La ciudadanía israelí en gran parte se opone a la política actual de permitir que la juventud judía ultraortodoxa evite el servicio militar, pero la regla fue confirmada gracias al juego de poder político.
Ahora, por primera vez en 18 años, un primer ministro israelí formó un Gobierno sin los partidos ultraortodoxos Iahadut Hatorá y Shas, y la política está para su consideración.
El motivo de la sorprendente exclusión de las facciones ultraortodoxas es el meteórico ascenso del partido Yesh Atid, dirigido por Yair Lapid.
Uno de los objetivos principales de la campaña de Lapid fue la demanda de una «repartición equitativa de la carga» del servicio militar y el ingreso al mercado laboral. Su significado consiste en el fin de la política de permitir a los ultraortodoxos evitar evadir su inclusion al Ejército si continúan sus estudios religiosos más allá de los 18 años con una beca del Gobierno, mientras que otros jóvenes judíos son obligados a servir en las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI) con un salario mensual que es como una propina.
El éxito de Lapid en las urnas y su alianza táctica con el partido Habait Haiehudí, un movimiento asociado con los sectores religiosos nacionalistas mesiánicos cuyos miembros sirven en las FDI, obligaron a la lista Likud-Beiteinu del primer ministro Binyamín Netanyahu, a formar un Gobierno que promueva el reclutamiento de los ultraortodoxos. Iahadut Hatorá y Shas reaccionaron con horror e incluso amenazaron con abandonar el país en masa (!) si son obligados.
Ari Shavit, columnista del diario «Haaretz», reflejó una opinión muy extendida en Israel, a saber, que integrar a los ultraortodoxos en el servicio nacional también allanará el camino para la integración en el mercado laboral:
«Es importante recordar: el 29% de los niños menores de 6 años son árabes. 30% de los niños menores de 6 años en el Israel de hoy son ultraortodoxos. Cualquiera que mire al futuro del Estado judío entenderá que no hay ninguna posibilidad realista para seguir construyendo el sistema basado únicamente en el sector judío secular y el religioso sionista. En 12 años serán una minoría cuya participación en la población probablemente continuará disminuyendo. El único camino al futuro de Israel es volver a planificar los sistemas para permitir una verdadera integración de los sectores árabe y ultraortodoxos», escribió Shavit.
Por otra parte, expertos en la materia, creen que los partidos neoliberales están planteando la cuestión del «reparto equitativo de la carga» para distraer a la masa crítica que salió a las calles en gran número para exigir justicia social en pleno verano del 2011
«En lugar de hablar de igualdad económica, ahora vamos a hablar de 'reparto equitativo de la carga'. El espantapájaros de llevar a los ultraortodoxos a las FDI sustituirá, en este nuevo gobierno, al espantapájaros iraní. Obligar a los ultraortodoxos perjudicará a todos. Va a costar mucho dinero, llevará al Ejército gente no necesaria y revertirá la situación de las mujeres. Al final, las FDI estarán menos listas para el combate, el presupuesto militar aumentará en miles de millones, la sociedad será más militarista y tendrá menos igualdad. Bajo esta situación, la mayoría de la sociedad continuará siendo cada vez más pobre, y la lucha de clases que Netanyahu está librando seguirá transfiriendo la riqueza nacional de las clases bajas al superior 1%», señaló el profesor Yossi Yona, economsta y asesor del Movimiento por la Justicia Social.
El activista de justicia social ultraortodoxo, Yaakov Levy, aseguró que permanecer en la oposición, por una vez, sólo puede beneficiar a la comunidad ultraortodoxa:
«A diferencia del puñado de políticos y aquellos que tienen un interés personal en formar permanentemente parte del gobierno, el sector ultraortodoxo se beneficiará de estar en la oposición. El público ultraortodoxo podrá someterse a un proceso de corrección necesario y a una reflexión intensa acerca de sus problemas internos y de las relaciones con el Estado y el resto de la ciudadanía», aseveró.
Los intentos anteriores de «igualar la carga» de los partidos centrista-seculares no tuvieron éxito y Netanyahu no tiene ningún interés en cambiar el status quo y alienar a sus eternos aliados de confianza.
Sin embargo, en este nuevo Gobierno puede ser presionado para hacer precisamente eso.
Fuente: Haaretz
Traducción: www.israelenlinea.com