En nuestra edición del pasado 14 de julio, informabamos sobre el tributo que el Congreso de los Estados Unidos rindió al presidente de la Fundación Wallenberg, Eduardo Eurnekian.
Los medios electrónicos y la prensa escrita de Estados Unidos y América Latina se hicieron eco del evento, subrayando el homenaje sin precedentes.
Todo sucedió el pasado 9 de julio, en coincidencia con el 70 aniversario de la llegada a Budapest del diplomático sueco destinado a salvar decenas de miles de vidas de personas condenadas a muerte por el nazismo.
La ceremonia en tributo a Eduardo Eurnekian contó con la participación de los senadores Cruz, Gillibrand, Kirk, Cardin, Graham, Levin, Isakson, Franken, de Blumenthal, y Representantes Meeks Schneider, Paulsen, Van Hollen, McDermott, Hultgren, Goodlatte, McGovern, Pittenger, Harper, Schakowsky, así como el Tesorero de los Estados Unidos, Rosie Rios; el Presidente del Parlamento sueco, Per Weterburg, el ministro de Exteriores de Suecia, Carl Bildt; y el representante del Parlamento de Canadá, Irwin Cotler. Todos ellos rindieron tributo a Eurnekian, a la Fundación Raoul Wallenberg y al hermano de Wallenberg, el fallecido profesor Guy von Dardel.
El mismo día, el Congreso de Estados Unidos entregó la Medalla de Oro a Wallenberg culminando así un trabajo de más de dos años encabezado por la Fundación Raoul Wallenberg, ONG educativa creada por Baruj Tenembaum.
La medalla fue recibida por Nina Lagergren, hermana de Wallenberg, en presencia de otros numerosos familiares del Héroe sin Tumba y de centenares de invitados especiales.
En enero de 1944, el Departamento del Tesoro de Estados Unidos, con el apoyo financiero de la American Joint Distribution Committee (JDC) estableció la Junta de Refugiados de Guerra que encomendó a Wallenberg la misión de salvar a la mayor cantidad de judíos en la Hungría ocupada por el Tercer Reich.
De este modo emprendió la misión de distribuir miles de pasaportes de seguridad, suerte de salvoconductos especialmente diseñados por él mismo y que otorgaban al portador la protección oficial de la corona sueca, eveitando las deportaciones a los campos de exterminio.
Decenas de miles de vidas fueron salvadas en sólo seis meses de ardua tarea.
Finalemente, y en un trágico giro del destino, el 17 de enero de 1945, Wallenberg y su chofer, Vilmos Langfelder, fueron detenidos por el ejercito soviético en las afueras de Budapest. Desde entonces nada se sabe de sus paraderos.