Nacida en el moshav Kfar Yehezkel, Israel, en 1970, Yael Bartana lleva ya años ocupando un lugar muy relevante en el concierto contemporáneo internacional.
Su trabajo se ha desarrollado en el ámbito de las relaciones entre política, cultura y sociedad, y también en torno a la cuestión sionista y a otras derivadas de la idea de nación judía.
«And Europe will be stunned», la extraordinaria pieza de su autoría, fue presentada en el pabellón de Polonia en la Bienal de 2011 siendo Bartana la primera artista no polaca que participa en ese evento. Se trata de una videoinstalación compuesta por tres vídeos que se ha dado en llamar «The Polish Trilog», que giran en torno a las actividades del Jewish Renaissance Movement, una organización semificticia de carácter político que aboga por el regreso de los judíos desplazados durante y después del Holocausto.
El dolor, la culpa, la memoria y el trauma son algunos de los elementos vertebrales del trabajo de Bartana. Muchas de sus mejores obras consisten en narrativas de carácter opresivo, como inmersas en una atmósfera alucinada.
Algunos recordarán «Trembling Time», un proyecto temprano en su trayectoria pero ya revelador de todos su quehacer. Se trataba de un plano fijo desde un puente sobre una autopista en Tel-Aviv, en el día de los soldados caídos. Una sirena llama al recuerdo mientras los coches lentamente se detienen, se bajan sus conductores para conmemorar a los muertos para volverse a subir, poco después, y reanudar la marcha. Era un trabajo inquietante e hipnótico.
El primer vídeo de esta trilogía polaca, Mary Roszmary, fue realizado en 2007 y tiene esa misma configuración inquietante y vidriosa. Bartana conoció a Slawomir Sierakowski, un activista afincado en Varsovia, líder de la organización llamada Jewish Renaissance Movement, que es una suerte de simulacro en el que se pretende incidir en la conciencia colectiva a partir de la cultura. La conexión fue inmediata y juntos proyectaron ideas para el cuestionamiento crítico de la situación política en sus respectivos países que pronto viró hacia una exploración de la propia condición de Polonia, hogar de un cúmulo de contradiciones de muy largo alcance.
El protagonista de esta primera pieza es el propio Sierakowski, quien pronuncia un discurso de gran intensidad en un estadio que fue construido en 1955 para conmemorar los 10 años del estado comunista. El estadio está vacío, tan solo poblado por unos boyscouts. Al tratarse de un personaje real (un joven activista de la Nueva Izquierda que teje, además, un discurso real) en un contexto ya utilizado en los grandes mítines comunistas, la pieza adquiere unas connotaciones propagandísticas interesantes.
Uno de los puntos de partida importantes de esta trilogía es la voluntad de explorar el papel que jugó Polonia durante la segunda Guerra Mundial.
En ella, Bartana confirma las sospechas de que los polacos no han de ser considerados siempre como víctimas de lo ocurrido, porque en algunos casos fueron también verdugos y complices de la infamia más salvaje. La segunda parte de la trilogía, muestra la construcción de un kibutz en el antiguo emplazamiento del gueto de Varsovia. La idea detrás de este vídeo es ver cómo se comportaría este elemento del guetto, en lo que son los terrenos que acogerán el Museo de la Historia de los Judíos Polacos. Miembros del Jewish Renaissance Movement construyen una estructura mientras nos preguntamos de quién y de quiénes pretenden defenderse. ¿Quienes, aquí y ahora, el enemigo? En el tercer y último episodio, Zamach, Bartana propone un duelo por la muerte del líder del Jewish Renaissance Movement, que cae en un asalto que no vemos pero sí oímos.
La artista ha incluído personajes reales en el vídeo, que asisten a un funeral que sirve para elevar el mito del difunto.
«And Europe will be stunned» es un trabajo que pretende poner el acento en la vigencia de ciertas convenciones tradicionalmente asociadas al problema de la memoria en este contexto polaco.
Bartana quiere comprobar cuál es el sentido de ser judío, de ser ciudadano de Israel, de ser polaco y, sobre todo, si es pertinente hacer tantos esfuerzos por construir una Europa fuerte si sigue muchas veces enrocada en sus propios mitos y tragedias nacionales.
Notas relacionadas:
El Holocausto arquetipo de memoria
El Holocausto no es cuestión de opinión
Sí… Otra vez con el Holocausto