Con la redundante y fastidiosa conferencia de prensa junto a una oculta decepción del canciller norteamericano Kerry se bajó el telón a la enésima edición del festival mediático de la credulidad levantina. El pesimismo reinante y la perspectiva de fracaso de reencaminar las conversaciones de paz entre israelíes y palestinos, tal como lo vaticinan la mayoría de los expertos, no pudieron evitar que nuevamente se escuchen plegarias y hasta el convencimiento que la paz está al alcance de las manos.
Yoel Markus, conocido analista de la actualidad israelí, quedó fascinado de las circunstancias hasta que trató de demostrar que todos los intentos anteriores fueron bromas de mal gusto y esta vez realmente «va en serio». Su ilimitada imaginación lo llevó a delirar que para Netanyahu «ésta es su oportunidad de completar la 'Sharonización' y para acabar lo que Sharón no pudo: desarraigar de la población el sueño del Gran Israel una vez por todas» [1].
Quien más sobresalió en esta carrera de ingenuidad, o tal vez de viveza, fue el presidente Shimón Peres. No sólo demostró que es uno de los pocos que todavía cree en la fantasía de la única solución de dos estados, sino que tuvo el tupé de sermonear desde su púlpito que «toda otra propuesta es un cuento de las abuelas» [2]. Sería prudente aconsejarle a Peres un poco mas de modestia para dejar de acusar a los demás de ser los causantes de una futura tragedia y dedicarse a reconocer su gran culpa de la situación creada cuatro décadas atrás. Todos aquellos que participamos en manifestaciones en las áridas colinas de Samaria en 1975 no podemos borrar de la memoria la responsabilidad directa que asumió Shimón Peres como ministro de Defensa del Gobierno de Rabín al autorizar los primeros actos de usurpación colonial en Ofrá y Sebastia [3]. Quien no tuvo agallas de frenar el principio de una colonización judía civil, ilegal y desenfrenada en territorios bajo su jurisdicción y responsabilidad, sería más sensato que se dedique a una profunda autocrítica y no asuma la función de vigía y voz de alerta de la moral democrática nacional.
Cualquier espectador externo se siente sorprendido ante la imposibilidad de comenzar negociaciones entre palestinos e israelíes cuando los líderes de ambas partes declaran públicamente estar de acuerdo con la solución propuesta: dos Estados independientes para dos pueblos. El mismo Netanyahu llegó a posicionarse como un auténtico líder de la izquierda israelí cuando declaró que «se debe llegar a un compromiso con los palestinos que evite de Israel convertirse en un estado binacional» [4].
Para ser realista se debe reconocer que las declaraciones públicas de Netanyahu y Mahamud Abbás no son más que una máscara de niños buenos y educados que esconde otros intereses. Para el presidente palestino sobrevivir las amenazas de Hamás con financiamiento norteamericano-europeo y la defensa del Ejército israelí. Para Netanyhau ganar tiempo que le permita manipular el enfrentamiento con los sectores duros de los colonos y su partido de manera que se continúe con la colonización civil judía en Cisjordania aunque a un ritmo paulatino y no desenfrenado.
Fuera de declaraciones extravagantes o artículos excéntricos, se debe tener claro que la idea de la institución de un Estado palestino independiente fue sepultada ya hace cuatro años atrás. En todo lo que respecta al destino de Cisjordania el poder de Israel no reside en el Gobierno establecido en Jerusalén, sino en los colonos judíos de la región y sus representantes en funciones oficiales y extraoficiales. Prácticamente toda la representación política israelí, al igual que Peres en la década del '70, tiene pavor de interponerse en el camino de los colonos, pese a que se trata de una minoría numérica. En el peor de los casos, directamente se convierten en sus representantes oficiales.
Si la última visita de Kerry se podría haber interpretado con la gran posibilidad de un verdadero paso adelante hacia un arreglo político con los palestinos, es de suponer que hubiese sido necesario movilizar medio Ejército israelí para trasladar al canciller norteamericano los 30 kilómetros que separan por tierra el aeropuerto Ben Gurión de la capital de Israel.
