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Israel chocó con el pueblo de EE.UU

Michael Oren, embajador de Israel en EE.UU, que finaliza sus funciones en estos días, aprovechó la oportunidad del 64° aniversario de la independencia para expresar su profundo desconsuelo y decepción ante un proceso de continuo desgaste de la reputación del Estado judío en EE.UU. Sus añoranzas y nostalgias le trajeron a la memoria la inolvidable revista «Life», que en su destacada edición de mayo de 1973 alabó y elogió efusivamente al Israel de entonces.

En su angustia, el diplomático israelí se pregunta: «¿Por qué se ha deteriorado la imagen de Israel?», «¿Cómo podemos explicar la afirmación de que un insidioso lobby israelí compra votos en el Congreso?». Lamentablemente este experimentado representante del ejecutivo israelí elige el camino más fácil, aunque el menos convincente, de culpar a los medios de comunicación. «¿Alguna revista importante hoy en día representó al Estado judío así como «Life» en su tiempo durante la semana de su cumpleaños número 64?» [1].

Asignar la culpa a los medios de difusión del proceso de aislamiento político de Israel frente a la sociedad norteamericana no es más que encontrar fácilmente un chivo expiatorio. El embajador Oren comete el reiterado error de los defensores de las políticas del gobierno de Israel. Los medios de comunicación no cambiaron. Lo que cambió drásticamente durante las últimas décadas fueron las políticas del  liderazgo israelí que pasó a basarse en la imposición y soberbia sustentadas por un poder ilimitado del lobby judío norteamericano capaz de convertir a la Casa Blanca y el Capitolio en sirvientes del Estado hebreo.

Justamente calcar esta conducta durante la crisis por el uso de armas químicas en Siria llevó a un dramático e histórico choque entre Israel con el pueblo norteamericano, y lo que es peor, al país del norte le causó un daño irreparable al demoler totalmente su posición preferencial como única potencia mundial dando lugar al retorno de Rusia al escenario internacional y lo que muchos expertos vaticinan como probable, una vuelta a la etapa de la Guerra Fría.

Apenas se conocieron los detalles del ataque con armas químicas en Siria, el pueblo norteamericano fue testigo directo de los intensos esfuerzos israelíes en azuzar a Washington para una inmediata represalia militar. En primer lugar se informó que «una unidad de Inteligencia de las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI) proporcionó la prueba clave a EE.UU en la que el gobierno de Obama se basa para acusar al régimen sirio de atacar con gases tóxicos a civiles» [2].

En los mismos días, durante la visita del canciller francés, Lauret Fabius, Binyamín Netanyahu no dejó pasar la oportunidad para acuciar a Obama declarando que «Es hora de decidir una acción en Siria y no descartar un ataque de EE.UU contra el país árabe». La misma fuente informó que Moshé Yaalón, ministro de Defensa hebreo, «aseveró que para una parte del gabinete del régimen israelí un ataque de EE.UU parece inevitable» [3].

Atento a una seria evaluación de su posición respecto de Netanyahu, tal como aprendió la lección en su mandato anterior a regañadientes, Obama decidió que es necesario dar una lección a Assad por medio de un ataque corto pero efectivo y doloroso. Para recibir un apoyo conveniente del Congreso, el presidente estadounidense recurrió telefónicamente a Netanyahu para solicitarle una urgente intervención. ¿De quién? Del poderoso lobby judío norteamericano AIPAC. «Netanyahu se movilizó rápidamente y se puso en contacto directo con parlamentarios norteamericanos, funcionarios del gobierno de Obama y directivos de AIPAC a los efectos de acentuarles la importancia del operativo militar en contra de Assad» [4].

Las huestes de AIPAC, estimadas en 250 activistas, se lanzaron de inmediato al ataque para convencer, por medios que sólo ellos conocen, a los congresistas de la necesidad de apoyar a Obama [5]. El público norteamericano no dejó pasar por alto tales movimientos que fueron captados claramente por los medios.

Para «The New York Times» «el plan de Obama de un ataque limitado tiene un crucial y único aliado: Israel. Los funcionarios israelíes se esforzaron permanentemente en recalcar la necesidad de cumplir la promesa de la línea roja de Obama como elemento esencial para frenar las ambiciones nucleares de su gran enemigo Irán» [6]. Por si esto fuese poco, el canciller Kerry no se mostró muy preocupado por la seguridad de su país, sino más bien, por la seguridad de Israel. En una intervención ante una comisión del Senado declaró que «si no se ataca a Siria, Israel estará en peligro» [7].

