Una semana atrás el mundo se conmovió ante el anuncio de un histórico hallazgo científico. Investigadores de la Universidad de Oregón, en Estados Unidos, afirmaron haber conseguido clonar por primera vez células humanas adultas.
Este procedimiento reaviva la gran expectativa de convertir la medicina regenerativa en técnica habitual para reemplazar órganos dañados, aunque paralelamente agita el fantasma de la posibilidad de calcar seres humanos.
A decir verdad, es incomprensible tanta algarabía por un procedimiento que la desarrollada perspicacia de los políticos de Israel, junto a una persistente inocencia política de gran parte de su electorado, le permitió culminar exitosamente meses atrás su primera clonación humana.
Justamente esta semana quedó definitivamente comprobado que el flamante ministro israelí de Finanzas, Yair Lapid, es una reproducción genética perfecta, un calco acabado de Bibi Netanyahu.
Ambos provienen de familias de nivel socio económico alto. Se divorciaron de su primer matrimonio y hoy están casados en segundas nupcias. Los dos irrumpieron en la arena política dotados de habilidades comunicativas sobresalientes, muy por encima de los políticos medios. Sus capacidades persuasivas junto a un llamativo sex-appeal los condujeron a un exitoso flirteo permanente con micrófonos y pantallas televisivas. Sus cualidades de expertos oradores les permitieron desarrollar la inusual pericia de poder movilizar mulitudes con ilusiones fraudulentas o convencer auditorios repletos con promesas falsas, sin que el futuro les demande rendir cuentas. Sus capacidades de captar el punto débil de la inocencia política de partes importantes de la sociedad israelí es digna de admiración y justamente les permite subsistir y posicionarse cada día más fuerte, pese a propuestas ficticias o bases programáticas confusas y muy discutibles.
La conducta de Yair Lapid durante la campaña electoral previa a las últimas elecciones casi que convenció a los expertos para determinar que la clonación falló en este caso. Efectivamente, la nueva estrella del escenario político en Israel se concedió el titulo de representante de una nueva política y atacó ferozmente el manejo y los programas de Netanyahu ubicándose claramente en la vereda de enfrente.
Esto le duró muy poco. Apenas se integró al Gobierno presidido por Bibi, Lapid mostró síntomas claros de ser una copia exacta del ADN de Netanyahu.
Lapid logró movilizar cientos de miles de votantes embelesados por su consigna económica básica: «La clase media dejó de ser el cajero automático del Estado».
Le bastaron unas pocas semanas hasta que se alineó férreamente detrás de la bandera ideológica de Bibi: «La teoría de que se debe quitarle a los ricos no funciona» [1], expresó para justificar su discutida propuesta presupuestaria.
El slogan más importante de su campaña electoral, cancelar todas las subvenciones especiales y gigantescos presupuestos de los sectores religiosos ultraortodoxos, fue rápidamente tirado a la basura [2], probablemente sopesando apoyos políticos futuros, mucho más importantes que ser leal a sus lemas. Otro importante avance en su mimetización a Netanyahu.
Su alocada carrera para reflejarse como lo más parecido a Bibi lo demostró en su repentino vuelco con referencia a la relación con los palestinos. En estos días Lapid declaró que los asentamientos ya no son gastos superfluos sino que él «se opone a cortar las subvenciones - definidas como «millonarias» en sus discursos previos - de las que se benefician los habitantes de las colonias judías en Cisjordania, que se opone a congelar la construcción en esa región y que no está seguro de que el presidente palestino, Mahmud Abbás sea un interlocutor para la paz» [3].
Sobre motivaciones e intenciones de esta sinonimia no hace falta conjeturar. Se mueve por la influencia de los mismos genes de Bibi para llegar a ser primer ministro de Israel. «Tengo la esperanza de heredar a Netanyahu, aunque no me apuro» [4], confesó días atrás en una entrevista a «The New York Times».
Da la impresión que la carrera personal de Yair Lapid para conducir políticamente el país marcha viento en popa. Su experiencia mediática con seguridad le permitirá encontrar la consigna más apropiada del momento para alucinar la mente del electorado israelí, en gran parte predispuesto a dejarse llevar por lemas de alto contenido visceral.
Ojalá me equivoque...
[1] «El ministro de Finanzas responde a las críticas de sus medidas»; Haaretz; 10.5.13.
[2] «Lapid prometió no reducir el presupuesto de las instituciones de educación de los ultraortodoxos»; Ynet; 14.5.13. «Lapid renunció a la reducción presupuestaria de los seminarios rabínicos que no examinan en materias básicas generales»; Haaretz; 19.5.13. «Retroceso: se postergó la cancelación de subvenciones a religiosos ultraortodoxos que no trabajan»; Ynet; 19.5.13.
[3] «Lapid se opone a cortar las subvenciones de colonias judías en Cisjordania»; Haaretz; 20.5.13.
[4] «Lapid: tengo esperanza de heredar a Netanyahu»; Walla; 20.5.13.