Haremos y escucharemos
- Moisés regresó del Monte Sinaí y luego de escribir todos los preceptos que le fueron transmitidos leyó el Libro del Pacto al pueblo. Este respondió de inmediato: «Todo lo que se ha dicho, haremos y escucharemos».
Parashat Mishpatim enumera leyes básicas para la preservación de una existencia civilizada entre los judíos que reciben la promesa de que si las obedecen, Dios los apoyará en su entrada a la Tierra de Israel.
Entre varias leyes, la ley de pena de muerte se impone por los siguientes crímenes: asesinato intencional; maldecir al padre o a la madre; secuestro; prácticas de brujería; práctica de bestialidad y sacrificios de ídolos.
Hay leyes referentes a agravios: si alguien hiere a otro es considerado responsable por las pérdidas de beneficios de la víctima y por los honorarios médicos. Asimismo debe compensarla por dolor, turbación y herida física. También debe pagarse compensación por daño a la propiedad. Un dueño de casa puede alegar homicidio justificado si mata a un ladrón que penetra en su vivienda.
Si se confía dinero o propiedades al cuidado de un individuo al que no se le paga por ello, y son robados, el propietario debe recibir el doble del valor del objeto faltante. Los préstamos deben hacerse sin cobrar intereses.
La perversión de la justicia es el mayor peligro para la supervivencia de una sociedad civilizada. Puede ser causada por uno de los siguientes motivos: un testigo que levanta falso testimonio en favor de un individuo culpable; un testigo que no sostiene firmemente lo que es correcto, sino que sigue a la mayoría en el error; un juez que administra justicia sobre una base parcial y uno que acepta un soborno que influye en sus decisiones.
El Shabat debe ser observado con una completa abstención de trabajo por parte de todo miembro de la comunidad, incluyendo los sirvientes. Tres veces por año - Pesaj, Shavuot y Sucot -, cada adulto debe hacer un peregrinaje a Jerusalén.
Es obligación extender la ayuda al prójimo incluso cuando hay rivalidad de por medio. Vivimos en un mundo de engaños, de falsedad; un mundo donde muchas veces el bueno parece malo, porque las escalas de valores se distorsionan. Estamos sobornados por nuestros propios intereses y no queremos ver la verdad. Solemos decir «así estoy bien», sin tener en cuenta que no obrando bien nosotros, seremos los primeros perjudicados.
En Parashat Mishpatim, con un pantallazo de la diferencia entre lo sagrado y lo secular, la Torá nos da el mensaje de que todas las intrincadas leyes civiles están igualmente repletas de una sabiduría práctica y profunda. Debemos enorgullecernos de haber recibido el mérito de absorber esa multitud de lecciones entre el hombre y su prójimo expresadas en la misma.
¡Shabat Shalom!