Me temo que pasará otra vez... El ministro de Defensa ha movilizado a sus 75.000 reservistas, es decir, a padres, hijos, comerciantes, empresarios, maestros, médicos, cualquier persona que pueda luchar.
Y pongo esta acotación porque siempre se intenta deshumanizar a Tzáhal, sin recordar que cualquier ciudadano con la edad suficiente es un soldado en aquel país.
Hoy, por tanto, miles de familias tienen el corazón en un puño, el miedo en el alma y su vida puede torcerse de manera trágica. Sin embargo, pasará otra vez...
Si como es previsible, la violencia se recrudece, volveremos a vivir el día de la marmota, ese que empieza con el relato de la maldad intrínseca de Israel. Porque en este día eterno, sólo existe un verdugo.
Por ejemplo, pasará otra vez que dirán que Israel ataca sin sentido, lo cual destapará, como decía Julián Schvindlerman, un ingenioso invento: unos cohetes iraníes que ve Israel pero no ve nadie más en el mundo.
Porque antes que ahora han caído más de 8.000 misiles en suelo israelí desde el 2005, más de 800 este año, y últimamente el promedio ha llegado a cinco cohetes por día. Ello ha implicado el pánico de más de un millón de personas que han tenido que ir a los refugios varias veces al día, aparte de heridos graves y muertos.
Y los últimos cohetes han llegado a Tel Aviv. Pero nadie lo ha visto, la ONU no se ha escandalizado y nuestros progres no han protestado.
Y durante meses, día a día, los cohetes han ido atacando el suelo de Israel.
¿Nos imaginamos un solo cohete en Barcelona? Pero que ataquen a Israel con tecnología iraní, desde posiciones cercanas, poniendo en peligro vidas y patrimonio, parece que es muy normal.
Así que pasará otra vez, que no diremos nada de esos miles de cohetes pero al primer tanque israelí hablaremos de ocupación, de violencia y de horror.
Y también pasará que se hablará de niños, porque siempre hay judíos malvados que matan niños. Ya pasaba en la Edad Media.
Y sin embargo, creo que recordar que en Israel también hay niños, que sufren, tienen pánico, resultan heridos, mueren, pero son como los cohetes de Hamás, invisibles.
Y claro, si no se ven los cohetes palestinos, ni los niños israelíes, sólo quedan los malos.
Y pasará otra vez que parecerá que sólo hay unas pobres víctimas palestinas abandonadas a su suerte y un país imperialista que las masacra.
Y sin embargo, Israel lucha en todos los flancos, rodeado de enemigos que le hostigan en el norte, le atacan en el sur y le odian en todas partes.
Y encima, las primaveras árabes traen otoños islamistas.
Pero pasará otra vez que todos sabrán quién es el malo, cuál es la solución y dónde está el dolor.
Y sin embargo, este es el conflicto más complejo del mundo y el dolor está muy repartido.
Pasará, pues, otra vez y muchos sabrán que Israel es un verdugo y los demás unas víctimas.
Y sin embargo, estos que lo sabrán todo no sabrán nada.