Estimados lectores:
Se acercan las elecciones legislativas de Israel. El próximo 22 de enero seremos llamados a la urnas para influir directamente en el futuro de nuestro Estado judío.
Al publicar el siguiente artículo, que se ocupa de un partido político en especial, Israel en línea hace un llamado a todos aquéllos que tienen ideas diferentes a enviarnos sus notas con sus opiniones sobre a quién conviene vortar y por qué.
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El equipo de Israel en línea
Elecciones 2013: Qué votar y a quién
Nosotros, los latinoamericanos que vivimos en Israel, muchos con un pasado en movimientos juveniles sionistas jalutzianos, tenemos una tradición de apoyo a partidos que privilegian la paz y la integración internacional de Israel por sobre los asentamientos y la anexión de los territorios ocupados; así como una identificación con la justicia social y de oposición al neo-liberalismo cuyas trágicas consecuencias pudimos apreciar en América Latina en los años '90. Y además - curados de espanto de la experiencia latinoamericana - nos encontramos generalmente entre los defensores de la democracia y los derechos humanos.
Estos tres temas, el conflicto palestino-israelí, la justicia social y la defensa de la democracia, siguen siendo centrales en la agenda de los israelíes. Así lo mostraron la decisión de Naciones Unidas de reconocer a Palestina como Estado observador no miembro, el repudio de países amigos de Israel a la provocativa decisión del Gobierno de Netanyahu de ampliar los asentamientos en «represalia» por la resolución de la ONU, la impresionante protesta social del verano de 2011 y los ataques constantes del Gobierno en contra de organismos de derechos humanos, de libertad académica y de libertad de prensa.
Ante las próximas elecciones, y ante la profusión de partidos en el centro y centro-izquierda del expectro político, muchos nos preguntamos ¿a quién votar?
Lamentablemente, si en vísperas de pasadas elecciones existía incertidumbre sobre la composición del futuro gobierno, hoy casi no caben dudas de que serán Netanyahu y el Likud-Beiteinu, los Liberman y los Feiglin, quienes liderarán la próxima legislatura, profundizando políticas que cierran toda posibilidad de una paz basada en dos Estados, israelí y palestino; las políticas socio-económicas que aumentan aún más las brechas sociales, el poder de los grandes empresarios sobre los políticos con la corrupción que se desprende de ella; profundizando también las ideas racistas y antidemocráticas como lo vinieron haciendo muy efectivamente en los últimos cuatro años, muchas veces con la complicidad de los partidos de «centro».
La pregunta entonces es, cuál es el partido político más confiable como portavoz de una alternativa a esta peligrosa senda por la que arrastra la derecha a Israel, poniendo en peligro su carácter de sociedad democrática.
¿Acaso Iesh Atid de Lapid? ¿Cuántas veces vamos a votar partidos de moda que desaparecen al poco tiempo, como Shinui, los jubilados o Kadima? ¿Qué camino propone Lapid para solucionar el conflicto con los palestinos? ¿Cuáles son sus propuestas para reducir la desigualdad y la pobreza? ¿Cómo es que calla frente a amenazas antidemocráticas y al racismo? ¿Cómo es que no menciona los derechos humanos?
¿Quizás votar a Hatnuá de Tzipi Livni? ¿Otra vez votar a un grupo de rejuntados de diferentes partidos y tendencias políticas sin ningún programa común que los convoque? ¿Otra vez ver como a la primera de cambio cada uno se va por su lado? ¿Quién es Hatnuá? ¿Livni que fue copartícipe de las políticas neo-liberales de Sharón, Netanyahu y Olmert, o Amir Peretz el socialdemócrata, que a último momento abandonó el Partido Laborista? ¿Quien es Hatnuá?, Amram Mitzna, que fue parte de la Iniciativa de Ginebra, o Livni que se presenta como alternativa a Netanyahu pero que apoya los bloques de asentamientos y Jerusalén unificada, propuestas que no hay líder palestino que las considere como base para un acuerdo de paz? ¿Quién es Hatnuá?, ¿la alternativa moderada a Likud Beiteinu o los candidatos que recientemente, y con el nombre de Kadima, apoyaron muchas leyes antidemocráticas y racistas que promovieron los diputados Yariv Levín y Dani Danón de la ultraderecha del Likud?
