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Comparaciones impías


Lo injusto no fue la desconexión de Gaza sino el asentamiento en ese lugar. La gente que se estableció allí, adultos responsables, fueron advertidos tempranamente acerca de los riesgos de su acción, pero no quisieron escuchar.

Cuidado con las comparaciones. El último pecado es la comparación con el Holocausto, al que se entrega jubilosamente la derecha cada vez que puede. Quizá no alcance (irguiéndose o hundiéndose) el nivel de la negación, pero ciertamente se deprecia. Sin embargo, el Holocausto nos pertenece, y está bien para nosotros hacer abuso de su memoria.

La demolición de una cabaña que emergió durante la noche en un asentamiento es similar a la destrucción del Templo, nada menos; tener que trasladarse a una comunidad vecina, del otro lado de la línea, puede ser una "marcha fúnebre";  un colono atrincherado sobre un techo es una rebelión de gueto; soldados y oficiales de policía cumpliendo con su deber pasan a ser nazis aborrecibles.

Incluso los elefantes enloquecen gradualmente por comparaciones como éstas, para no mencionar a los seres humanos, que deben desarrollar, a diferencia, una piel aún más curtida. La situación ya es lo suficientemente grotesca tal como está planteada; no hay ninguna necesidad de llegar al extremo de invocar a Auschwitz para volverla más grotesca aún.

La semana pasada también fue terreno propicio para una falsa comparación. Cuatrocientos niños, hijos de trabajadores  extranjeros, candidatos a la expulsión, fueron comparados con los niños expulsados de Gush Katif. ¿Porqué no levantaron sus voces entonces? ¿Porqué se acuerdan recién ahora, hipócritas? En uno de los programas radiales de la mañana, un presentador ofreció este falaz argumento: No puedes expiar un pecado con un segundo pecado.

No se cometió ninguna injusticia con la desconexión de Gaza, cuyo quinto aniversario se conmemora este mes. Cada yahrzeit (aniversario) atrae más penitentes que lloran por nuestros pecados; yo no soy uno de ellos.

No puede sospecharse de mí el haber sido cautivado por Ariel Sharón, y de enamorarme de su encanto. No me hago ilusiones respecto de ese hombre que sembró el dolor cada vez que pudo. En ese entonces, propuse a Zvi Hendel, ex miembro del Parlamento israelí y residente de Gush Katif, que usaran el siguiente slogan para sus batallas: "La profundidad del desarraigo debe ser proporcional a la profundidad de la investigación acerca del soborno en el caso de la Isla Griega". También manifesté mi protesta al Tribunal Superior de Justicia, contra el Fiscal General, en un intento por reabrir dicho caso. Yo no mimé tanto a Sharón como hicieron otros.

Pero la desconexión estuvo desligada de él, y en cambio, en conexión con la realidad. Si no nos hubiéramos ido ayer, habríamos tenido que marchar mañana o después de mañana. No había justificación o posibilidad de futuro para 7.000 pobladores, acomodados entre un millón de refugiados palestinos, en una estrecha franja de tierra con escasez de recursos.

Lo injusto no fue la desconexión de Gaza sino el asentamiento en ese lugar. La gente que se estableció allí, adultos responsables, fueron advertidos tempranamente acerca de los riesgos de su acción pero no quisieron escuchar.

Los pobladores allí no fueron expulsados de su tierra y sus hijos no sufrieron el desarraigo de su ambiente cultural. De retorno a Sion, fueron influidos por una gran mayoría, y si el estado los fue abandonando, según ellos, al principio, posteriormente les dio más y más hasta alcanzar un umbral de compensación.

Si tan sólo la gente desarraigada de Sheikh Jarrah, arrojada a las calles con sus hijos y sus pertenencias, pudiera ser tan afortunada; pero no, ellos son árabes.

La miseria de estos evacuados consentidos, en la cual quieren perpetuarse, opera en beneficio de la pura disuasión: nos costará muy caro si queremos liberarnos del castigo de todos los asentamientos.

Cuidado con las comparaciones, que pertenecen a la familia de la parábola, ya que es bien sabido que sólo en el Fin de los Días cada parábola hallará su moraleja. Sobre todo, hay que tener especial cuidado de las parábolas que incluyen animales. Parábolas que, ciertamente, tratan menos de zorros astutos que de personas habituadas a citarlas.

Fuente: Haaretz - 6.8.10
Traducción: Argentina.co.il