El liderazgo de los colonos judíos de Cisjordania con sus colaboradores y representantes, no se ocupa de estupideces como las negociaciones de paz con los palestinos o la hipotética creación de un Estado palestino [5]. Ellos ya están enfrascados en el proyecto de diseñar los rasgos de la próxima etapa: la institucionalización del poder israelí permanente en Cisjordania.
Para Moshé Feiglin, judío religioso, miembro del parlamento por el Likud y serio aspirante a su conducción en el futuro, la solución mas práctica es anexar toda Cisjordania a Israel en tanto que a los palestinos residentes en la región se les condicionará sus derechos humanos sin recibir derechos como ciudadano. A los árabes ciudadanos de Israel propone retirarles la ciudadanía otorgándoles solamente la categoría de «residente legal». «A árabes residentes en Cisjordania se los considerará residentes legales, y si prueban lealtad al Estado judío que los acepta y están de acuerdo con la soberanía judía sobre su territorio, podrían seguir manejando sus intereses particulares sin que se afecten sus derechos humanos. No tendrán derecho a voto. Su movimiento dentro del país estará condicionado a una autorización especial» [6].
Yair Shamir, ministro de Agricultura y representante de la alianza Likud-Beiteinu, es un poco más generoso con los palestinos. «Permitiremos a los palestinos disfrutar de lo que podemos darles del lado cultural-nacional de ellos: idioma, cultura, elección de autoridades municipales; todo sin ningún símbolo de nación. Sus derechos a voto serán solamente a sus instituciones municipales internas. No tengo problemas que manejen su comunidad. Es una comunidad relativamente chica. No todo millón o dos crea un Estado en este mundo. Hay que otorgarles lo mínimo necesario para que esa población pueda mantenerse…que festejen sus fiestas» [7].
La idea más interesante la plantea Moshé Arens, el veterano ideólogo del Likud. Para este ex ministro de Defensa de Israel, no queda otra alternativa más que anexar los territorios de Cisjordania, pero a diferencia de las típicas posiciones extremas de derecha, en este caso se propone otorgar plena ciudadanía israelí a la población palestina. Para Arens, «en contraposición a pronósticos pesimistas, extender la soberanía israelí al territorio de Cisjordania incorporando 1,5 millón de musulmanes como ciudadanos no acarreará la aniquilación del Estado de Israel ni tampoco de su régimen democracia» [8]. Se trata de un desafío que la sociedad podrá enfrentar exitosamente.
No cabe duda que la propuesta de Arens tiene visos mucho más democráticos, aunque no se debe dejar de lado que el autor comete un grave error al basarse en sus amigos norteamericanos en la estimación de la población palestina actual de Cisjordania. Según documentación de la Administración Civil de los Territorios del Ejército de Israel, en Cisjordania vivían en 2012 cerca de 2,7 millones de habitantes [9]. O sea que la idea de Arens implica una democracia que desea mantener su carácter de judía con un 40% de musulmanes con derecho a voto.
La solución «democrática y judía» al embrollo propuesto por Arens la aporta Uri Ariel, ministro de Vivienda por el partido Habait Haiehudí. Este importante funcionario estatal tiene claro que «no se puede anexar Cisjordania a Israel dejando a sus habitantes sin ciudadanía ni pertenencia. Es de suponer que rápidamente Israel seria declarada Estado apartheid con la consiguiente necesidad de enfrentar un aislamiento internacional y un boicot económico para finalmente terminar como Sudáfrica. «Tenemos que anexar el 100% del territorio de Cisjordania, otorgar ciudadanía israelí a los palestinos… aunque paralelamente debemos modificar las leyes electorales de manera que se de expresión a distintas regiones desarmando totalmente Cisjordania en sub zonas y anexándolas a zonas judías cercanas» [10]. En el vulgar lunfardo: «hecha la ley, hecha la trampa». Democráticamente le damos derecho a voto, aunque prácticamente no van a conseguir ninguna representación.
