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Ambos tienen parte de razón

Binyamín Netanyahu y Shimón PeresHace mucho que el presidente de Israel no estaba en el ojo de la tormenta como esta semana. En una reunión con embajadores de Israel acreditados en el exterior, Shimón Peres desató una fuerte polémica al referirse al presidente de la Autoridad Palestina (AP), Mahmud Abbás, como interlocutor válido en el proceso de paz, al criticar la diplomacia que llevó a cabo en los últimos años el hasta hace poco canciller Avigdor Liberman y al exhortar explícitamente al Gobierno de Binyamín Netanyahu a reanudar de inmediato las negociaciones de paz.

Si bien es cierto que formalmente el presidente del Estado no debe pronunciarse sobre temas políticos, falten dos semanas o tres años para las elecciones nacionales, no creemos que aquellos que lo criticaron estaban motivados realmente por esa formalidad que sin duda es parte de la institución presidencial, sino por sus discrepancias con el contenido mismo de las declaraciones.

Es legítimo por cierto, pero aquí hay posturas importantes de lo que, en este caso, llamaríamos «las dos partes». No Israel y los palestinos, sino todos aquellos que concordaron con Peres por un lado y, por otro, todos aquellos que lo criticaron.

Pues primero, las declaraciones, para que el cuadro esté completo.

«Conozco a Abbás hace 30 años. Nadie cambiará mi opinión sobre él, sobre Abu Mazen, aunque digan que no puedo expresarla porque soy el presidente», declaró con firmeza.

Sobre el canciller Liberman: «Para un diplomático, siempre es mejor ser un león en piel de oveja, que una oveja rugiendo como un león, asustando a todo el mundo. El objetivo de la diplomacia es hacer amigos, no estar señalando a los enemigos». Esto, muy en resumen por cierto.

El partido Likud Beiteinu - la unión de las listas del Likud de Netanyahu y de Israel Beiteinu de Avigdor Liberman, de cara a las elecciones -, publicó un comunicado a raíz de dichos comentarios de Peres, acusando al presidente de estar «desconectado» del público israelí en lo que se refiere a las negociaciones con los palestinos y llamando a Abbás de «refusenik» de paz.

El primer ministro Netanyahu también criticó al presidente Peres sin nombrarlo explícitamente.

«Contrariamente a las voces que he estado oyendo estos últimos días, que me exhortan a apurarme a avanzar, a dar el brazo a torcer, a retirarme, creo que en un proceso de paz uno debe actuar con responsabilidad y no en forma apresurada, con un enfoque realista».

Netanyahu agregó que «la paz se logra únicamente cuando la seguridad haya sido garantizada» y que una retirada israelí de Cisjordania (Judea y Samaria) haría posible lo que llamó «una tercera base de Irán en la zona».

A nuestro criterio cada uno - Peres y Netanyahu - tiene parte de la razón. Y lo que nos interesa analizar aquí no es si Peres debería o no haber hablado.

Es cierto que el presidente no debe pronunciarse sobre temas políticos. Ya decía el primer presidente de Israel, Jaim Weitzman, que el único lugar en el que presidente del Estado puede «meter su nariz» es «en su pañuelo».

Pero aunque no necesariamente por justificar a Peres, nos parece que el que haya «osado» decir lo que dijo, muestra con cuanta preocupación ve el estancamiento actual. No aguantó más y habló.

El problema es que tiene razón en cuanto a la necesidad de negociar con la AP y con el propio Abbás - que sin duda es mucho mejor que la alternativa de Hamás. Y también tiene razón Netanyahu al exhortar a la cautela, dado que Abbás hace años que rehúsa volver a negociar con Israel poniendo condiciones y alegando que el actual Gobierno israelí no le da base alguna para hablar.

Pero cuando de fondo está un Hamas cada vez más fuerte, lo que debe tomarse en cuenta no es sólo su amenaza sobre la AP sino también el peligro que puede significar para Hamás que el grueso de los palestinos estén conectados a Israel mediante un acuerdo de paz.

La jefa del nuevo partido Hatnuá, la ex canciller Tzipi Livni, sostiene que cuando los israelíes vayan a las urnas el 22 de enero, estarán optando por «el miedo o la esperanza». Livni acusó al Gobierno de intentar continuamente infundir miedo en la gente y sostuvo que su propuesta de avanzar hacia la reanudación de las negociaciones, trae esperanza.

Es un poco simplista el mensaje, pero la dicotomía que presenta, puede surtir efecto.

Lo interesante es que según dos de los últimos sondeos publicados estos días, más allá de las preferencias partidarias de cada ciudadano israelí, el grueso de la población está a favor de un acuerdo con los palestinos que termine el conflicto.

Según el instituto de sondeos de Rafi Smith, de gran trayectoria en Israel, el apoyo a una solución de dos Estados, que no incluye el regreso de refugiados palestinos a territorio israelí, es del 67%, y según una encuesta del Instituto Dajaf, es del 68%. Un 21% y un 25% respectivamente, se oponen.

Pero quizás lo más interesante sea el análisis de las respuestas entre los votantes de derecha. El primer sondeo, realizado por el Instituto Dajaf, que dirige la Dra. Mina Tzemaj, indicó que un 57% de los votantes de la lista Likud Beiteinu y un 53% del partido Habait Haiehudí - identificado con religiosos nacionalistas y con los asentamientos - votarían a favor de la solución de dos Estados en base a las fronteras de 1967 con intercambios territoriales que dejaran los tres grandes bloques de asentamientos judíos - Maalé Adumim, Ariel y Gush Etzión - bajo soberanía israelí.

Un sondeo del instituto de Rafi Smith muestra que el 58% de los votantes de Likud Beiteinu apoyaría esa solución, frente al 34% que se opone.

El mensaje nos parece claro: también entre gente de derecha, que puede ser más desconfiada y creer menos en la posibilidad de paz con los palestinos, hay un deseo de solucionar el conflicto en forma digna para ambas partes. Eso es un mensaje al gobierno que funcione después de las elecciones.

Tienen que volver a intentar.

Fuente: Semanario Hebreo de Uruguay