Bar Refaeli, la mega modelo israelí, desfila nuevamente por la pasarela de un escándalo que ocupa los medios israelíes e internacionales. Esta vez no se trata de un nuevo altercado con algún fotógrafo o paparazzi. Refaeli es motivo de una seria polémica entre dos de las instituciones más importantes de Israel: La Cancillería y el Ejército.
Con el objetivo de contrarrestar el preocupante desgaste de la imagen internacional de Israel, el ministerio de Exteriores movilizó el poder de persuasión de esta reconocida top model internacional y la incorporó a un programa especial. Como anécdota curiosa, vale la pena mencionar que Refaeli no se alistó al Ejército obligatorio ni aportó tiempo al servicio civil nacional.
De forma inesperada Yoav Mordejai, general en función de Vocero del Ejército israelí, envió a la Cancillería una furiosa carta de indignación donde recriminaba la participación de la modelo en la campaña de promoción de Israel en el exterior. «Convenir con Refaeli es un mensaje de indulgencia e impunidad hacia quienes se escabullen del servicio militar obligatorio» [1], afirmó enérgicamente el General Mordejai.
La réplica de la Cancillería no se dejó esperar y no fue menos tajante y enérgica que la recriminación del Ejército. Ygal Palmor, vocero del ministerio de Exteriores rechazó de plano la reprimenda del Ejército y le recordó al General Mordejai que «el portavoz del Ejercito no tiene ninguna autoridad para entrometerse en asuntos relacionados a campañas de difusión de imagen de Israel. El vocero del Ejercito se autodesignó ministro de Moralidad» [2].
Sin intervenir en el meollo de la polémica, da la impresión que la Cancillería hebrea se mareó en las curvas de la modelo y misteriosamente tiró por la borda principios que hasta hace poco tiempo su cabecera los consideraba la esencia de Israel como Estado Judío.
Avigdor Liberman, canciller que renunció unos pocos meses atrás, y Danny Ayalón, vicecanciller a cargo del ministerio hasta el momento en que explotó la controversia con el Ejército, como líderes del partido Israel Beiteinu, lucharon por el dictamen de una ley que condicione la ciudadanía a un juramento de fidelidad al país como Estado judío y el alistamiento al servicio militar o civil obligatorio.
Más aun; desde el momento que el Parlamento israelí rechazó el proyecto de Israel Beiteinu, Liberman y Ayalón, como autoridades máximas de la Cancillería, lograron imponer esos criterios en su mandato.
En una reunión de directivos de la Cancillería, Liberman detalló las nuevas exigencias para incorporarse a la carrera diplomática: «Quien pretende representar al Estado en el mundo debe tomar parte de sus obligaciones como ciudadano. Sólo quien se aliste al Ejército o al servicio civil obligatorio puede incorporarse a los cursos de aspirantes para ser futuros diplomáticos en representaciones de Israel en el exterior» [3].
Sólo queda en el aire el interrogante de si se trata de un mareo ante el potencial de una figura despampanante o de un nuevo ejemplo de principios de plastilina que se amoldan fácilmente a las pretensiones del funcionario de turno.
[1] «El Ejército de Israel contra Refaeli»; Walla; 17.3.13.
[2] «La batalla por Refaeli»; Walla; 18.3.13.
[3] «Liberman a funcionarios de su ministerio: sin fidelidad, no se puede ser diplomático»; Maariv; 24.8.09.