Este repaso de los proyectos israelíes en Cisjordania no puede finalizar sin mencionar la apertura de un nuevo e inesperado diálogo que por desconsideración infundada hasta el momento no se le dio la importancia que se merece. Al mismo tiempo que el canciller Kerry desparramaba todo tipo de expectativas falsas respecto de las futuras negociaciones entre palestinos e israelíes en su conferencia de prensa antes de abandonar la región, altas esferas de la administración de Obama, dotadas de buen olfato político que les permite identificar centros de poder, mantenían reuniones de entendimiento y comprensión con Danny Dayán [11]. Dayán es un veterano activista político de merecidos méritos por sus significativos éxitos en la masiva expansión de las colonias judías en Cisjordania. Los últimos años cumplió la función de presidente del Consejo de Administración de las colonias judías en Cisjordania. Recientemente tomó a su cargo la difusión a nivel internacional de las posiciones de los colonos judíos. Por ese motivo los medios ya le otorgaron el titulo de «canciller de los colonos». Si bien hasta hace muy poco tiempo Dayán y sus colegas ideológicos eran considerados en el exterior personas no gratas, actualmente pasaron a ser visitas honorables en los pasillos de la administración norteamericana. «En el último tiempo, Dayán es un asiduo invitado a cenas en la casa del embajador de EE.UU en Israel y semanas atrás, cuando un alto asesor de Obama visitó Israel, éste mantuvo una reunión de dos horas con Dayán» [12].
Para que no se especule que Dayán programa atravesar las líneas, vale la pena acentuar que su «idea central del proyecto israelí en Cisjordania se basa en el control eterno de Israel de dicho territorio sin ningún tipo de soberanía extranjera entre el Mediterráneo y el rio Jordán. Durante los próximos 30 años se debe invertir para transformar el status quo de los palestinos en algo más soportable… invertir en su economía, reducir al mínimo el deterioro de sus derechos humanos e, inclusive, tirar abajo la valla de separación. Sus demandas de autodeterminación y aspiraciones nacionales que la busquen en Jordania» [13].
La experiencia del pasado nos demuestra que, como en el caso de la fábrica textil de Dimona, también en esta ocasión la primera democracia del mundo no va a tener ningún problema en hacer de Israel un caso especial para apoyar inquebrantablemente este singular ejemplo de defensa de derechos humanos, igualdad y participación.
Sin lugar a dudas, el pueblo judío esta agregando un aberrante versículo a su Torá, de la que tanto se jacta de haber aportado al mundo.
Ojalá me equivoque...
[1] «Ahora va en serio»; Yoel Markus; Haaretz; 28.6.13; traducción Israel en línea.
[2] «Peres: Sólo la solución de dos Estados»; Ynet; 30.6.13.
[3] «Lords of the land»; I. Zertal and A.Eldar; Kineret-Zmora-Bitan; Israel 2004; Pág. 54.
[4] «Netanyahu: Se debe llegar a un acuerdo con los palestinos»; Haaretz; 1.5.13.
[5] «Ministro Benet: El Estado palestino no se creará»; Maariv; 8.4.13. Danny Danón, viceministro de Defensa: «Este gobierno no permitirá la solución de dos Estados»; The Times of Israel; 6.6.13.
[6] «El día después. Programa político»; Moshé Feiglin, Grupo de liderazgo judío del Likud; 2003.
[7] «¿Cuántos palestinos son suficientes para Yair Shamir?»; Haaretz, 6-1-2013.
[8] «Ciudadanía israelí a los palestinos»; Moshé Arens; Haaretz; 2.6.10.
[9] «Documento oficial atestigua población palestina de 2,6 millones en Cisjordania»; Haaretz; 30.6.13.
[10] «Uri Ariel: la solución, anexar toda Cisjordania»; Arutz 7; 28.2.12.
[11] «Dayán en EE.UU»; Arutz 7; 30.6.13.
[12] «El canciller de los colonos. Entrevista a Danny Dayán»; Haretz; 21.6.13.
[13] Ídem.