Todos iguales
- «Todos ustedes están parados frente al Eterno, vuestro Dios; vuestros jefes, vuestras tribus, vuestros ancianos y vuestros guradianes; todos los varones de Israel, vuestros niños, vuestras mujeres y el forastero que está en vuestros campamentos, desde quien tala vuestros árboles hasta el aguatero» (Dvarim; 29; 9-11).
Parashat Nitzavim está hecha a medida de nuestro calendario. Todos los años es leída el shabat previo al día en el cual todos estaremos frente a Dios: ricos y pobres, intelectuales y anlfabetos, empresarios y obreros, jóvenes y ancianos.
En Rosh Hashaná toda la humanidad pasa delante de Dios cual escuadrón que marcha delante de su superior para ser contado.
Todos, absolutamente todos, pasaremos frente a Dios para ser contados por él y para que sean medidas y pesadas cada una de nuestras acciones. Todos estermos parados delante de Dios, tal como está escrito en el inicio de Parashat Nitzavim.
Según el Midrash, al comienzo de esta Parashá Dios dijo: «Aun cuando para ustedes algunos sean jefes, otros jueces y otros guardianes, para mí todos son iguales».
Rosh Hashaná se parece, en cierto modo, a un avión que sufre un desperfecto en pleno vuelo. El miedo iguala a todos, a los que viajan en primera clase, a los de clase turista e incluso a los pilotos. Y la razón es que ninguno de ellos sabe qué ocurrirá con su vida.
Quién vivirá y quién morirá, quién gozará de quietud y quién sufrirá por la angustia, quién empobrecerá y quién se enriquecerá. Rosh Hashaná democratiza, pule las diferencias que el ser humano - como criatura social que es - genera en esta sociedad.
Estaremos todos allí, frente a Dios. Quien ha robado y estafado; quien maltrata a su mujer, a su marido a sus padres o a sus hijos. Quien sistématicamente dá la espalda a Dios, también - vaya paradoja - estará en frente suyo.
La sinagoga nos abrirá la puerta a todos, porque un templo que recibe solamente a los justos sería similar a un hospital que atiende únicamente a gente sana.
Elevemos nuestras voces en estos Días Terribles para poder hallar la senda hacia un arrepentimiento sincero, y hallar compañía en la soledad que nos provocan nuestras transgresiones y que nos embarga en estas fechas.
¡Shabat Shalom!