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Como no destituir a Netanyahu

Lapid, Yachimovich y LivniLa pasada noche del domingo fuí a ver ell partido de basket que jugaron Hapoel Jerusalén contra nuestro archirival, Macabi Tel Aviv. Perdimos otra vez.



En el Malha Arena de la capital, en el intervalo, cientos de personas que nos reunimos al aire libre cercados por el humo de los cigarrillos, nos hicimos la misma pregunta ¿Por qué la líder del Partido Laborista, Shelly Yachimovich se avergüenza de ser llamada de izquierda?

Si el estado de ánimo en el entretiempo ya podría aventurar el resultado del encuentro, todos sabíamos que Yachimovich anunció la semana pasada que no se uniría, pase lo que pase, a una coalición formada por Netanyahu después de la elecciones, hecho que causó buena impresión entre los veteranos miembros de Avodá, desilusionados con sus constantes intentos de distanciarse de sus tradiciones izquierdistas y pacifistas.

Muchos de ellos todavía no decidieron a quién votar. El empresario de hi-tech, Erel Margalit, y la activista social, Hili Tropper, fanáticos de Hapoel y candidatos laboristas se pasaron parte del encuentro hablando del futuro del partido.

Margalit parecía mucho más tranquilo y feliz por una buena razón: como es el número 10 en la lista, su banca en el próximo Parlamento es segura. En cambio Tropper, en el lugar 23, probablemente tendrá que volver a su trabajo como directora de escuela.

Los hinchas de Hapoel Jerusalén no son representativos de todos los votantes, pero ni siquiera en este espectro, estamos convencidos que Yachimovich esté en lo correcto.

El último sondeo de intención de voto publicado el lunes por el Canal 10, realizado por el profesor Camil Fuchs - que es también el encuestador de «Haaretz» - determinó que el Partido Laborista siguen atascado en 17 escaños. Su única opción razonable para recuperar impulso es abandonar sus esperanzas de atraer a votantes del Likud, dar la espalda al bloque capitalista que tradicionalmente vota a Netanyahu y tratar de recuperar a quienes nunca votarían por el Likud, pero que también perdieron la fe en Avodá.

Por eso, el tan anunciado encuentro de los tres líderes de los partidos de centro-izquierda estaba destinado al fracaso. Yachimovich no pudo rechazar la invitación de Tzipi Livni que se anunció en el horario estelar de televisión el viernes pasado; pero las posibilidades de acordar una estrategia conjunta para el día después de las elecciones son nulas.

Es más, Yair Lapid y Yachimovich denunciaron que Livni convocó a dicha reunión a sabiendas de que sería «sin contenidos». Sus electores son ciudadanos de clase media que creen que la líder laborista es una socialista peligrosa.

El regreso de Livni a la política, a menos de dos meses atrás, fue el comienzo de la decadencia del Laborismo en los sondeos.

Además, los ex líderes del Partido Laborista, Amram Mitzna y Amir Peretz, se unieron al partido Hatnuá de Livni argumentando que rechazaban la actitud de Yachimovich de olvidarse del proceso de paz como estrategia electoral. Creo que son muchos los israelíes que hubiesen votado a Yachimovich en dichas circunstancias.

Lapid también tiene poco interés en llegar a acuerdos con otros partidos de centro. El afamado animador dejó una lucrativa carrera en los medios para ser ministro en el próximo Gobierno y no va a dejar que nadie decida lo contrario.

¿Y qué pasa con Livni? ¿Acaso fue sincera en su intento de unificar el bloque? En cada entrevista, la ex canciller repite el mantra de que podría haber formado su propio Gobierno o unirse a la coalición de Netanyahu, pero prefirió no comprometer sus principios y se mantuvo en la oposición.

Eso es verdad; pero si realmente quería reforzar la oposición anti-Netanyahu, dividiéndola aún más con la formación de un nuevo partido, me parece que no dio en el blanco.

Fuente: Haaretz