La Unión Europea y su jefa de Exteriores, Lady Ashton tienen razón: hay que hacer algo por acabar con las ambiciones imperialistas de algunos países y su anexión de hecho de territorios conquistados por las armas a otros pueblos.
Cuando los reiterados intentos de solución dialogada fracasan, las naciones del Viejo Continente (donde nació la idea de la democracia y los derechos humanos) tienen la obligación de condenar y sancionar. Ha llegado la hora, Lady Ashton, de aplicarse a fondo y, aunque nos cueste condenar a un Estado amigo, aplicar sanciones de tipo económico y comercial, bloqueando a las empresas y productos producidos en dichos territorios, adquiridos de hecho por el peso de las armas.
Esta situación ha sido sostenida artificialmente con promesas de negociación nunca cumplidas en las que se han vulnerado reiteradamente los derechos de soberanía, mientras otros se atribuían su «propiedad a perpetuidad».
Los hechos históricos hablan por sí solos y demuestran que la ocupación de este territorio supuso el desplazamiento de la mayoría de su población y el consiguiente drama humano. Todos conservarán grabado en su memoria el éxodo de aquel 6 de agosto de 1704, en el que el derrotado pueblo de Gibraltar partió al exilio con los atributos identificativos de la ciudad: pendones, archivos, sellos, documentos, imágenes religiosas, libros de registros parroquiales con actas de nacimientos, defunciones y bodas, etc., dejando atrás su tierra, conquistada por los ingleses. Fue un desastre para el que habría que encontrar un nombre apropiado, como el árabe «nakba».
Lady Ashton: es probable que en su Inglaterra natal se asombren de esta decisión y la denosten, pero usted ya estará acostumbrada a que los demás la critiquen siendo socialista sin que ello entre en contradicción con formar parte de la nobleza. Seguramente sabrá impulsar en la Unión Europea (cuya política de exteriores y seguridad dirige) la condena y el boicot (palabra internacional casualmente originada por el apellido de otro paisano suyo) a todo producto, empresa o transacción (ojo) que tenga alguna relación con el territorio ocupado de Gibraltar, hasta que los líderes de su país natal (el primer ministro Cameron y la reina Isabel) devuelvan a España lo que le quitaron por la fuerza de las armas hace más de 300 años.
Habrá quien intente confundirla aludiendo a que primero tendría que centrarse en conflictos lejanos como el árabe-israelí, pero usted no se desaliente y demuestre que su responsabilidad europea está por encima de sus intereses nacionalistas y empiece por la devolución de Gibraltar a España y las islas Malvinas (rebautizadas Falkland, como si fueran inglesas de toda la vida, en un ejercicio de «clepto-historia») a Argentina. Eso demostrará al mundo de qué mimbres está hecha, y la potencia diplomática y voluntad de justicia de la Unión Europea.
Cerrará así las bocas de aquellos que andan diciendo que nuestro continente va a la deriva y actúa como si viviese aún en aquellos tiempos lejanos del imperialismo (bajo el cual se repartieron gran parte del mundo como en un juego de mesa, especialmente África y Oriente Medio). Dejará claro que Europa sigue fiel a los principios clásicos y no se ha visto condicionada por el flujo de inmigrantes de las antiguas colonias a la metrópolis (y su consecuente peso electoral).
La noticia me ha llegado de forma parcial, pero en cuanto oí que por fin los 28 estados de la Unión se habían puesto de acuerdo en algo de su política exterior y decidido boicotear económica y empresarialmente a los «territorios ocupados», mi corazón mediterráneo estalló de júbilo y no quise saber más detalles. ¡Bravo, Lady Ashton!*
* Fe de erratas: con las prisas no alcancé a leer la noticia entera: la Unión Europea prohibirá a partir de 2014 la financiación de entidades israelíes afincadas en territorios a los que Israel nunca ha anexionado pero que gestiona desde 1967.