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«Hay que saber la verdad sobre Israel y Hamás»

Dr. Miguel Glatstein Al Dr. Miguel Glatstein (41), subdirector del Servicio de Emergencia Pediátrica en el Hospital Dana para niños, en el Centro Médico Ijilov de Tel Aviv, lo conocimos recientemente, durante la guerra entre Israel y Hamás.

Glatstein trabaja en lo suyo desde hace años, pero la particularidad de la situación por la que le solicitamos esta entrevista es que mientras en Israel continuaban cayendo cohetes disparados desde de Gaza, él seguía atendiendo, como siempre, a niños palestinos de la franja que reciben tratamiento médico en Israel.

Sobre eso principalmente, entre otras cosas, conversamos con este médico de origen argentino, que también tiene a su cargo además todo lo relacionado a Toxicología Infantil.

Nació en Buenos Aires y siente que con su trabajo cumple una misión. Y en realidad, no es la primera vez que lo hace. Al recibirse en Argentina en 1998, sintió que quería hacer algo diferente de lo común, viajó a Africa, luego Turquía, y fue parte de la organización israelí «Médicos por los Derechos Humanos».

Luego llegó a Israel, decidió quedarse en el país, hizo aquí su residencia, conoció a quien se convirtió en su esposa, israelí, y con ella viajó a Vietnam a trabajar, luego hizo un fellowship en Canadá y hace tres años volvió a Israel.

Tiene tres hijos, de 6, 5 y 1 año y 20 meses.

- Afuera quizás esto sorprenda, pero en Israel es lo más normal del mundo: la rutina de la guerra no ha alterado la llegada de niños palestinos de la Franja de Gaza a recibir tratamiento médico en Israel. ¿Cómo funciona este tema?

- Este es un hospital público, no se le cobra a nadie nada. Atendemos a chicos de todos lados, a israelíes y a quienes vienen de Eritrea o Sudán, por ejemplo, que ahora están llegando mucho. Hace varios años atendemos a chicos de Gaza especialmente en enfermedades crónicas, como oncológicas. Vienen siempre por la emergencia; les hacemos el ingreso, la historia clínica y los atendemos. Por día vienen aproximadamente unos cinco chicos de la franja, y la mayoría son internados en la sala de Oncología.

- ¿Cómo es el ritmo? ¿Todos los días llegan estos niños palestinos?

- Todos los días. Ahora, durante el conflicto, hay un poco menos, pero también hay. Es más, la mayoría de los chicos que son atendidos en Oncología son de Gaza. Hay más o menos 40 o 50 chicos, y entre el 50% y 70% de los internados en el servicio de oncología son de la franja.
 
- ¿Ha habido algún problema por la guerra?

- En absoluto. Ninguno, ni con los chicos ni con los padres. El hospital de Gaza, que tiene muy buenas relaciones con nosotros, nos los manda. Eso el mundo no lo sabe. Pero te diré que nosotros estamos muy orgullosos de todo esto, que sé que es un poco difícil de entender. Los vamos a seguir atendiendo; hay muy buena relación con los padres, son internados en las mismas salas con los chicos israelíes, los atienden los mismos trabajadores sociales, enfermeros y médicos, algunos israelíes y otros árabes. Eso también hay que mostrárselo al mundo: la mayoría de la gente de los dos pueblos, no quiere guerra, quiere paz.

- ¿Te parece que todo sería más fácil si la paz dependiera de los pueblos, no de los gobernantes? No sé si es tan sencillo, aunque suene bien.

- Es un problema muy importante el de los líderes. Nosotros también somos críticos con los líderes nuestros, no hay que ser hipócrita, pero tampoco hay que mentir: Hamás es un grupo extremista musulmán de derecha, no quiere la paz. Esta no es una guerra de independencia; si lo fuera habría mucha gente apoyándolos; es una guerra para matar al infiel, que puede ser judío o cristiano. Ellos no usan el dinero que reciben de Qatar para mejorar la vida de la gente; quieren siempre tener a la población en la máxima pobreza, en el peor estado, para señalar a Israel como culpable.

