En reiteradas oportunidades el Premio Nobel de la Paz, Elie Wiesel, recuerda la visita que le hiciera el ex Cardenal Primado de la Argentina, Antonio Quarracino, en la ciudad de Nueva York. En particular, Wiesel suele recordar el gran respeto que el ex arzobispo de Buenos Aires manifestaba por «los hermanos mayores».
Años después del encuentro, cuando el cardenal Quarracino falleciera en 1998, Elie Wiesel pudo entonces entender en su entera dimensión la profunda inclinación al diálogo judeo-católico del primado. Fue cuando leyó una de las últimas cartas del cardenal en la cual, entre otros conceptos, expresa su pedido de ser sepultado junto al Mural Conmemorativo de las Víctimas del Holocausto, instalado en 1997 por decisión de Quarracino e inaugurado por Lech Walesa, Premio Nobel de la Paz.
Fue precisamente junto al mural cuando, el 28 de febrero de 2014 la Fundación Raoul Wallenberg y el Arzobispado de Buenos Aires organizaron una ceremonia interreligiosa en la Catedral Metropolitana de Buenos Aires para recordar al ex primado en un nuevo aniversario de su fallecimiento.
La ceremonia se llevó a cabo junto al Mural Conmemorativo de las Víctimas del Holocausto, emplazado por Quarracino en 1997. La fecha no sólo coincidió con el día del deceso del ex primado, sino que fue la sugerida por el Papa Francisco a Baruj Tenembaum y Eduardo Eurnekian, fundador y presidente de la Fundación Wallenberg, respectivamente, durante una conversación mantenida en septiembre de 2013 en el Vaticano. Jorge Bergoglio, el Papa Francisco, es uno de los miembros fundadores de la FIRW.
A la luz del giro espiritual que el Papa Francisco exterioriza, en el sendero abierto por el Papa Juan XXIII, Elie Wiesel recuerda a Quarracino, no sólo como el primer Cardenal Primado que en calidad de tal viajó a Jerusalén, sino como un digno discípulo de Angelo Roncalli y el predecesor y maestro del Papa Francisco, elegido como obispo coadjutor de Buenos Aires, con derecho a sucesión, precisamente por Antonio Quarracino.