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¡Congelen a Liberman!

Si Netanyahu se muestra decidido no sólo a congelar los asentamientos temporalmente, sino también a evacuar la mayoría de ellos de forma permanente, podría ser una oportunidad de oro para deshacerse de Liberman.

Según sostienen algunos, la disputa en torno a la prolongación del congelamiento en la construcción de asentamientos sobre los territorios tiene como fin distraer al público de las negociaciones sobre el destino de Cisjordania. Algunos creen que es una vergüenza perturbar el sistema político con un asunto tan insignificante, dado los duros desafíos que supone alcanzar un acuerdo de estatuto definitivo cuando las conversaciones recién han comenzado.

Sin embargo, para el ministro de Exteriores, Avigdor Liberman, la cuestión de los asentamientos es cualquier cosa menos una cuestión marginal. Por teléfono, Liberman le confesó esta semana al Ministro de Asuntos Exteriores británico, William Hague, que el congelamiento no es más que una excusa palestina para torpedear las conversaciones directas. "El gobierno de Israel tuvo generosos gestos de buena voluntad durante el último año, y ahora es el turno de los palestinos", dijo Liberman durante su explicación de por qué la moratoria no habría de prorrogarse.

La demanda de suspender la construcción de asentamientos no es una excusa; es tan legítima como cualquier otra posición que los palestinos puedan sostener. ¿Por qué habrían de renunciar a una condición que cuenta con el apoyo de todo el mundo, con la única excepción de Israel? El congelamiento tampoco es un “gesto” israelí; en la decisión de Mayo de 2003, al adoptar la Hoja de Rutas para Medio Oriente, Israel se comprometió a congelar toda actividad en los asentamientos (incluido el crecimiento natural) y desmantelar los puestos de avanzada establecidos desde Marzo de 2001. El documento expresa claramente que la cuestión de los asentamientos sólo se trataría durante las negociaciones con estatus definitivo, a excepción de los asentamientos ilegales y los puestos de avanzada, que serían eliminados. Sin embargo, la construcción ha continuado, y los puestos de avanzada no sólo han proliferado sino que se han ampliado.

En noviembre de 2003, la Hoja de Rutas fue aprobada con el visto bueno de la ONU, lo que obligaba a Israel a congelar completamente la construcción y a demoler los puestos de avanzada. Los 15 miembros del Consejo de Seguridad, incluido los EE.UU (durante la administración de George W. Bush, no de Barack Obama), votó a favor de la Resolución 1515. Pocos días después, durante su visita a Gran Bretaña, Bush pidió oficialmente a Israel que detuviera la construcción de asentamientos, evacuara los puestos no autorizados y pusiera fin a la diaria humillación de los palestinos. Pero la construcción prosiguió y los puestos de avanzada se incrementaron y expandieron.

En noviembre de 2007, el presidente palestino, Mahmud Abbás, accedió a la solicitud hecha por Bush de participar en la Conferencia de Annápolis, cuyo objetivo era iniciar las negociaciones orientadas a lograr un acuerdo de estatuto definitivo. Las conversaciones se extendieron hasta el otoño de 2008 sin que las tareas de construcción en los asentamientos decrecieran ni los puestos de avanzada dejaran de proliferar.

El 26 de noviembre del año pasado, tras una intensa presión de Washington (no como un gesto hacia los palestinos, ni por deferencia a obligaciones gubernamentales contraídas en virtud de las resoluciones de la ONU), Israel emitió una orden de congelamiento de 10 meses. El 26 de enero, el viceministro de Defensa, Matán Vilnaí, presentó al presidente del Meretz, Haim Orón, una lista de los 29 asentamientos en los cuales se detectaron violaciones en la construcción.

Uno de ellos era Nokdim, un asentamiento ubicado al este de la Línea Verde y lugar de residencia del único ministro de Exteriores en el mundo que se va a la cama cada noche y se levanta cada mañana fuera del territorio soberano de su país.

Si la postura de Liberman sobre el congelamiento refleja la de Binyamín Netanyahu, la esposa del primer ministro, Sara, puede entonces guardar la bandera palestina, recientemente enarbolada en su casa. Abbás ya no traspasará el umbral de la residencia de Netanyahu sin escuchar la promesa de una extensión de la moratoria por parte de Israel. Si la posición del ministro de Exteriores representa la de la mayoría de los ministros sentados a la mesa de Bibi, los miembros del gabinete del Partido Laborista tendrán que dejar sus puestos. A menos, claro está, que se muestren dispuestos a restarles, a su partido y a sí mismos, toda relevancia política.

No obstante, si Netanyahu se muestra decidido no sólo a congelar los asentamientos temporalmente, sino también a evacuar la mayoría de ellos de forma permanente, la disputa sobre los asentamientos podría ser una oportunidad de oro para deshacerse de Liberman. No hay excusa para que Bibi prosiga viaje con este hombre y su partido a bordo. En reemplazo, debería convocar a Tzipi Livni para desempeñarse como ministro de Exteriores. Livni no habrá de permitirse ni permitirá a su partido, Kadima, socavar las conversaciones orientadas al logro de un acuerdo definitivo, ya que tal acuerdo allanaría su camino al cargo de primer ministro.

De entre los “gestos” posibles, la designación de Livni sería el más valioso para el humillado campo de paz israelí, y para la débil posición de Israel en el escenario mundial.

Fuente: Haaretz - 20.9.10
Traducción: www.argentina.co.il