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Carta a la “Juventud de las Colinas”

Desde mi experiencia como educador sé lo difícil, y de hecho imposible, que resulta predicar a personas que están convencidas de ser los sagrados defensores de la Tierra de Israel; de ser a quienes le cabe la responsabilidad de agitar la bandera de la Torá pura y genuina; de eliminar la conducta conciliadora, el cabildeo de favores y el servilismo de miles de años de exilio.

Manifestantes que se dedican a lanzar ataques "de represalia" contra palestinos que no han hecho daño a nadie; a profanar mezquitas y a quemar copias del Corán, se consideran a sí mismos iguales a los héroes de la antigua Judea, que combatieron contra el ejército griego-sirio que profanó el Templo y los obligó a postrarse ante los ídolos.

Eso es lo que les estoy diciendo:

Ustedes se consideran a sí mismos los nuevos hasmoneos, los macabeos, reacios a inclinar sus cabezas ante el poder sacerdotal helenizante, el cual, hoy en día, identifican con Tzáhal. Como están firmemente convencidos de que todos sus actos se ejecutan como parte de un mandamiento divino, jamás podrán admitir que han pecado. Y sin el reconocimiento del pecado, no hay posibilidad de reparación ni de expiación.

Les estoy diciendo que comenten un error fundamental. Si un país puede ser sagrado; si existe santidad en la tierra y en las piedras, entonces, ¿no es evidente que, con más razón, exista santidad en el hombre - ya sea árabe o judío -, que fue creado a imagen de Dios? ¿No comprenden que no existe una "porción de Dios del Cielo", como Job lo describió, en los surcos de la tierra, sino que, indudablemente, la hay en los civiles palestinos inocentes?

¿Tienen alguna idea acerca de cuán grande es esa "porción de Dios" en el Coronel Ran Kahane, el comandante de la Brigada de Efraín, y en cada uno de sus soldados, que arriesgan diariamente sus vidas para defender las suyas y las de sus familias contra el ataque de terroristas que trabajan incansablemente para quitárselas? ¿Cómo se atreven a profanar a estas personas santas? ¿Cómo puede caber en sus mentes la idea de asumir el papel de nuestros enemigos, los terroristas? ¿Cómo fue que su amor por la tierra se ha distorsionado tanto hasta el punto de convertirse en un amor de ladrillos y cemento, haciendo que se olvidarán de todo lo demás?

Ustedes no me han apedreado a mí, y sin embargo, me han herido de muerte. Me han robado uno de los bienes más sagrados para mí. Amo la Tierra de Israel con todo mi corazón y toda mi fuerza. Abandoné Estados Unidos, mi tierra natal, para ayudar a construir mi querida ciudad de Efrat, y para forjarme a mí mismo en ella. Dondequiera y cada vez que me toca hablar - y he tenido el privilegio de viajar y de hablar por todo el mundo -, me presento como un "colono orgulloso". Y ustedes me han despojado de ese orgullo. Ustedes han hecho de "colono" una mala palabra. Ustedes han logrado que me avergüence de ser un colono; de ser llamado por el mismo nombre de aquellos cuyo amor por la tierra se ha convertido en odio hacia los seres humanos.

La Torá está llena de alabanzas a la Tierra de Israel, pero en ningún lugar nos manda a "amar" la tierra. Se nos manda a "amar al prójimo como a ti mismo" (Levítico; 19-18). Y puesto que las palabras que siguen, las palabras que terminan ese versículo, son "Yo soy el Señor", el comentarista medieval Abraham Ibn Ezra explica que ese "prójimo", en ese contexto, es cada ser humano creado a imagen de Dios.

Hay un vínculo trágico y directo entre aquellos que ejecutan acciones "de represalia" contra los árabes, y quienes toman parte en los ataques contra Tzáhal. Shimón y Leví, dos de los hijos de Yaakob, asesinaron a todos los hombres de Shjem en un acto de venganza colectiva que no hizo distinción alguna entre culpables e inocentes.
Terminaron perjudicando a su propio hermano, Yosef, ya que, de acuerdo con un midrash, o interpretación rabínica, ellos fueron la fuerza motriz que determinó su venta a Egipto.

Por favor, les estoy pidiendo que cambien y que se arrepientan antes de que sea demasiado tarde.

No vendan su alma, su porción de Dios, incluso a cambio de nuestra tierra santa.

* Shlomó Riskin es el rabino de Efrat.

Fuente: Haaretz - 27.12.11
Traducción: www.israelenlinea.com