Para muchas mujeres, claro está, el supuesto elogio era una verdadera ofensa.
Ninguna otra mujer llegó luego al máximo cargo al frente del Ejecutivo israelí. Pero al menos en el nuevo Parlamento la representación femenina aumentó considerablemente.
Cabe esperar que ello aporte no sólo a la legislación en pro de la mujer, sino a una sensibilidad social necesaria para lidiar con no pocos desafíos que aún hay que resolver.
Fuente: El Universal