La ecuación Irán-Hezbolá-Al Qaeda-Hamás no se sostiene ni como propaganda de bajo nivel. Al Qaeda ha tenido muy escaso predicamento en la sociedad palestina de Gaza y Cisjordania, porque esta no está interesada en emiratos islámicos; prefiere un Estado nacional propio.
Bien, podemos partir de los siguientes supuestos, con los datos de que disponemos: Bin laden murió, tal como han apuntado los medios de comunicación de todo el mundo; murió en Pakistán, en una zona muy residencial cercana a la capital y no totalmente desprotegida y dejada de la mano de Dios.
Debemos ser cautos a la hora de competir en el probable cúmulo de rumores, leyendas urbanas y preguiones cinematográficos que ya se están redactando. Por ello, quizá pueda tener cierta utilidad hacer otra cosa: intentar fijar algunos criterios para ir haciendo el balance de esta década Bin Laden.
En efecto, casualidad o no, estamos en el 2011, y dentro de pocos meses se cumplirá el triste décimo aniversario de los ataques a las Torres Gemelas de Nueva York.
¿Cómo hacer un balance de esta década?
Ante todo, por ejemplo, se puede intentar valorar si Bin Laden triunfó o fracasó en relación con sus autoproclamados fines, es decir, con el programa que anunció en su día y con el cual se vino prodigando de más a menos en los últimos años.
¿Cuánto hace de sus últimas imágenes recientes vivo? Mucho tiempo. ¿Y de sus últimas amenazas? Bastante. ¿No se prodigaba por prudencia o porque no tenía mucho más que decir al ser su discurso tan reiterativo y previsible como intemporal? Quizá ambas cosas.
Pero es un hecho que en lo referente a hacer caer "regímenes títeres", árabes o musulmanes, a lo largo y ancho del planeta por ser prooccidentales o no ser lo bastante islamistas, fracasó. En estos diez años no consiguió cambiar, hacer caer, derrocar o inquietar seriamente a ningún régimen árabe o musulmán, de Marruecos a Indonesia, con atentados o sin ellos.
En cuanto a derribar o derrocar regímenes occidentales, el balance es más limitado aún. Las administraciones de Occidente se mantienen, el Estado de derecho sigue vigente y las alarmas sociológicas tienen más que ver con la crisis internacional que con la propuesta de sharia radical de Bin Laden. Su capacidad de reclutamiento en las sociedades musulmanas, o con fuertes minorías musulmanas, decreció en los últimos cinco años de modo contundente. Por supuesto, sigue siendo un problema, porque con reclutar algunas decenas de fanáticos aquí y allá puede hacer mucho daño. Pero no perdamos de vista el hecho de que, en estos diez años, el 85% de las víctimas mortales de los atentados de Al Qaeda fueron musulmanes. De medio mundo.
En cuanto a aumentar su prestigio entre las masas desheredadas del planeta, el balance para Al Qaeda es más que mediocre. Propagandas simplistas aparte, los servicios de inteligencia de los países más directamente afectados saben que la presencia de Al Qaeda es actualmente marginal. También saben las fuentes bien informadas que la ecuación simplista Irán-Hezbolá-Al Qaeda-Hamás no se sostiene ni como propaganda de bajo nivel. Al Qaeda tiene muy escaso o nulo predicamento en la sociedad palestina de Gaza y de Cisjordania, porque esta no está interesada en emiratos islámicos; prefiere un Estado nacional propio, democrático si se puede, como todo el mundo y porque las fuerzas de seguridad de Hamás y las de la Autoridad Palestina se encargan de no levanten demasiado la cabeza.
Pero dos son los argumentos de mayor peso para subrayar que, en el mejor de los casos, Bin Laden estaba en fase de declive en relación con sus triunfalismos originarios.
En primer lugar, los grandes problemas de la agenda mundial desde hace tres o cuatro años son varios, muy distintos entre si, y casi todos escapan por completo al radio de acción de Al Qaeda: crisis financiera mundial, especulación económica planetaria, encarecimiento de precios de materias primas alimentarias, tensiones entre potencias tradicionales y países emergentes ¿Qué papel jugaba Bin Laden en los debates entre Brasil, China y la India, el deshielo ártico, la crisis de la energía nuclear en el 25º aniversario de Chernóbil pocas semanas después del tsunami en Japón, etc.
Y en segundo lugar, como ya se ha dicho en varias ocasiones, ¿qué tiene que ver Bin Laden con el viento de revuelta y de cambio en el mundo árabe? Nada; no hay ningún indicio que desmienta algo obvio con los datos que tenemos actualmente: las revueltas de la calle árabe agarraron a Bin Laden tanto o más desprevenido que a los Servicios de Seguridad de Israel o a las cancillerías occidentales.