La otra cara del poder
- «Y habló Dios a Moisés después de morir los dos hijos de Aharón» (Vaikrá; 16-1). El Midrash no es muy contemplativo con Nadav y Avihu, hijos de Aharón.
La Torá nos cuenta que habiéndose acercado un fuego extraño sobre el altar, los hermanos murieron en circunstancias confusas.
Pero además nos comentan nuestros sabios que ambos miraban a su padre y a su tío con envidia y deseaban reemplazarlos en la conducción del pueblo.
Los hijos de Aharón vivieron poco tiempo. Intentaron apresurar el mañana, y el mañana nunca llegó; sus sueños de poder murieron con ellos.
Ahora, el mensaje era para su padre: Quien controla el culto de Israel debe ser modelo de conductas y actitudes. El poder es algo más que un dulce caramelo.
Parashat Ajarei Mot, describe detalladamente el ritual de Yom Kipur, el Día del Perdón, día de la expiación de los pecados y de la purificación del alma. Era Aharón, el Sumo Sacerdote, quien tenía sobre sus espaldas la pesada carga de expiar por los pecados de Israel. Sin embargo, el mensaje de la Torá es contundente.
Leemos en Vaikrá 16-6: «Y ofrecerá Aharón el novillo de la expiación... y expiará por él y por su casa». Primero debía expiar por él, debía reconocer sus fallas y quedar limpio de pecado; debía mostrarse vulnerable y adquirir la autoridad moral que debe poseer un líder para expiar por las falencias de su pueblo.
Aharón debía ser el primero entre los puros de Israel. El poder no es una luz verde para adquirir honores y beneficios. No es tan solo el privilegio de caminar frente al pueblo, tal como soñaban Nadav y Avihu. El poder es ante todo responsabilidad y, a menudo, sinsabores y privaciones.
En estos tiempos donde abundan por doquier los liderazgos soberbios y corruptos, carentes de toda autoridad moral, quiera Dios iluminar a nuestros líderes, a todos aquellos que conducen nuestros destinos y nuestros sueños, para transformarlos en fuentes de luz a la hora de señalar rumbos y enseñar caminos.
¡Shabat Shalom y Jag Sameaj!