Sorpresivamente, y en contraste con situaciones similares del pasado, el público norteamericano, en su gran mayoría, dejó de lado su conocida apatía y dijo ¡Basta! No están dispuestos a continuar con la función de guardia universal de la democracia o los valores humanos ni listos a perder la vida por intereses de otro país. Las encuestas que se llevan a cabo paralelamente a la apertura de las discusiones en el Congreso indican que un 70% de los ciudadanos considera que los diputadoss deben oponerse al ataque a Siria [8]. Este drástico cambio en la opinión pública norteamericana prácticamente dejó sin efectos las motivaciones o alicientes que AIPAC ofrecía a los legisladores de manera que la mayoría de los analistas anunciaba un estruendoso fracaso al proyecto de Obama.

Mientras tanto, una propuesta pacifica rusa degradó totalmente a Obama, que se vio en la necesidad de postergar sus planes y tal vez cancelarlos. Increíble: El presidente de la primera potencia del mundo pasó repentinamente a un segundo plano.

Para Israel todo este proceso significa un fracaso total, tanto si se lleva a cabo el ataque como si se cancela. Por primera vez en los últimos años quedó demostrado que una reacción popular masiva, que se siente molesta o defraudada por posiciones israelíes, es capaz de romper esos vínculos históricos que tanto se glorificaron en el pasado y puede tirar abajo los planes de la política exterior de Jerusalén, casi siempre basados en trama de intereses sólo con gobiernos y por encima de sus ciudadanos.

Al margen de la temática principal, pero ligado a la cuestión, no se puede pasar por alto dos detalles.

- En su desesperado esfuerzo por ayudar a Obama, políticos israelíes no prestaron atención que en el camino dejaron tirada a una famosa defensora de Israel. Por primera vez Pilar Rahola se expresó públicamente en contra de las posiciones del Estado judío cuando se opuso totalmente al ataque programado a Siria [9].

- Paralelamente a la publicación del presente artículo, se dio a conocer un documento revelado por Snowden y publicado por el diario inglés «The Guardian». Según esta información, EE.UU transfiere a Israel información de ciudadanos norteamericanos y, por otro lado, el espionaje israelí es el tercero en agresividad hacia EE.UU [10].

Si Israel continúa por su conocido camino en política internacional - arrogancia e imposición basada en un descomunal poderío militar, ser uno de los mayores exportadores del mundo de material bélico,  no aceptar necesariamente soberanías territoriales de otros países y proponer servicios de apertura de puertas en el mercado norteamericano [11] -, es de suponer que en un futuro próximo parte de las naciones del mundo obliguen a sus gobiernos, atados a Israel por intereses de todo tipo, a darle la espalda en el mejor de los casos o, en el peor, a hacerle frente.

Ojalá me equivoque...

[1] «¿Qué pasó con la reputación de Israel?»; Michael Oren; Aurora; 24.5.12.

[2] «Israel entrega a EE.UU evidencia de que Assad usó  armas químicas»; Mariana Sued; Israel en línea; 29.8.13.

[3] «Israel demanda injerencia militar de Occidente en Siria»; El Mundo; 26.8.13.

[4] «Netanyahu se contacta con funcionarios norteamericanos para movilizar apoyo al ataque en Siria»; Ynet; 8.9.13. También en Israel Hayom; 9.9.13; Reshet Bet Radio Israel; 9.9.13 y la mayoría de los medios israelíes de esos días.

[5] «AIPAC to go all-out on Syria»; Politico; 5.9.13.

[6] «Israel backs limited strike against Syria»; Jodi Rudoren; The New York Times; 10.9.13.

[7] «Kerry: Si no actuamos contra Siria, Israel estará en peligro»; Walla; 10.9.13.

[8] «CNN: la mayoría de los norteamericanos se opone al ataque a Siria»; Galei Tzáhal; 9.9.13.

[9] «War Never Again»; Pilar Rahola; La Vanguardia; 4.9.13.

[10] The Guardian; Londres; publicado en Haaretz; 11.9.13.

[11] En los medios informativos se puede encontrar reportes sobre la ayuda de instituciones judías norteamericanas a países latinoamericanos en acuerdos económicos de esos países con EE.UU.