Un promedio de dos cohetes por día desde el 1º de enero del 2012 aterrizó en localidades civiles en el sur de Israel, más de 65 ayer miércoles - al menos hasta finalizada esta nota -, otros 50 el martes, lo cual significa, por mero cálculo matemático, que hubo también días tranquilos. ¡Qué afortunados que son los habitantes del sur de Israel! Hasta pasan días sin tener que correr a los refugios, sin tener que buscar resguardo.
Claro que ayer, en el kibutz Kisufim, el resumen de la jornada no pasaba por allí. Tres agricultores, trabajadores extranjeros que se hallaban en el campo junto a israelíes habitantes del lugar, resultaron heridos al caer cerca suyo morteros disparados desde enfrente, desde Gaza. No es la primera vez. En lo de sus vecinos de Ein Hashloshá, hace unos años, un voluntario ecuatoriano pagó con su vida por la ilógica de los grupos terroristas en Gaza.
Solemos recibir los comunicados que indican que «no hubo víctimas, sólo daños materiales» o que cuentan sobre los impactos en campo abierto. Suenan a resúmenes de incidentes sin peligro alguno. «Cohetes caseros», les llaman a menudo en la prensa internacional, dejando la impresión de que son un juguete que no tendría ni que preocupar al poderoso ejército israelí.
Habría que preguntárselo a los residentes de los kibutzim Kisufim, Ein Hashloshá, Kfar Aza y Reim, entre otros, en cuyas casas hubo impactos directos de misiles disparados desde Gaza causando serios daños. No entran en las estadísticas dramáticas, quizás porque los disparos no terminaron con muertos, pero la distancia entre el milagro y la tragedia es a veces cuestión de unos pocos metros.
Y se ve que eso de «caseros» no era tan relevante en el caso de todos aquellos misiles de largo alcance disparados ayer desde Gaza hacia la ciudad de Ashkelón y otras localidades del sur, que fueron interceptados por la batería antimisiles «Cúpula de Hierro». Y para comprender el significado de la situación actual, de esta nueva peligrosa escalada en el sur, para comprender cómo es que no se la puede medir únicamente en términos de víctimas mortales y quitarle seriedad por el hecho que no habido muertos, hay que saber cómo funciona la «Cúpula de Hierro».
Su sofisticado radar central capta cuando algo es disparado desde Gaza. No sólo registra el disparo sino que puede determinar en cuestión de pocos segundos, si el cohete o misil en camino aterrizarán en una zona poblada o en tierras descampadas. El sistema ordena lanzar el misil antimisil para interceptar al proyectil en camino, únicamente cuando capta que caerá en una zona habitada. Varias veces fue activada ayer. Significa que varias veces fue puesta en funcionamiento porque de lo contrario, misiles habrían impactado en Ashkelón o en cualquier otra ciudad del sur, también en Beer Sheva, la capital del Negev. O sea que cada misil de esos, de no tener Israel en sus manos la «Cùpula de Hierro», podría matar a mucha gente.
Y todo esto, cuando oficialmente, Israel vive ahora sólo una escalada en medio de tiempos de supuesta «relativa calma».
¿Qué se dirá si llega el momento en que Israel decide que así no va más, que no tiene sentido y que es hora de lanzar un nuevo operativo terrestre en Gaza para tratar de desmantelar la infraestructura armada de los terroristas?
En las últimas semanas Israel ha matado a aproximadamente 15 terroristas de distintos grupos, tanto en algunos casos de misiles disparados hacia los vehículos en los que viajaban radicales identificados como miembros de grupos yihadistas que preparaban atentados, como al disparar hacia células de lanza cohetes. A veces, cuando acababan de disparar. En la mayoría de los casos, afortunadamente, al captarlos los radares de Israel cuando se aprestaban a lanzarlos, antes de que logren hacerlo.
Lamentablemente, hubo algunos casos en los que civiles no involucrados fueron alcanzados en medio del fuego. No tenemos duda de que Israel lo lamenta y comprendemos al mismo tiempo la problemática de los así llamados «asesinatos selectivos». Pero la enorme mayoría de los últimos incidentes en los que helicópteros israelíes lanzaron misiles hacia blancos palestinos, fueron intentos de interceptar a células en camino a disparar.
«Israel lanzó un nuevo ataque aéreo sobre la Franja de Gaza», informaron repetidamente en los últimos días medios internacionales. Dos palestinos muertos había sido el resultado de un informe. Otros dos muertos en otro. Varios heridos. Unos 15, dijo ayer el ministro de Defensa, Ehud Barak, al visitar el sur del país en medio de la escalada.
Y salen las imágenes de civiles rodeando un punto en el cual sólo se ven restos destrozados de una moto.
Lo que las imágenes no muestran es lo que hay detrás de ello, todo lo que explicamos al comienzo y todo el potencial de destrucción y muerte que se convertiría en realidad diaria, si Israel no hubiese desarrollado un gran sistema de alarmas, refugios y alerta, que ha salvado muchas vidas en los últimos años.
Y lo principal: la actual es una escalada que podría haber sido evitada, con lo cual no habría habido ni muertos ni heridos en Gaza, si los terroristas no hubiesen atacado reiteradamente a Israel tanto con lanzamientos de cohetes hacia las poblaciones del sur como con la colocación de cargas explosivas en la frontera entre ambos territorios, al paso de patrullas israelíes.
Y el martes de mañana, una carga explosiva fue detonada en la frontera, por lo cual un joven oficial israelí resultó gravemente herido.
Pensamos en las energías y el dinero dedicados por los grupos terroristas a conseguir y fabricar armas y municiones.Y en todo lo que se podría hacer con ese dinero y ese tiempo, en pro de la población de Gaza. Pero allí piensan diferente.
«Ahora se podrán dedicar a desarrollar Gaza», comentamos en julio de 2005 a Mahmud al-Zahar, uno de los jefes de Hamás, en su casa en Gaza, un mes antes de la entonces inminente retirada de Israel en el marco de la «desconexión». «Ahora vamos a perseguir a Israel también afuera», respondió Al Zahar. «Logramos expulsarlos, ahora seguiremos en otro lado». Era como una radio con frecuencia equivocada. Uno piensa A y el otro habla B.
Trágico. Serio problema para Israel por cierto. Pero no menos serio para la propia Gaza.
Fuente: Semanario Hebreo de Uruguay