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2010 - El año de Bibi


Las negociaciones con los palestinos, Irán y Guilad Shalit son los principales asuntos en la agenda de Netanyahu. El tiempo de Bibi es limitado; si no actúa este año, perderá la oportunidad que le fue proporcionada.

El cambio de gobierno ocurrido en Israel a raíz de las elecciones en el pasado año, no originó ninguna orientación política significativa. Al igual que sus antecesores, Binyamín Netanyahu adoptó la fórmula "Dos Estados para dos pueblos" como solución al conflicto con los palestinos, pero no le infundió un contenido genuino.

La aparente calma, la salida de la recesión económica y la estabilidad en el sistema político, le permitieron a Bibi evadir resoluciones tangentes.

También el cambio político en EE.UU, con la entrada del presidente Barack Obama a la Casa Blanca, influyó marginalmente sobre Oriente Medio. Su discurso en El Cairo despertó esperanzas de nuevas relaciones entre América, los árabes y los musulmanes y la expectativa de que el nuevo mandatario, aprovechara su posición para avanzar hacia la paz y la finalización de la conquista israelí en los territorios.

El presidente designó un enviado especial a la región, George Mitchell, quien exigió a Israel congelar la construcción en los asentamientos y con grandes esfuerzos, obligó al primer ministro israelí a declarar una moratoria parcial. Pero Obama fracasó en sus intentos de renovar las negociaciones entre Netanyahu y el presidente palestino, Mahmud Abbás.

2010 deberá ser el año de acción de Netanyahu. El primer ministro tendrá que justificar su regreso a la dirigencia, la cual argumentó con una profunda preocupación por el futuro de Israel.

Bibi deberá apoyarse en la Administración norteamericana, comprometida con la paz en Oriente Medio. Todo acarreo adicional en el proceso político sólo fortalecerá a los opositores a la moderación y al acuerdo.

Tres decisiones estarán a la orden del día de Netanyahu:

1) Propulsar la paz. Bibi dice que él desea y puede promover un acuerdo con los palestinos. Pues bien; deberá llevarlo a cabo ahora y conducir a Israel a una retirada de Cisjordania (un intercambio de territorios) y la creación de un Estado palestino en la Margen Occidental y en la Franja de Gaza.

En realidad, un acuerdo como éste será antagónico a la ideología de Netanyahu hasta el presente, pero el primer ministro ya demostró que es capaz de cambiar posturas. Su popularidad desde el regreso al poder y su potencialidad en el sistema político le brindan un amplio margen de libertad de acción. Ahora es su turno de liderar.

2) El enfrentamiento con Irán. Uno de los eventos más importantes del 2009, fueron los comicios presidenciales en Irán. Allí despertaron protestas de oposición sin precedentes, y condujeron al régimen islámico a la más grave crisis que supo en los 30 años de su dominio.

Entretanto, las divergencias internas no pusieron coto al programa nuclear, y los esfuerzos de Obama por el diálogo con Teherán no llegaron a buen puerto. Pero el cambio interno que se denota en Irán brinda esperanzas de apaciguamiento en la región. A Israel le está prohibido intervenir. Netanyahu debe comprometerse a la discreción absoluta y a una estrecha coordinación con Obama. Además, tendrá que evitar aventuras militares, que sólo enredarán a Israel en una guerra sin sentido con el gobierno de Ahmadinejad.

3) El rescate de Guilad Shalit. Debido a las vacilaciones de Netanyahu, el año culminó sin negociaciones de intercambio de prisioneros con Hamás. La demora sólo conlleva a eternizar la tragedia del soldado prisionero. Bibi deberá solucionar este delicado asunto que heredó de Ehud Olmert, y desocupar su tiempo para las difíciles misiones que le aguardan.

El tiempo de Netanyahu es limitado; si no actúa este año, perderá la oportunidad que le fue proporcionada para llegar a un acuerdo de paz con los palestinos.

Fuente: Haaretz - 1.1.2010
Traducción: Lea Dassa para Argentina.co.il