La ciudadanía de Israel, su liderazgo y las comunidades judías del mundo viven momentos de euforia y fascinación con el glamour de los festejos destinados a resaltar la megalomanía del presidente Peres con motivo de cumplir sus 90 años de edad.
Pareciera que el alcohol del champagne derramado en las fastuosas celebraciones envalentonó ministros del Gobierno en la toma de decisiones que lamentablemente acercan cada vez más al pueblo judío a una de las épocas más oscuras de su historia.
El intento de posponer valores democráticos universales de igualdad y participación para dar preferencia a la pertenencia sectorial, étnica o religiosa, no hace más que demostrar que el foco del judaísmo mundial, el Gobierno de Israel, perdió totalmente la brújula de la moralidad democrática.
El Ejecutivoo hebreo intenta desesperadamente corregir la enorme desigualdad en la participación de la población en los esfuerzos defensivos. La histórica y sagrada concepción del Ejército del pueblo con alistamiento obligatorio ya hace años se convirtió en un mito y los números de hoy claramente demuestran que todo ese sacrificio y peligro de vida lo soporta no más de un 35 a 40% de todos los jóvenes (varones y mujeres) que arriban anualmente a la edad de 18 años.
Desde el momento en que se puede afirmar con alto grado de seguridad que bajo esa distribución al Ejército no le faltan soldados, el problema no es militar sino solamente social y político y se concentra en un programa de compensación a los jóvenes reclutados hasta hoy considerados voluntarios casi sin ninguna retribución.
Todo intento de resolverlo por medio de un programa de voluntariado obligatorio a un servicio civil para el 60-65% restante en actividades que normalmente se llevan a cabo por civiles que reciben sueldo, es prácticamente imposible y éticamente no es más que instituir un tipo de esclavitud moderna [1].
En toda sociedad normal tal problemática hubiese recibido una rápida y elegante solución por medio de una compensación adecuada al tiempo, abnegación y riesgos. No así en Israel. El voluminoso costo económico es irrelevante. Por un lado se incrementarían los impuestos, y por otro, el dinero retornaría a la sociedad. Eso sí, familia que no aporta al esfuerzo de defensa tendrá que pagar y familia que alista a sus hijos recibirá compensación. Lo más justo para un servicio vital que todavía no puede contratar tailandeses o filipinos más baratos.
Al mejor estilo israelí, ni a Netanyahu, ni a sus ministros, ni a cualquier parlamentario del Likud, se le ocurrió que se puede lograr el mismo objetivo sin ningún tipo de discriminación.
Cuando se carece de una brújula que alerta desviaciones políticas y democráticas, nadie se debe sorprender si ese liderazgo no se detiene y pisotea normas democráticas reconocidas internacionalmente. La comisión ministerial de legislación autorizó la promulgación de la ley de «derechos a quienes aporten al Estado» que permite otorgar privilegios en su vida civil a quienes se alistaron al Ejército respecto de quienes no lo hicieron sin que ello se considere una discriminación.
Los privilegios incluyen preferencia en contratación de trabajo estatal, salario en el trabajo (en su vida civil, no en el Ejército), en dar y recibir servicios, recepción de vivienda estudiantil subsidiada y en la distribución de terrenos para construir vivienda.
Existe consenso entre los analistas que este plan no es más que un grosero intento de asestar un duro golpe contra la igualdad de oportunidades civiles a ciudadanos árabes y judíos ultraortodoxos [2].
No se necesita ser un vende patria o zurdo traicionero para destacar el carácter racista y de exclusión de este proyecto de ley del ejecutivo israelí. El fiscal del Estado y asesor jurídico el Gobierno declaró con su lenguaje sutil que «el proyecto de ley afecta seriamente los derechos de igualdad protegidos por leyes fundamentales del Estado» [3]. Este tipo de declaración y acusación de la máxima autoridad jurídica del Gobierno no hace la mínima cosquilla a Yariv Levín, jefe de la bancada del Likud en el Parlamento y principal promotor de la ley. «Yo estoy decidido a continuar con esta ley hasta su promulgación final» [4].
