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Desensillar hasta que aclare...

Binyamín NetanyahuSi ésto ya no hay quien lo pare;
Hacé lo del gaucho vos.
Desensillá hasta que aclare
Y después…. ya dirá Dios…

(«Desensillá hasta que aclare»; Manuel Romero)

Los analistas políticos de las últimas elecciones generales en Israel han dedicado horas de trasmisión y metros de impresión para barajar las distintas posibilidades de armar una coalición gobernante.

Sorpresivamente la mayoría de ellos no demostró poseer originalidad de pensamiento y uno tras otro se fueron arrinconando detrás de un pronóstico más o menos uniforme que puede resumirse así: «Netanyahu ganó las elecciones, pero perdió poder» [1] y por consecuencia inmediata se aproximan cambios significativos.

Este reacomodamiento de las bancas en el Parlamento israelí dio lugar a ilusiones muchas veces fantasiosas. «Lo que ocurrió es que Netanyahu perdió un cuarto del poder de su partido porque hay un cambio general en Israel. La gente que votó por primera y segunda vez quería algo un poco distinto. Netanyahu está intentando formar una coalición totalmente distinta de la anterior que era mucho más conservadora. Es la primera vez en mucho tiempo que se nota que hay una expectativa en el aire, esperanza que las cosas cambien. Todo esto va a ocurrir, porque no le quedan más alternativas a Netanyahu. Tarde o temprano tendrá que pactar con Lapid para poder formar gobierno» [2].

Por el contrario, un análisis profundo de la realidad post-elecciones nos demuestra que la perspectiva de cambios significativos no es más que una exageración y es testimonio de un desconocimiento de la dinámica del desarrollo político y las fuerzas básicas que mueven la sociedad israelí.

Se puede estar de acuerdo en que Netanyahu personalmente se debilitó como consecuencia del resultado de las elecciones, pero de ahí a afirmar que su camino político perdió fuerzas significa un grave error de apreciación.

La trascendencia de los centros de poder dominante en la sociedad israelí permanece intacta. Máximo se produjo un reordenamiento partidario como consecuencia del acople entre Likud e Israel Beiteinu junto a la limpieza ideológica dentro del Likud que logró desprenderse de la plomada que significaba la presencia de parlamentarios «demasiado liberales y transigentes» como Meridor, Begin y Eitán.

Con su habilidad y sagacidad política, Netanyahu tiene muy claro el brillante éxito de su reciente mandato en los aspectos centrales de su administración: colonización judía civil de Cisjordania y concentración de la riqueza en unos pocos magnates. Sus logros fueron tan significativos en un periodo tan corto que el crujido del voto de protesta le indicó que se está arribando justo al punto donde se estiró demasiado la cuerda.

Pese a la comisión Trajtemberg y las tentadoras promesas de Netanyahu, el inusitado ritmo de la creciente concentración de riqueza en pocas manos conjuntamente con un deterioro permanente en los ingresos de la clase media [3] mantuvo latente el descontento generalizado de una parte importante de la población que a modo de disconformidad votó a Yair Lapid.

A Netanyahu, con seguridad, no se le pasó por alto que también los frenéticos planes de construcción del último tiempo en tierras conquistadas en 1967 se extralimitaron creando una peligrosa situación internacional de un posible aislamiento. El general retirado, Yaakov Amidror, Director del Consejo de Seguridad Nacional Israelí y asesor de primer ministro, personaje que difícilmente pueda ser considerado de la izquierda traicionera, «se expresó en reuniones cerradas que la ola de construcción judía en Cisjordania causa un enorme daño político a Israel que está perdiendo el apoyo de sus grandes aliados» [4].

La conocida astucia de Netanyahu le ayudó a comprender esta delicada situación. Es necesario un periodo de relajamiento aflojando la cuerda antes que se corte. Hay que desensillar hasta que aclare; hay que esperar el momento oportuno sin precipitarse, la ocasión propicia, para asestar nuevamente el golpe de los verdaderos intereses que lo mueven. Cortejar detrás de Lapid y Tzipi Livni con consignas como «igualdad de la carga» o «relanzamiento de las conversaciones de paz» sólo tiene como objetivo equiparse de la máscara adecuada por el tiempo necesario para congelar la situación actual en espera de la coyuntura oportuna. La desaforada y tan criticada ola de autorización de construcciones en Cisjordania de meses atrás como represalia a la recepción de Palestina como Estado observador no miembro de la ONU es un claro y vivo ejemplo.

La próxima visita de Obama sin ninguna iniciativa nueva para resolver el conflicto con los palestinos no se puede interpretar de otra forma más que un fuerte espaldarazo a la política de Netanyahu y una inyección de anestesia política al público israelí y a líderes de potencias del mundo. Pese a las inclementes críticas hacia el presidente norteamericano, el liderazgo de de los colonos judíos tendría que erigir a Obama un imponente monumento en la cima de la colina más alta de Cisjordania. En última instancia, gracias a su accionar y el millonario aporte de del fisco norteamericano a los asentamientos judíos [5], las colonización judía creció en los últimos años a un ritmo casi sin precedentes [6].

Nadie se debe sorprender si en pleno discurso en la cena de gala en honor del presidente de Estados Unidos, este, simbólicamente, se arrodille y le lustre los zapatos a Netanyahu.
 
Ojalá me equivoque…

[1] «Ganó Netanyahu, pero perdió poder»; Elisabetta Piqué; La Nación; 23.1.13.

[2] «Israel quiere otro estilo de política» Andrea Daskal; Entrevista a Henrique Cymerman; Israel en Línea; 5.2.13.

[3] «Los ingresos de la clase media se deterioran continuamente desde 2007»; Informe Banco Central de Israel; Ynet; 13.3.12.

[4] «La construcción de asentamientos causa un enorme daño politico»; Haaretz; 7.2.13.

[5] «Tax-Exempt Funds Aid Settlements in West Bank»; Rina Castelnuovo; The New York Times; 5.7.10 - «Los impuestos de Obama apoyan el florecimiento de las colonias judías en Cisjordania»; Haaretz; 14.12-.09.

[6] «Récord de todo una década en autorización de construcciones judías en Jerusalén Oriental»; Haaretz; 3.1.13. «Shalom Ajshav: Récord de construcción en los asentamientos en 2011»; Ynet; 10.1.12.