En abril de 2015 se cumplirán cien años del Genocidio Armenio, acontecimiento que marca de modo indeleble a todo un pueblo. El Genocidio es una inmensa cicatriz que recorre en su integridad la historia, el presente y el futuro del pueblo armenio. No puede haber siquiera una aproximación a una historia del pueblo armenio en donde el Genocidio no sea mencionado.
Sin embargo, el Genocidio por sí mismo es insuficiente para establecer coordenadas que permitan avanzar con claridad hacia el futuro. Para ello, se necesitan ejemplos positivos y referencias cardinales para comprender en su cabal dimensión la historia de Armenia sin renunciar a edificar un futuro de progreso y prosperidad para los armenios de hoy y de mañana.
A meses, pues, del centenario del Genocidio se presenta una gran oportunidad de preservar, de cara al futuro, la heredad armenia y su legado milenario. Diferentes aproximaciones a factores armenios permiten hacer contacto con una realidad tan apasionante como, de algún modo, desconcertante.
Apasionante porque la cultura armenia lo es; desconcertante porque resulta difícil comprender cómo es posible que un legado tan intenso, no esté lo suficientemente difundido. Por ende, es imperativo pensar un proyecto de difusión global con el objeto de preservar todo lo que Armenia significa para el mundo; su historia, su cultura; en fin, su legado como guía de educación y de acción para las próximas generaciones.
Lamentablemente, el mundo no conoce lo suficiente el aporte de Armenia a la cultura de occidente y de oriente. No se trata de un déficit de minorías sino más bien de un desconocimiento que alcanza a amplias capas de la sociedad con estudios superiores. No resulta sorpresivo advertir cómo personas de alto nivel educativo, no pueden mencionar algunos pocos nombres de personalidades de la cultura, las ciencias o las artes de origen armenio. Sin embargo, en prácticamente todos los casos hablarán del Genocidio de 1915, realidad que, en apariencia al menos, presenta a la comunidad armenia más ocupada en difundir el trágico capítulo de su pasado en detrimento de otros episodios, más brillantes.
Es como si los judíos dedicaran casi todo su tiempo a hablar de la Shoá y no de los Salvadores del Holocausto, esas decenas de miles de personas no judías que extendieron una mano solidaria a los condenados a muerte por el nazismo. El pasado del pueblo armenio, como los pasados de todos los pueblos, es multifacético, heterogéneo, trágico y pletórico en episodios desafortunados. Como todo pasado, merece un cuidado especial en todas sus dimensiones para que la historia no quede reducida a un relato simplista, melodramático, podría decirse. No se puede avanzar con eficiencia hacia el futuro si dedicamos lo mejor de nuestro tiempo y energía a lamentarnos por desgracias del pasado.
Esta realidad puede revertirse haciendo conocer lo que se ignora, localizando el déficit y planificando la creación de una organización que reúna, exhiba y eduque en torno a lo más destacado del pueblo armenio desde sus orígenes.
Para dar una idea solo a escala de esquema: Es posible imaginar un edificio dividido en distintas secciones y niveles dedicados a las artes plásticas, la música, ciencia, literatura, fotografía, teatro, cine, televisión, arquitectura, empresa, etc. Esta suerte de composición organizativa tendría la misión de informar y educar sobre las obras más egregias acometidas por los hijos de pueblo armenio a lo largo de su milenaria historia. No debe olvidarse que Armenia, además de haber sido el primer país que adoptó al cristianismo como religión oficial de estado, es una nación que tiene características que la identifican de modo muy marcado y la distinguen del resto del mundo.
En el terreno educativo las comunidades armenias están organizadas con sus propios sistemas de enseñanza y una administración de sus lugares de culto que responde a jerarquías propias y claramente diferenciadas. Estas particularidades enriquecen no sólo el pasado sino el presente de Armenia. El hecho de que el pueblo armenio supo organizar su propio sistema de cementerios demuestra la voluntad de no perder el carácter identificador distintivo, desde el nacimiento hasta la muerte.
De hecho, para lanzar esta iniciativa se necesita tener un mínimo de logros realizados. Considerando la dispersión de la comunidad y la idea estratégica de que no solo esté dedicado a los armenios, deberán tenerse en cuenta una cantidad de idiomas que sirvan como herramientas alternativas de comunicación. Sabemos que solamente en Rusia, por ejemplo, hay dos millones de armenios. También sabemos que en países con serios problemas como Siria y Egipto hay una importante presencia de ciudadanos de origen armenio.
Obviamente, se trata de un proyecto ambicioso que demandará mucho tiempo. Es posible imaginar esta empresa como una suerte de emprendimiento que nunca podrá considerarse finalizado, una especie de carrera de postas que deberá ser llevada a cabo por diferentes generaciones. La renovación es el código genético de cualquier pueblo que está vivo y, por lo tanto, nuevos contenidos serán generados día a día conforme la actividad del pueblo armenio se renueve y de paso a nuevos protagonistas.
Para su ejecución física no es descabellado pensar que es posible conseguir en Yerevan, capital de Armenia, las instalaciones, el personal y la inteligencia necesaria para iniciar los primeros movimientos de esta empresa. Al mismo tiempo, en paralelo con la realidad física, internet podrá ofrecer un duplicado digital de los contenidos del centro de exhibición y educación de la diáspora armenia en todo el mundo. Así, mucha gente imposibilitada de viajar a Armenia podrá tener pleno acceso con una simple conexión a una computadora en los principales y más difundidos idiomas del mundo.
El nombre de esta organización dependerá de la decisión final de quienes tomen la iniciativa, incluyendo la posibilidad de realizar todas las consultas que sean necesarias para determinar una cuestión cardinal que no puede decidirse a la ligera entre cuatro paredes. No se trataría de un museo ya que todo lo que suceda en su interior deberá estar relacionado con la vida, con lo vivo, de la realidad del pueblo Armenio. Junto a la historia deberá convivir el presente a través de muestras de los mejor que el pueblo armenio en cualquier latitud es capaz de producir con estándares de calidad superiores.
Si bien es verdad, como decía un pensador de la antigua Roma, que los pueblos que no conocen o no aprenden de su pasado están condenados a repetirlo; también es lícito decir que hay pasados que nos proveen enseñanzas positivas que deberían estar siempre a mano de la memoria, precisamente para aprender de ellas y para repetirlas todas las veces que sea necesario. Es imperativo salvar a Armenia del olvido. Armenia espera y merece un vibrante exponente de su monumental diáspora.