Imprimir

Parashat Hashavúa - Vaiejí

¿Pan y Torá o Torá y pan?
 
 - Parashat Vaiejí contiene la bendición del patriarca Yaakov a sus hijos, los fundadores de las tribus de Israel. Los hijos de la matriarca Lea son bendecidos en primer término y de acuerdo al orden de su nacimiento.

Sin embargo, luego de mencionar a los primeros cuatro, la Torá invierte el orden de nacimiento y menciona en quinto término a Zebulún y en sexto lugar a Isajar.

¿Por qué razón anticipó Yaakov la bendición de Zebulún a la de su hermano mayor? ¿Por qué no mencionarlos según el orden de su nacimiento tal como lo hizo con los anteriores?

RaSHI nos explica que la tribu de Zebulún era la encargada del comercio y de traer comida a los hijos de Isajar quienes permanecían en sus tiendas ocupándose de la Torá.

Isajar se ocupaba del estudio de la Torá, mientras Zebulún se ocupaba del sustento. Zebulún atendía el cuerpo; Isajar atendía el alma.

RaSHI nos hace notar que también Moisés, en su momento, eligió este orden a la hora de bendecir a las tribus de Israel: «Alégrate Zebulún, en tu salir; e Isajar, en tus tiendas» (Dvarim; 33-18). Nuevamente Moisés mencionará primero al más joven.

¿Qué es lo que está ocurriendo aquí?

Muy simple. La recompensa de aquéllos que mantienen a los estudiosos de la Torá es superior a la de quienes se ocupan directamente de ella. Ésto evidentemente puede inferir en el orden en que son mencionados Zebulún e Isajar: ante todo la bendición es para aquél que trae sustento; luego para el que estudia.

La erudición siempre ha sido reverenciada por nuestra tradición. Pero la erudición por sí sóla no puede sustentarse.

El orden de las bendiciones a Zebulún e Isajar nos enseña algo similar: no existe Torá sin pan. Eso habría que entenderlo especialmente en estos días.

El orden de las bendiciones de Yaakov y Moisés termina siendo un merecido reconocimiento a todos aquéllos que se desvelan trabajando para ganar el sustento mientras otros se permiten estudiar Torá pero no sienten la necesidad de trabajar para mantenerse y encima desprecian a quienes lo hacen.

Quienes trabajan son los auténticos hijos de Zebulún, y serán los primeros en ser tomados en cuenta.

¡Shabat Shalom!