Imprimir

Hablando de gas

Binyamín NetanyahuMis lectores son gente inteligente, pese a ello debo aclarar que ver tantos ceros juntos asustan y a veces nubla las mentes más preparadas, cualquier error es en menos y no en más, no sobran ceros; si existe error es posible que falte alguno.

La diputada laborista de la oposición Shelly Yachimovich, sobre la quien todos tienen el mayor de los respetos por su seriedad en el trabajo y por su honestidad, es una de las pocas por la que muchos pondrían sus manos en el fuego. Yachimovich, una de las solitarias voces críticas a las condiciones del esquema entre el gobierno israelí y las empresas explotadoras del gas recientemente descubierto en el Mediterráneo cercanos a las costas, denunció en una comisión del Parlamento hebreo que en su casa recibió la visita de Itzjak Tshuva, titular y principal accionista de las empresas explotadoras, quien le ofreció crearle un fondo o una fundación con ella como titular con disponibilidad libre de 25 millones de dólares.

Cuando «Ynet» publicó la noticia en su página web, primero me dije, cómo deberá ser el negocio para que Tshuva en persona deba ensuciarse en esos temas y que él mismo tenga que poner su cara y no dejarlos en mano de algunos de los tantos que lo acompañan en ésta guerra de poder económico. No pasaron 5 minutos y la noticia desapareció del aire; la levantaron; la presión de los pozos de gas se movió rápido y bien.

No quiero ingresar en las historia de Tamar y Leviatán los dos mayores yacimientos de gas descubiertos. Con unas reservas de casi 283.200 millones de metros cúbicos de gas natural. Tamar es un campo activo enormemente valioso para la economía israelí. Cuando lo descubrieron, en enero de 2009, fue el mayor hallazgo de gas en todo el mundo ese año, y de lejos el más grande jamás realizado en aguas israelíes, a partir de allí el futuro de la economía israelí daba un verdadero salto cualitativo.

Los recientes descubrimientos son tan grandes, y se produjeron tan rápidamente, que algunos israelíes tienen dificultades para adaptarse a la nueva realidad. Hasta los curtidos ejecutivos del sector energético hablan de un «milagro», mientras que otros recurren a explicaciones celestiales.

Nada menos que Netanyahu comparó recientemente los descubrimientos con el «maná del cielo», el místico alimento bíblico que permitió a los hebreos soportar sus 40 años en el desierto.

Es una revolución que se apoderó tanto de las oficinas ministeriales como de las salas de juntas corporativas. Desde el descubrimiento de Leviatán, en Israel se inició un intenso debate sobre el mejor uso de los nuevos recursos. Todos los dilemas clásicos asociados con el hallazgo de hidrocarburos resurgieron, aunque a menudo con un sorprendente giro israelí. ¿Se debería exportar el gas o usarlo en el país? ¿Qué tanto de la nueva riqueza pertenece al gobierno y cuánto a las empresas que la descubrieron? ¿Qué tan lejos debe ir Israel para «gasificar» la economía, y hacer que las centrales eléctricas, los hogares, la industria y el sistema de transporte funcionen con gas natural?

Una última cuestión, y quizá la más pertinente de todas las que enfrentan los líderes políticos israelíes, es cómo los descubrimientos afectarán la posición del país en la región. A algunos les preocupa que campos como Leviatán se conviertan en un foco de tensiones, y quizás incluso un objetivo para muchos enemigos de Israel. Otros esperan que el gas ayude al Estado judío a construir puentes económicos y políticos con sus vecinos, algunos de los cuales necesitan energía.

Este último punto, el geopolítico zonal, es el que permitió a Netanyahu sortear le negativa del Director General de la Autoridad Antimonopolios de Israel, el profesor David Giló, quien por tal razón renunció a su cargo. Giló está empecinado en romper el monopolio de las empresas para que los precios y beneficios lleven a la balanza a ser más equitativa para los israelíes.

Es conocido que cuando Bibi comienza a argumentar, cuando abre su boca, no hay nadie que se le oponga; convence hasta a los muertos; mucho más cuando en el tema del gas son cada vez más los que de la boca hacia adentro ya fueron convencidos por otros medios. Hay tanto dinero de por medio que resulta imposible dejarse convencer.

La venta de gas a Jordania, España e Italia y la extensión de las tuberías hacia Europa Oriental podrían ser, en palabras de Netanyahu, la mayor garantía política. Estos negocios, estos lazos comerciales garantizarían la seguridad de Israel si los italianos no hubieran descubierto en estos días el mayor yacimiento de gas en las costas de Egipto. Así es Dios: caprichoso con los recursos naturales.

Para el que éstas líneas escribe no había duda alguna de que las corporaciones ganarían en el acuerdo a firmar, que cualquier acuerdo iba a estar mucho más cerca de sus exigencias, pero con todo Israel no tiene mucho de qué quejarse, le ingresarán por impuestos sumas astronómicas, una parte importante de su presupuesto estará cubierto por dichos ingresos, las fuerzas armadas ya están solicitando una ampliación a cuenta de ellos, el costo de la energía en el país ya se redujo un poco más del 10% y la tendencia continúa, los costos fijos industriales disminuyeron sensiblemente, existen empresas que al reemplazar sus insumos energéticos por gas están ahorrando más de 2 millones de dólares mensuales; en algún punto esos beneficios industriales se cortan porque la disminución de costos no llega al bolsillo de los consumidores; mis amigos los contadores ya encontrarán como continuar presentando los balances con pérdidas para con ellos acudir al Estado en busca de apoyos fiscales, nada nuevo.

En el debate sobre el gas en el Parlamento los miles de millones de dólares se convirtieron en temas del día a día para intentar reducir el costo de las viviendas, uno de los compromisos del ministro de Finanzas, Moshé Kahlón, al ingresar con su nuevo partido Kulanu a la coalición del gobierno, se modificó.

En paralelo, como siempre, se vendieron varias empresas de alta tecnología. Que norteamericanos, chinos y japoneses pagan más de 500 millones de dólares con la rapidez y tranquilidad como si estuvieran comprando zapatos, ya se convirtió es algo rutinario. Nada sorprende. Frente al gas, la locura inmobiliaria y los cientos de miles de dólares de la alta tecnología se convirtieron en un tema sin importancia, secundario.

Ahora, parece ser que las plegarias ayudan; son muchos los que diariamente rezan mirando al cielo para que broten yacimientos petrolíferos. No hay razón para que en la zona todos lo tengan y justo aquí no; también llegará ese día; no alcanza la imaginación para esos momentos; de locos a locos a la enésima potencia.

Pero si como todos los indicativos dicen Israel tiene ganadas y controladas la guerra económica y la militar, la política y la diplomática está en sus peores momentos. Ahí perdemos por goleada.