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Libermanismo peligroso

Estos son días grises y el libermanismo es peligroso. Pero así como escribieron en su momento los activistas de la organización polaca "Solidaridad", "Aún cuando el invierno sea inclemente, no podrán evitar la llegada de la primavera".

Una línea enlaza entre las leyes racistas en la Knéset, las cartas de los rabinos, el establecimiento de un lugar de encierro para refugiados o para quienes solicitan, la creación de una comisión de investigación parlamentaria para analizar fuentes de financiamiento de organizaciones de derechos humanos y los reclamos disparatados del ministro de Exteriores, Avigdor Liberman, quien culpa a esas mismas instituciones de apoyar al terrorismo.

Liberman no se conformó con continuos acicateos distorsionados contra dichas organizaciones. En su ataque incluyó también a parlamentarios y ministros honestos de la derecha, que se contraponen a la visión terrorífica libermanista, a los que denominó "rinocerontes".

El general Saint Jane, uno de los líderes de la dictadura en Argentina, describió los objetivos de acción de la Junta Militar de esta manera: "Primero liquidaremos a los izquierditas, después a los colaboracionistas, y finalmente a quienes no nos apoyen hasta el final".

Las palabras del general Ramón Camps son similares a las de Liberman, quien primero amenazó a los ciudadanos árabes y ahora pretende intimidar a qiuenes él considera "colaboracionistas" - las organizaciones de derechos humanos - y a los que "no están con él hasta el final" - ciudadanos de derecha que no concuerdan con su teoría antidemocrática.

Se podrían entender las palabras de Liberman y sus ataques, vinculándolos a la investigación policial que se está llevando a cabo en su contra. Parafraseando a la derecha en la época del gobierno de Ariel Sharón, se puede argumentar que "cuanto más se investiga, más se incita". Alguien podría consolarse ante la ilusión de que sus discursos están destinados a desviar la atención del público sobre asuntos relacionados con su investigación, que por lo visto finalizará próximamente. Pero no debemos tranquilizarnos con dulces fantasías.

Aunque las discursos provocadores de Liberman se basen en intereses personales, él no está solo. Es él quien hace oír la voz extremista de un proceso peligroso por el que atraviesa una parte muy importante de la sociedad israelí, representada en el gobierno y en el actual parlamento.

A su derecha están los miembros del Ijud Haleumí y un representante del antiguo partido del rabino Meir Kahane, el diputado Michael Ben Arí. A su lado están el ministro Eli Yishai, el vice ministro Yaacov Litzman y parlamentarios del Likud. Detrás suyo, lo apoya con un silencio vociferante, el primer ministro Binyamín Netanyahu, y completan su accionar, con un silencio muchos más vociferante, ministros del Partido Laborista y la mayoría de los parlamentarios de Avodá y Kadima, que se ausentaron de la votación sobre la comisión de investigación. Su silencio nos recuerda las palabras de Martín Luther King, que escribió en una ocasión: "Nuestra generación no se habrá lamentado tanto de los crímenes de los perversos, como del estremecedor silencio de los bondadosos".

Liberman no está solo, y su instigación no tiene límites. En sus ataques descontrolados, él y los seguidores de sus ideas permiten vertir la sangre de los activistas por los derechos humanos en Israel. El asesinato de Emil Grunzweig y el del primer ministro Itzjak Rabín en Israel, así como el reciente atentado contra la congresista democrática Gabrielle Giffords en EE.UU, nos enseñan que la incitación de la derecha extremista se paga con sangre. Si cualquier activista resulta dañado por causa de las provocaciones de Liberman, él no podría huir de su responsabilidad, como tampoco podrá fugarse Netanyahu, quien adopta las palabras de su canciller tal como asintió sin criticar en un pasado no muy lejano las amenazas contra Rabín en el Kikar Sión.

Frente a este espíritu xenófobo y antidemocrático debe plantarse una voz potente, la del sector democrático en Israel. Es la voz de todos aquellos que no están dispuestos a resignarse a la instigación y al racismo, a las prohibiciones para ciudadanos árabes, a las persecuciones contra refugiados, contra quienes solicitan asilo y contra las intenciones de hacer callar a aquéllos que no piensan como Avigdor Liberman y sus colaboradores.

Debemos escuchar las voces de todos los que sueñan con un Israel diferente, un Israel que deplora el racismo, un Israel de la igualdad judía-árabe y la equidad entre el centro y la periferia, un Israel que no conquista, un Israel que vive en una paz justa con sus vecinos, un Israel democrático, un Israel de la solidaridad y la justicia social.

Estos son días grises y el libermanismo es muy peligroso. Pero así como escribieron en su momento los activistas de la organización polaca "Solidaridad": "Aún cuando el invierno sea inclemente, no podrán evitar la llegada de la primavera".

En estos días, cuando la amenaza sobre la democracia es más concreta que nunca, el sector democrático debe salir a la lucha por un Israel diferente.

Fuente: Yediot Aharonot - 11.1.11
Traducción: Lea Dassa para Argentina.co.il