Quien quiera comprender la realidad desde la óptica de las declaraciones realizadas por el gobierno del primer ministro, y de los medios de comunicación que responden a él, puede llegar a pensar que el Israel de hoy es casi una utopía.
El primer ministro Binyamín Netanyahu no se dedica solamente a denunciar todo lo que vale la pena denunciar (la discriminación, los sicarios, la adulación de los voceros) y a tomar partido por todo lo que vale la pena apoyar (la causa femenina, la seguridad, los juegos de preguntas y respuestas sobre la Biblia), sino que además se ocupa de "ordenar" y "dirigir" buenas obras cada semana.
Sólo en esta semana, hemos recibido buenas noticias acerca de conversaciones de paz; sobre educación gratuita desde los 3 años; sobre un tren a Eilat que viajará a 300 kilómetros por hora y sobre el establecimiento con carácter retroactivo de la unidad antiterrorista cibernética. Y si todo esto no fuera más que fantasía, no habría porqué preocuparse: Binyamín Netanyahu y su gabinete serán los primeros en condenar a los responsables.
Durante su primer mandato como primer ministro, Bibi iba a ser recibido por sus admiradores cantando al unísono: "¡Es un mago; es un mago!" Pero, de algún modo misterioso, ese fue precisamente el momento en que demostró poseer cualidades políticas decididamente torpes, con lo cual probó ser un fracaso en su trabajo.
Por extraño que parezca, este canto se ha ido apagando, o bien, se ha convertido en abucheo, precisamente ahora cuando los trucos y habilidades malabares de Netanyahu han alcanzado tal nivel que incluso el gran Houdini no sería capaz de imitarlos ni en sueños: Sus mayores rivales son cortados a la mitad todas las noches sobre el escenario, y cada día saca de la galera un nuevo conejo aterrorizado que desaparece nuevamente en su interior, y que él consigue sacar otra vez.
Sin embargo, ya sea por rutina o por costumbre, la gente dejó de admirar en su totalidad la magia real detrás de todos esos efectos. Ya no aprecian el hecho de magia que implica la existencia misma de la actuación de Bibi y de su gobierno - es el único espectáculo de la ciudad, sin rivales, y sin ninguna relación con su calidad y ejecución.
Eso es un logro fenomenal. Se lo puede atribuir a la perspicacia política adquirida; al control rastrero de los medios de comunicación por parte de la "administración", o al continuo desgaste y persistencia.
Pero para comprender realmente el secreto de Netanyahu, es necesario apelar a su célebre colega: el Mago de Oz.
Como los lectores del libro de Frank Baum recordarán, una de las singulares maravillas del Mago de Oz consistía en su capacidad de aparecer bajo diferentes formas, basadas en los deseos o los miedos de los personajes.
Al conocer a Dorothy, se presenta bajo la forma de una cabeza gigante; frente al Espantapájaros, como una ninfa; frente al Leñador de Hojalata, como un feroz animal, y frente al León Cobarde, como una bola de fuego. La mayoría de las veces, aparece solamente como una voz sin cuerpo, potente y sonora.
La magia de Bibi se basa también en el mutuo equilibrio y compensación de al menos cuatro engaños: Para los colonos y la derecha religiosa, adopta la forma de un sicofanta y un macartista; para la izquierda, pretende ser "un hombre de ley" y la persona que ha "llegado muy lejos" al declarar dos Estados para dos pueblos; para los de centro, parece ser un experto malabarista que ha logrado mantener exitosamente hasta ahora el statu quo sin ninguna avería grave; mientras que frente a los líderes extranjeros, se presenta bajo la forma de un Gulliver político, atrapado en las redes de la propia coalición que él mismo se ocupó de tejer.
¿Cuánto más podrá durar este show? En "El Mago de Oz", la verdadera identidad del mago se revela finalmente, por casualidad. Resulta ser un viejo hombrecito de Omaha, Nebraska; un artista de circo que usa trucos y un megáfono para parecer grande y fuerte.
Al mismo tiempo, cuando el gobierno de Netanyahu habla con total seguridad en esta etapa de un período más como mínimo, tal vez tenga algo en qué basar su afirmación.
Después de todo, el hecho de que nuestro mago no es más que un estafador proveniente de algún "Omaha", es algo que ya todos saben, pero a la mayoría de los israelíes no les importa demasiado. Probablemente, porque todos nos encontremos ya en la Tierra de Oz.
Fuente: Haaretz - 24.1.12
Traducción: www.israelenlinea.com