Ciertamente la comunicación entre Obama y Netanyahu no es fluída.
En su última columna, el periodista norteamericano, Jeffrey Goldberg, de la agencia de noticias Bloomberg, que a menudo es utilizado por la Casa Blanca para enviar mensajes a Israel, dio cuenta del malestar del presidente estadounidense con respecto al primer ministro israelí, Binyamín Netanyahu.
Goldberg relató que cuando le comunicaron, hace unas semanas, el último anuncio israelí de construir miles de viviendas para nuevos asentamientos en la zona E-1 entre Maalé Adumim y Jerusalén, en Cisjordania, Obama ni siquiera llegó a enfadarse.
El mandatario reelecto se limitó a decir que Netanyahu «no sabe qué es lo que más le interesa a Israel» y, según Goldberg, estas mismas palabras las repitió en varias conversaciones privadas durante las últimas semanas.
Creo que Netanyahu, contrariamente a lo que piensa Obama, sí que sabe lo que hace y sopesó muy bien cuáles son los intereses de Israel.
Su política de construcción en los territorios palestinos, y particularmente en el área de Jerusalén, no obedece a una ira momentánea. Es una actitud que anida profundamente en la cabeza de Netanyahu y fue consistente durante todo su segundo mandato como primer ministro. Es el resultado de una honda reflexión del líder israelí.
Obama, agregó Goldberg, cree que Netanyahu está llevando a Israel a un aislamiento internacional.
Pero de nuevo aquí hay que decir que el mandatario hebreo sabe lo que hace y, por más irónico que pueda parecer, será finalmente el propio presidente norteamericano quien saque del fuego las castañas de Netanyahu y quien impida el aislamiento internacional del Estado judío.
Aunque Obama no lo vea, Netanyahu entiende muy bien cuáles son los intereses de Israel, del «Gran Israel» que él persigue y que persigue la ultraderecha israelí, como quedó claro en los resultados de las elecciones de este martes.
El primer ministro israelí quiere consolidar a toda costa la ocupación. Hace tiempo formó una comisión gubernamental al respecto, encabezada por un ex juez de la Corte Suprema que, en sus recomendaciones, se pronunció a favor de la «legalidad» de los asentamientos en Cisjordania.
Netanyahu sabe que la comunidad internacional no adoptorá - por ahora - ninguna medida de peso para contrarrestar su política de hechos consumados, diga lo que diga Obama.
Netanyahu está en su camino y, al parecer, nadie lo va a conseguir sacarlo de él. Si no pudo Obama tampoco podrá Yair Lapid.
Y, activa o pasivamente, Obama va a seguir contribuiyendo a esa expansión; que no le quepa duda.
De hecho, ya lo está haciendo.
Fuente: The Huffington Post