Con toda la pena que ello significa para una democracia moderna, se debe reconocer que una alternativa de izquierda en Israel - una sociedad socialmente justa y predispuesta a una solución de compromiso territorial con el pueblo palestino - perdió su relevancia ya casi dos décadas atrás y tiene serias perspectivas de permanecer marginada del poder por generaciones.
Los arquitectos de esa obra maestra fueron Shimón Peres y Ehud Barak, quienes prefirieron cumplir la función de hoja de parra política de gobiernos que profundizaron peligrosamente la desigualdad económica-social y poblaron Cisjordania con cientos de miles de habitantes de asentamientos judíos de manera que prácticamente dejaron sin efecto toda posibilidad de un acuerdo basado en el principio de dos Estados para dos pueblos.
Ante una barrera electoral imposible de saltar democráticamente, el liderazgo de izquierda, y gran parte de sus intelectuales allegados, optaron por implorar una solución impuesta por los norteamericanos como la máxima e indiscutible potencia del mundo occidental.
El retorno a la presidencia de EE.UU del partido demócrata con Obama a la cabeza renovó las esperanzas y el entusiasmo tras ocho años de estancamiento con el conservador Bush. De nada valieron sus enormes esfuerzos, inclusive la creación de un lobby judío norteamericano de izquierda - J-Street - para competir con el poderoso grupo judío pro-israelí de derecha AIPAC.
En la práctica los resultados fueron desastrosos. Netanyahu, con la inquebrantable ayuda de AIPAC, arrodilló y humilló públicamente a Obama por la sola ocurrencia de proponer y tratar de implementar la justa solución de la creación de dos Estados con límites territoriales sobre la base de las líneas existentes el 4 de junio de 1967.
Hace casi cuatro años y tan sólo a cinco meses de la propuesta de Obama en su famoso discurso en la Universidad de El Cairo, el autor de este artículo otorgó al futuro Estado palestino el carácter de mortinato [1].
Pese a las innumerables iniciativas de reanudar las negociaciones de paz, se puede afirmar, sin mucho riesgo de error, que el Estado palestino murió sin conocer el mundo. Le dieron tantas cachetadas y lo asfixiaron hasta que lo mataron antes de nacer.
La reelección de Obama para un segundo periodo presidencial reinstituyó la creencia que esta vez el líder norteamericano se iría a desquitar por el apoyo de Netanyahu a su rival, el republicano Mitt Romney. Nuevamente un discurso centró toda la atención. Esta vez fue dirigido desde Jerusalén directamente a la población de Israel con un contenido similar al de cuatro años atrás, aunque ahora acentuó que el éxito del proyecto dependerá no de él sino más bien de la ciudadanía hebrea que deberá presionar a sus líderes.
Con un marcado síntoma de oído selectivo, gran parte de los sectores e intelectuales allegados a la izquierda israelí lo recibieron con renovado furor y una sensación de que tenemos la paz al alcance de la mano; sólo es cuestión de ir y golpear las puertas de nuestros gobernantes.
Para Gideón Levy, cronista de «Haaretz», el discurso de Obama en El Cairo fue comparable al de Martin Luther King, que penetró profundamente en las sociedades árabes convirtiéndose en la raíz que germinó revoluciones. Tal vez este nuevo discurso de Obama en Jerusalén ahonde también en los estratos de la sociedad israelí y los guie a un gran cambio. «Este discurso debe ser parte de los libros de historia. Obama volvió a ser Obama y a lo grande. El presidente de EE.UU dio hoy su palabra. Se encaminó hacia la base: la justicia. Ahora es el turno de los israelíes» [2].
Da la impresión que estos analistas no se percataron que en los resultados de los últimos comicios, aparte de no elegir a tres miembros liberales del Likud: Benny Begin, Dan Meridor y Mijael Eitán, la mayoría de la extrema derecha en el Parlamento israelí permanece firme. Sólo por cuestiones tácticas y de imagen del momento, Netanyahu prefirió dejar de lado a partidos religiosos ultraortodoxos para asociarse a Livni, Bennett y Lapid.
La respuesta oficial de la oficina de Netanyahu al discurso de Obama insinuó claramente que no hay intenciones de cambio alguno. «El primer ministro de Israel agradece al presidente de EE.UU su apoyo incondicional a Israel. El primer ministro de Israel comparte la idea de Obama de que se debe promover la paz para la seguridad de todos los ciudadanos de Israel» [3], se informó en un comunicado.
Como si ello no fuese suficiente, en la misma nota se cita a Naftali Bennett, ministro de Industria y Comercio y representante de los asentamientos judíos en Cisjordania, que da a entender a Obama que mejor sería si se queda tranquilo; que no hable de conquistas pues «no hay un pueblo conquistador en su tierra» y que su partido se preocupó que en los documentos firmados recientemente por la nueva coalición gubernamental ni siquiera se mencione la idea de dos Estados.
Los acontecimientos de las dos últimas décadas nos convirtieron en testigos de dos discursos totalmente contrapuestos. Por un lado las fantasías de un nuevo Oriente Medio con un Estado palestino viviendo en paz al lado del Estado de Israel con fronteras seguras y reconocidas, en boca de Shimón Peres. En el lado opuesto, negativa total a toda posibilidad de constitución de un Estado palestino independiente en cualquier parte de Cisjordania junto a una continua y persistente colonización judía, en boca de colonos judíos y sus representantes en el gobierno.
La experiencia nos demuestra que muy seguramente Shimón Peres y demás allegados a las posiciones de izquierda continuarán soñando con la posibilidad de concretar pacíficamente la idea de dos Estados para dos pueblos.
En la práctica, y con mayor seguridad, seremos testigos de la transformación de Cisjordania en parte inseparable de Israel, aunque bajo leyes que discriminan a la población palestina, con el tácito consentimiento del mismo Obama o de sus sucesores como líderes de la mayor democracia del mundo y el silencio, por temor, de la comunidad europea.
Ojalá me equivoque...
[1] Mortinato: Feto con perspectivas de vida que muere durante la segunda mitad del embarazo o durante el nacimiento. Ver «El mortinato palestino»; http://daniel.kupervaser.com/2009/09/07/el-mortinato-palestino/
[2] «Obama volvió a ser Obama»; Gideón Levy; Haaretz; 21.3.13.
[3] «Comunicado de la oficina del primer ministro de Israel» en «Bennett le responde a Obama»; Walla; 21.3.13.