Este nuevo héroe del judaísmo moderno calcó las tácticas democráticas de Cristina Kirchner y se propone lograr su objetivo por medio de una nueva ley que modifica la composición de la Comisión de Designación de Jueces para que la Corte Suprema de Justicia hebrea sea elegida por el Gobierno y así hacer añicos la reconocida imagen impecable de la justicia israelí [5]. Eso sí, va a ser muy judía.
Como si este paso no fuese suficiente, el mismo día que comenzaron los festejos a Peres, trascendió la noticia que Uri Ariel, ministro de Vivienda, no quiere permanecer alejado de la tendencia de promulgar una legislación racista y discriminatoria. Con un proyecto de alto contenido judaico se propone modificar la legislación existente de manera que se prohíba la venta de tierras estatales a ciudadanos que no sean judíos [6].
Como último brindis de esta demostración de extravagancia y delirios de grandeza, tan típicos de la cultura soviética y norcoreana y tan ajenos al judaísmo, los muchachos de Tag Mejir (Etiqueta de precio) - las hordas judías que se dedican a atacar bienes, propiedades y lugares sagrados de todo lo que no es judío en Israel y Cisjordania - le ofrendaron a Peres su acostumbrado regalito con una embestida de vandalismo a la pacífica población árabe israelí de Abu Gosh [7]. Nadie se debe sorprender pues sólo transcurrieron pocas horas desde que Netanyahu tomara la decisión que este grupo no puede ser catalogado como terrorista, sino como «agrupación no permitida» pues sólo cometen «delitos de odio» [8]. El objetivo es claro. Por las mismas acciones a estos muchachos, si por la insólita casualidad se los captura, los tratan con guantes de seda. A los palestinos, a quienes siempre se los considera terroristas y por supuesto se los captura, generalmente reciben un trato con mano dura y muchos años de cárcel, o en otros casos terminan con plomo en la cabeza.
La sociedad israelí de los últimos años confió su destino a un liderazgo que demanda el reconocimiento de Israel como Estado judío además de adoptar en muchos aspectos concepciones racistas y discriminatorias inadmisibles en el moderno mundo democrático. Este desvió histórico del sendero tradicional del judaísmo por un consenso y convivencia con respeto mutuo de derechos con el prójimo diferente, fue reemplazado por la prepotencia, imposición y desprecio de todo lo ajeno.
Lamentablemente esta conducta se proyectó casi automáticamente a las direcciones comunitarias judías de la diáspora. Su insolencia de pretender asumir la posición de adalid y gurú de una sociedad igualitaria y sin discriminación frente a su condición de aduladores serviles de Israel los proyecta ante sus congéneres nacionales como cómplices de un intento de ocultar claros síntomas de un Estado judío que permite el racismo y la discriminación.
La DAIA se preocupa por dar sermones de inclusión y respeto a los argentinos o sorprendentemente repudiar los agravios racistas proferidos contra una ministra italiana de origen congoleño [9], pero no quiere darse cuenta que por su ceguera intencionada, en su espalda le sobresale una enorme joroba de racismo y discriminación que no hace más que hacer crecer la repulsa y desprecio de sectores importantes de la sociedad que la circunda.
No hace falta mucha viveza para darse cuenta que en el último tiempo una parte creciente de la sociedad argentina le está dando la espalda.
Ojalá me equivoque...
[1] Quien mejor expone esta posición es justamente Moshé Arens, ideólogo del Likud. Ver «Servicio militar sí, servicio civil, no»; Haaretz; 30.4.13.
[2] «Los ministros autorizaron un proyecto de ley que discrimina favorablemente a los soldados liberados»; Haaretz; 16.6.13.
[3] «Asesor jurídico del Gobierno se opone a la ley de derechos a quienes aporten al Estado»; Maariv; 16.6.13.
[4] Idem.
[5] «Políticos elegirán jueces de Corte Suprema de Justicia»; Walla; 19.6.13
[6] «¿Se permitirá la venta de tierras nacionales solo a judíos?»; Canal 10 de TV israelí; 17.6.13.
[7] «Muerte a los árabes y vehículos dañados en Abu Gosh»; Ynet; 18.6.13.
[8] «Para Netanyahu Tag Mejir no es terror»; Haaretz; 16.6.13.
[9] «Comunicado de DAIA; 2.5.13; página web de la DAIA.