Imprimir

Manchar Israel; manchar la Torá

jaialEstimados,

Pocas cosas nos irritan más a los israelíes laque la exención del servicio militar para los judíos ultraortodoxos, una prerrogativa que tiene su origen en el nacimiento del Estado judío, en 1948.

Los haredim,una pequeña minoría entonces, fueron excluidos de la obligación de alistarse para que siguieran dedicando su vida a la oración y el estudio de la Torá, pero en la actualidad representan más del 10% de los ocho millones de habitantes del país y son la comunidad con mayor tasa de natalidad.

El anterior Gobierno Bibi, en el que no estaban representados las facciones ultraortodoxas, aprobó una reforma legal para incorporar al Ejército de forma progresiva a los estudiantes de las yeshivot o seminarios rabínicos de esas comunidades.

Quien no acudiese al llamamiento a filas se enfrentaría a penas de cárcel. La nueva normativa tendría que haber entrado en vigor en 2017, pero el Parlamento la aplazó hasta 2020 y, de hecho, la vació de contenido al otorgar al ministro de Defensa la potestad de dispensar del alistamiento militar obligatorio a los reclutas ultrarreligiosos.

En un nuevo ejercicio de oportunidad política, Bibi salvó así su actual coalición ultranacionalista religiosa en el poder, en la que están integrados los ultraortodoxos de Iahadut HaTorá y Shas, cuyos 13 votos sumados son clave para conservar la ajustada mayoría de 61 diputados en una Cámara de 120 bancas que sostiene Netanyahu.

Los sectores laicos y tradicionalistas de la sociedad israelí, que cargamos sobre nuestros hombros el peso del servicio militar en plena ola de violencia con los palestinos, rechazamos la perpetuación de los privilegios de los haredim, que manchan de vergüenza a israel y a la Tora al diferenciar entre sangre y sangre.

Una encuesta del Instituto para el Pluralismo Religioso citada por el diario «Haaretz» reflejó que el 76% de los judíos israelíes está en contra de la reforma legal del servicio militar, un porcentaje que se eleva al 82% entre los no ultraortodoxos.

Nuevamente Netanyahu prefirió sacrificar la unidad popular, necesaria más que nunca en estos momentos de suma tensión social y nacional, sólo para conservar el poder.

La juventud, cansada de soportar todo el peso de servicios y obligaciones para mantener a los ultraortodoxos, habrá de pasarle factura.

¡Buena Semana!