- Y esta aclaración, entiendo que la haces desde la postura de alguien que no necesariamente está de acuerdo con su propio gobierno…

- No soy pro gobierno, también soy crítico. Pero el mundo tiene que entender y apoyarnos en la lucha contra Hamás, porque Hamás no quiere la paz. El mundo tiene que presionar más al Gobierno de Israel para que pueda hacer paz. Pero si en el mundo no se dice también que la máxima culpabilidad es de Hamás, que es el principal factor que aumenta tanto la violencia en la región, cada vez va a tener más fuerza.

No hay que olvidar que los Acuerdos de Oslo se destruyeron por los atentados terroristas de Hamás contra decenas de autobuses y civiles. Eso también cambió mucho la opinión pública en Israel, porque la mayoría de la gente acá quiere vivir en paz y cree en dos Estados, pero también es verdad que ya no tiene muchas esperanzas.

No digo que no hay problemas por parte de Israel, pero el mayor culpable es Hamás, que no quiere paz, lanza misiles, hace túneles para matar gente inocente en jardines de infantes, en colegios. A quienes viven fuera de Israel siempre le interesa hablar de Israel, pero entre Israel y Hamás hay años luz. Acá es una democracia, acá la gente no apoya matar civiles, acá si la gente pensara que se mata civiles a propósito habría una crítica muy fuerte, hay medios de comunicación, hay una Corte Suprema.

- Volvamos a los niños que atiendes aquí. ¿Quién paga por su tratamiento?

- La verdad es que no sé detalles. Pero a nosotros no nos importa.

- ¿Quieres decir que si no hay algo cubierto igual los atienden?

- Sí, exactamente. Hubo casos que los cubrimos igual nosotros.

- ¿Cómo funciona en la práctica?

- El hospital de Gaza, Al Shifa, manda una carta pidiendo internar a los chicos; se firma la autorización; pasan por el puesto de Erez que conecta Gaza con Israel; ahí está la Cruz Roja; pasan los chicos y llegan con los padres a nuestro hospital con los permisos. Se hace el tratamiento y vuelven a Gaza; si tienen que volver al hospital, vuelven. En las últimas semanas hubo chicos que no volvieron a seguir el tratamiento porque Hamás no les dio permiso.

- Deja a esos niños en una situación muy problemática…

- Por supuesto. Necesitan tratamientos crónicos, muy caros, y lamentablemente el hospital Al-Shifa no tiene los recursos. Si en vez de invertir dinero en túneles o misiles se hubiese trabajado en mejorar la calidad de vida, la gente de Palestina estaría mucho mejor. Tú eres periodista y sabes mejor que yo: si los palestinos dieran mensajes de querer paz, de mejorar la vida en Gaza, el bloqueo se habría terminado. El bloqueo es por armas, por misiles, es verdad, pero igual compran misiles y tienen armas cada vez mejores. Pero hay que ver por qué hay un bloqueo.

- ¿Qué sientes tú, que tratás a niños palestinos de Gaza, cuando oyes que hay quienes también en América Latina dicen que Israel está cometiendo un genocidio en la franja?

- Mucha bronca por la irresponsabilidad, la ignorancia de la gente; está incluido el antisemitismo de la izquierda que no es izquierda, porque los máximos grupos de izquierda de América Latina apoyan a Irán, a Hamás, a Hezbolá, que son grupos de derecha, no democráticos, no socialistas. Ellos tendrían que hacer también una autocrítica.

¿De qué genocidio me están hablando? ¡Si los médicos tratan a los chicos palestinos igual que a los israelíes!

- ¿Cómo es la relación de ustedes con los colegas palestinos en Al-Shifa? Recordemos que se dice que en el sótano del hospital se esconden los líderes máximos de Hamás.

- Es lo mismo de la hipocresía que te decía antes. La hipocresía de hablar de que siempre es Israel el culpable y no decir la verdad. Los mismos profesionales del hospital allí podrían, así como yo critico a veces a mi gobierno, criticar a su gobierno por esconderse dentro de los hospitales, por lanzar misiles desde lugares públicos como hospitales y colegios. Da bronca tratar de explicar al mundo qué es lo que está ocurriendo; si en el mundo se dijera la verdad habría una crítica muy fuerte contra Hamás y quizás esto no pasaría cada dos o tres años.

- ¿Cómo es la relación profesional con los colegas de Al-Shifa?

