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¿Rottweiler o caniche?

Estimados,

Bibi no afloja. Es cierto que se dignó a tratar con EE.UU con el objetivo de que el acuerdo provisional firmado por el Grupo 5+1 e Irán acabe en un pacto definitivo que incluya su exigencia de que a Teherán se le prohiba enriquecer uranio. Pero aunque envió a Washington a un equipo de altos funcionarios, mantiene su tono desafiante.

Durante el encendido de las velas de Jánuca frente al Muro de las Lamentos, insistió en que su prioridad es evitar que Irán consiga un arma nuclear. «Si es posible, preferimos los medios diplomáticos, pero si no, 'iluminaremos' a las naciones», aseguró sacando pecho y aludiendo al principal símbolo de la festividad.

Con esa estrategia, Bibi sigue arriesgando deteriorar cada vez más su relación con la Casa Blanca y a dejar a Israel relegado al apartado de aliados incómodos y difíciles de tratar.

La luna de miel duró demasiado poco. Ya en 2012 los esfuerzos de Netanyahu para que Obama se sumara a un ataque preventivo a Irán llevaron a largos desencuentros y disputas.

La visita del presidente norteamericano a Israel, el pasado marzo, pareció quitar un poco la sal de las heridas y acercar posiciones. Bibi incluso aceptó reanudar las tratativas con los palestinos, ante la insistencia de Obama y Kerry, asumiendo una inédita concesión que le costó perder apoyo en su Gobierno y en su partido: liberar a 104 terroristas palestinos, la mayoría condenados por asesinato de civiles inocentes.

Su intensa campaña de advertir en público, con cara de rottweiler, de que un acuerdo provisorio con Irán - en el que se le permita seguir enriqueciendo uranio - sólo le facilitará conseguir la bomba nuclear, fracasó. ¿Se habrá percatado Bibi de que no es tan influyente en Washington como creía?

«Hay un serio empeoramiento en las relaciones entre Israel y EE.UU. Llegamos a niveles de tensión que no vimos antes», afirmó el nuevo líder de la oposición, el laborista Itzjak Herzog, respondiendo a la propuesta del canciller Liberman de «buscar nuevos aliados». «¿A quién recurriremos?, preguntó, «¿a Moldavia?

«¿En momentos de urgencia llamaremos a Putin o a Obama?», interpeló el ex primer ministro israelí, Ehud Olmert. «El Gobierno de Netanyahu declaró la guerra a EE.UU. Se trata de un error estratégico que puede costarnos muy caro. Tratar de poner al Congreso en contra del presidente es una verdadera irresponsabilidad», aseguró.

En las altas esferas del Gobierno hebreo preocupa en demasía la posibilidad de que Israel está siendo colocado en el rubro de aliados incómodos cuyas exigencias Obama oye pero no atiende, como Arabia Saudita, con quien comparte una seria desconfianza hacia el creciente poder de los ayatolás.

«Durante décadas, Israel se enfrenta a los socios terroristas de Irán: Hezbolá, Yihad Islámica y Hamás. Desde esa perspectiva, un acercamiento entre Teherán y las potencias mundiales, sin un cambio profundo del régimen iraní, es como si EE.UU hubiera presentado su renuncia al cargo de 'protector del mundo'. Más de una potencia deseará ocupar su lugar», explicó el profesor Itamar Rabinovich, ex embajador de Israel en EE.UU y ex presidente de la Universidad de Tel Aviv.

Varios ministros en el Gobierno de Bibi no alcanzaron a digerir que Obama firmó en dos meses dos acuerdos con dos países antagónicos dominados por regímenes no democráticos - el desarme químico de Siria y la congelación del programa nuclear de Irán - e insista en ignorar las advertencias que el Ejecutivo israelí considera fundadas y legítimas.

«El Irán chiíta tiene una ideología apocalíptica: considera infieles a todos los musulmanes sunitas y sus dirigentes llaman una y otra vez a la destrucción de Israel», agregó Rabinovich.

No obstante, para reforzar la alianza entre Israel y EE.UU, y para disipar dudas, los ejércitos de ambas naciones mantendrán un gran ejercicio militar conjunto dentro de seis meses. Será justo cuando se acabe el plazo del actual acuerdo provisional con Irán.

Para entonces veremos si Bibi aparece con cara de rottweiler o de caniche.

¡Jag Sameaj y Buena Semana!