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Levanta los ojos, Bibi

Levanta los ojos, Bibi. Has aprobado otro presupuesto, has logrado sobrevivir un año más. Pero bajo la supuesta tranquila superficie el estado yace mortalmente enfermo. Bajo la superficie del desarrollo aparente la sociedad se está desmoronando.

Levanta los ojos, Bibi. Tu estudio es un lugar cómodo y agradable, pero cerrado. Para llegar hasta él debes cruzar las oficinas de tus secretarios y asesores. Pero detente un instante a observar. Podrás apreciar qué material humano lo compone; ver de qué modo se administra. Ahora imagina qué cosa hubiera dicho Herzl sobre una oficina así; pregúntate lo que Churchill hubiera opinado de ella. ¿Esta oficina del actual primer ministro es el mejor centro de administración político-nacional que Israel puede producir?

Levanta tus ojos, Bibi. Cuando entres en la sala de reunión del gabinete israelí mira a tu alrededor. Mira a derecha e izquierda, ministro por ministro. ¿Encuentras cinco excelentes ministros sentados a la mesa? ¿10 ministros dignos? ¿Es el actual ministro de Exteriores el más adecuado para su trabajo? ¿O lo es el ministro de Interior? ¿Qué diría Herzl acerca de semejante mediocridad? ¿Qué pensaría Churchill de esta vulgaridad? ¿Puede tu gobierno hacer frente a los desafíos existenciales?

Levanta los ojos, Bibi. Camina por el pasillo, sal de tu oficina y baja las escaleras. Entra al Audi blindado y haz un recorrido por los sistemas del Estado. Te percatarás del colapso del cuerpo diplomático. Tomarás nota del conflicto en los mecanismos de defensa. Verás el aparato educativo trastabillando. Verás las fallas de las estructuras internas. Sí, el Mossad y el Shin Bet son aún excelentes. El sistema de salud es impresionante. Pero la mayoría de la administración pública está atrofiada y obstruida. No hay Constitución, ninguna norma, ningún gobierno. El estado no tiene dueño. ¿Qué diría Herzl acerca de tan lamentable situación? ¿Cómo habría ganado Churchill la guerra con una organización estatal tan inoperante? ¿Qué ha hecho el actual primer ministro para reparar al Estado desde sus bases?

Levanta los ojos, Bibi. Sube a un helicóptero y vuela lo largo y ancho del país. No con la intención de apagar un incendio, sino para observar el incendio mismo. Todo el país está siendo arrastrado hacia el centro, cuyas enormes torres se elevan hacia el cielo; desde Hadera hasta Gedera. La burbuja crece cada vez más, al borde de la explosión, pero estamos perdiendo la Galilea y el Néguev; estamos perdiendo Jerusalén. Cisjordania se está convirtiendo en un enredo imposible de deshacer. La periferia está abandonada, las márgenes han sido perjudicadas gravemente, la ocupación es sofocante. El país está quemándose en una combustión silenciosa. Formidables fuerzas centrífugas se están cerrando sobre el centro de Israel. Aquél Estado de los judíos de Herzl está perdiendo su dominio sobre la tierra. La lucha churchilliana del Estado combativo está malgastando su espíritu. No hay un líder que sea capaz de forjar un camino que le muestre a Israel la salida.

Levanta los ojos, Bibi. Cuando el helicóptero aterrice, sal y habla con la gente. Ve a ver lo que realmente está aconteciendo. ¿Cuándo fue la última vez que tuviste una conversación profunda con Amós Oz? ¿Cuándo fue la última vez que le preguntaste a Stanley Fischer acerca del estado de la nación? ¿Cuándo escuchaste a un joven comandante que ha dejado el ejército y está tratando de abrirse camino en medio de la selva de Israel? Si tan sólo escucharas quizás podrías comprender la desesperación de la élite intelectual; la ansiedad de la élite empresarial; la dolorosa manera en que nuestros mejores jóvenes están perdiendo la esperanza.

Los israelíes dedicados a Israel no pueden ver al Churchill que habrá de salvar el estado herzliano. Sólo ven a un Bibi que no es más que la sombra de su propia sombra. Un Netanyahu grotesco. Una desvaída copia de lo que supuestamente debería ser.

Levanta los ojos, Bibi. Has aprobado otro presupuesto, has logrado sobrevivir un año más. Durante tus primeros 20 meses en el cargo, has podido mantener la calma en las fronteras y preservar el crecimiento económico. Pero bajo la tranquila superficie el estado yace mortalmente enfermo. Bajo la superficie de desarrollo aparente la sociedad se está desmoronando.

La situación internacional, la nacional y la social son intolerables. Israel está perdiendo su legitimidad en el mundo, su unidad interna y el sentido de su existencia.

Mientras tú prefieres bajar la mirada, Bibi, la historia no hace más que enfocar la mirada sobre ti.

Fuente: Haaretz - 7.1.11
Traducción: www.argentina.co.il