Paradójicamente, muchos simpatizantes de la izquierda consideran la posibilidad de votar al Partido Lavorista encabezado por Shelly Yachimovich, que se autoproclama como de «centro». De hecho, Shelly no miente cuando dice que no es de izquierda. Sí lo hace, al proclamarse socialdemócrata, dado que no hay un país en el mundo en el cual la socialdemocracia niegue a viva voz su identidad de izquierda, como lo hace Yachimovich. Porque mientras que la socialdemocracia siempre fue abanderada de los derechos humanos, Shelly eligió ausentarse de muchas de las votaciones en que se votaron las leyes contra las organizaciones de derechos humanos, haciendo así el juego a los partidos religiosos y de derecha. Porque la defensa de la democracia es inseparable de la socialdemocracia y cuando desde el Likud Beiteinu, el Ijud Haleumí y Shas atacaron a la democracia, a los refugiados africanos y a los ciudadanos árabes, Shelly prefirió el silencio. Naturalemente, para quien no se proclama de izquierda, pero muy extrañamente para quien se proclama socialdemócrata.
En la realidad política de 2013, Meretz es el único partido que propone, en forma valiente y coherente, una alternativa sionista de izquierda, al peligro que representa Netanyahu.
Meretz es el único partido que apoya en forma clara una solución al conflicto basada en dos Estados, expresada en la Iniciativa de Ginebra, la propuesta de Bill Clinton y el plan de la Liga Árabe. Meretz es el único partido que desde hace veinte años lleva adelante un programa socialdemócrata coherente y apoya políticas que tienen como meta la justicia social. Meretz es el único partido que defiende en forma incondicional los derechos humanos.
Frente a las posiciones antidemocráticas y antisociales de Netanyahu hace falta una oposición valiente, honesta y coherente. El laborismo habla de los problemas sociales como si el conflicto israelí-palestino no existiera, proponiendo seguir financiando los asentamientos y sin reclamar el desmantelamiento de los puestos de vanguardia piratas en Cisjordania, como lo hacía en el pasado. Hatnuá es parte del modelo neo-liberal, y nos vende la ilusión de que la paz es posible sin retirarse de todos los territorios ocupados. Iesh Atid no dice nada y cree que vamos a votarlos por sus lindas caras y sus sonrisas «pintadas».
La sociedad israelí se encuentra en un momento muy problemático: aislada del mundo, criticada por sus mejores aliados, con un gobierno que cree que puede seguir comportándose como un chico malcriado o como el matón del barrio, sin darse cuenta de que pone en peligro las relaciones de apoyo que son esenciales para nuestra seguridad.
Cerramos 2012 con un Ejecutivo que sigue llevando a cabo una política neo-liberal, desmantelando el Estado de bienestar, profundizando la desigualdad y las brechas sociales, pero a nosotros - que elegimos vivir en este país - nos está prohibido darnos por vencidos.
Frente a un gobierno liderado por Netanyahu, Liberman, Eli Ishai y Naftali Bennett no alcanza con partidos que, en el mejor de los casos, proponen una oposición a medias, y en el más probable, formarán parte de la coalición gubernamental o terminarán desmembrándose como todos las facciones de centro en los últimos 15 años. Solo Meretz presenta una oposición real, coherente, honesta y creíble al ultranacionalismo neo-liberal de Netanyahu y companía.
Con sus sólo tres diputados en el Parlamento saliente, Meretz logró legislar - aún desde la oposición - un récord de leyes sociales, ambientales, de control de los grandes «tycoons» de la economía israelí, de accesibilidad de instituciones públicas y privadas para lisiados y minusválidos y de obligación del gobierno de aplicar la igualdad de derechos y obligaciones a los religiosos y ultraortodoxos en el servicio militar. Todo esto, paralelamente a la batalla cotidiana en contra de la legislación antidemocrática que pretende imponer la derecha, muchas veces con el visto bueno de diputados de un supuesto «centro».
Si con tres diputados alcanzaron todos estos logros, indudablemente que reforzando Meretz estamos luchando por hacer realidad el sueño de paz y solidaridad social que vinimos a concretar en Israel.
Por todo esto y mucho más, votamos Meretz.