- No tenemos mucha relación, los que más tienen quizás son las personas de Oncología. Nosotros, en emergencia, recibimos a los chicos, tenemos relación muy buena con los padres y con los chicos. No se habla de política; los padres vienen, los atendemos como a cualquier chico, están en la cama con otros chicos también sin ningún problema.
 
- ¿No surge nunca el hecho de que es medio surrealista esta situación? Aunque no hablen directamente de política la situación nos envuelve a todos, ¿surge en algo?

- No; lo único que le pregunté a un padre , cuando empezó la guerra, es: «¿qué hacemos ahora?, ¿otra vez?», y el padre me contestó: «Alá va a arreglarlo». Le hice un chiste: «Si seguimos esperando todo de arriba no vamos a estar ni tú ni yo», y se rió.

- ¿Se da alguna relación entres padres de chicos palestinos e israelíes que están internados?

- Creo que sí hay alguna relación, lo he visto, no hay ningún problema, nunca hubo un problema. Los he visto conversando.

- ¿Qué te inspira cuando ves a los chicos de Gaza aquí internados?

- Primero, me da alegría poder ayudarlos. Pero también me da tristeza pensar que la gente quiere vivir en paz y que en Gaza están gobernados por Hamás, que sólo busca destrucción. Soy de la idea que Israel tiene que tratar la vía diplomática hasta las últimas consecuencias. Y eso es responsabilidad de mi gobierno; tiene que ir al mundo a decirle que quiere optar por la vía diplomática; tiene que haber también un cambio en nuestra mentalidad.

- Pero en esta guerra no había otra al parecer.

- No había otra, es cierto, pero por otro lado siento que no se hizo lo suficiente para poder hablar con Abu Mazen, de la Autoridad Palestina. Quizás no es lo mejor que hay para hacer la paz, pero es de lo mejor que tenía el pueblo palestino.

- ¿Conoces a mucha gente de la zona aledaña a Gaza, el blanco principal de los cohetes?

- Sí; mi propia hermana vive en el sur, en Ashdod. Sufrió mucho con todo esto. Y te diré que mi mujer sufrió mucho acá en Tel Aviv. Es la típica israelí que no le interesa la política, simplemente quiere que haya paz, que los palestinos tengan un país, que no nos molesten, que ella pueda llevar a los chicos al jardín sin problemas. Ella estuvo muy, muy estresada con todo esto. Y eso que fue en Tel Aviv, que caían uno o dos misiles por día. Eso fue bastante grave.

- ¿Cómo es en una casa con tres chicos cuando suena la alarma?

- A veces yo no estaba, porque me encontraba en el hospital. Ella se sentía muy nerviosa porque estaba en el departamento de Tel Aviv, que son edificios viejos que no tiene un cuarto de seguridad. Entonces tenía que bajar rápido al sótano con los tres chiquitos, correr, se ponía muy nerviosa, tenía miedo de dormirse mientras yo no estaba en casa. Eso para ella fue muy traumático.

- ¿Y cómo era el ambiente aquí en el hospital? ¿Me puedes describir la dinámica que se desarrolla cuando empieza a sonar la alarma?

- Tenemos que sacar a todos los chicos, a todos, judíos y árabes, y pasamos a la habitación que está detrás de la emergencia con las camas y con todo. Hubo muchas veces que tuvimos que sacar chicos a los que les estábamos haciendo tratamientos muy importantes, tuvimos que parar el tratamiento y sacarlos. Tuvimos un caso en el que le estábamos haciendo resucitación a un chico y nos quedamos en la emergencia, no salimos.

- Qué situación...

- Es muy difícil; la gente tiene que entender que también aquí la gente sufre mucho.

- ¿Qué relación personal se desarrolla con los padres, con los niños? ¿Qué sientes por ellos como pacientes?

- Me da lástima, primero por las enfermedades que tienen, que son muy graves. Después los padres la verdad que se comportan muy bien en el hospital, nunca hubo ningún problema; son gente humilde, culta, muy sencilla. Me da lástima que no pueda haber un mejor futuro para ellos.

- ¿Te parece que ustedes logran tocar corazones?

- Creo que eso mejora, porque nos conocen, nos ven, y quizás cuando vuelvan a la casa puedan contar cómo los tratamos.

Fuente: Semanario Hebreo de Uruguay