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Por donde se mire, un fracaso


Pasarán bastantes días hasta que se aclaren, si es que esto sucede, los detalles del operativo de incursión a la flotilla de barcos que navegaban hecia a la Franja de Gaza.
 

Con todo, no hay necesidad de esperar una investigación minuciosa para demostrar que desde el punto de vista militar-operativo es difícil entender cómo una acción planeada desde hace tiempo por las fuerzas marítimas fracasa de tal manera. Todo ello sin ocuparse de las preguntas referentes al grado de sentido común de una acción militar frente a barcos civiles que navegan fuera de aguas territoriales de Israel.

Comencemos por el fracaso de información. La marina y otros servicios de inteligencia del Estado gozaron de la excelente oportunidad de poder seguir los pasos de los navíos y de la gente de a bordo durante largos días. ¿Cómo es posible entonces que no hayan descubierto los preparativos del personal de a bordo (sólo en una nave se desató el desorden) para atacar a los soldados? ¿Cómo es posible no descubrir el hecho de que allí se recolectaron cuchillos, hachas y otras armas blancas?

Las organizaciones de inteligencia tuvieron bastante tiempo para aclarar quién se encontraba en los barcos y evaluar los peligros. Es de suponer que los activistas por la paz, cuya identidad es conocida, no fueron los que atacaron con hachas o disparos. Por lo tanto, la sorpresa de los comandos por el ataque del que fueron víctimas es imposible de entender.

Sin embargo, si en realidad existía la sospecha de una acción violenta por parte de la gente de los barcos, entonces el método de incursión mismo despierta interrogantes. ¿Porqué no se lanzaron granadas de gases lacrimógenos antes que los comandos los abordaran?

El argumento que presentó el vocero de Tzáhal, según el cual los soldados estaban en peligro de muerte, y de un posible linchamiento masivo, no deja bien paradas a nuestras fuerzas. ¿Acaso los gendarmes, cuyos altos oficiales los describen como "los mejores entrenados y eficientes del mundo", pueden permitirse caer en una situación en la que podrían ser linchados por un grupo de civiles munidos de navajas y cuchillos, especialmente cuando se habla de un operativo militar planificado minuciosamente durante días?

Tampoco resulta claro porqué los soldados no recibieron instrucciones claras de no disparar con municiones en ningún caso. Tzáhal tiene suficientes medios que permiten sobreponerse a un público insurgente sin necesidad de matar. Si los comandantes de la marina informaron a los responsables de tomar las decisiones que existe la posibilidad de uso de armas y la muerte de civiles, entonces es asombroso el raciocinio de los que estipulan la política y permitieron este operativo militar.

De todas formas, la falta de eficiencia y el pánico en los que se vieron envueltos los comandos, que llevó a los disparos que motivaron la muerte de tantos civiles, despiertan serios interrogantes acerca de la capacidad y preparación operativa de los combatientes de la marina israelí.

La determinación de actuar durante la noche también es problemática. Se supone que parte de la revuelta y la histeria sobre los barcos fueron consecuencia de que tanto soldados como civiles no percibían claramente lo que sucedía. Esta es una receta clara de escalada por parte de los que imaginan pero no ven quiénes llegan y cuáles son sus intenciones.

En octubre de 1962 se suscitó una crisis de misiles en Cuba. El presidente Kennedy decidió iniciar un asedio marítimo sobre la isla para evitar que barcos de guerra soviéticos llegaran allí y descargaran los armamentos. Aquello finalizó sin que se disparara ni una sola bala.

Hubiera sido conveniente que los comandantes de la marina y los que determinan políticas leyeran sobre el hecho en los libros de historia antes de decidir enviar fuerzas de comando a controlar naves con civiles a bordo.

Fuente: Haaretz - 1.6.10
Traducción: Lea Dassa para Argentina.co.il