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¿Quién es sionista?

El sionismo es un concepto simple, claro, fácil de definir y comprender, pero en los últimos veinte a treinta años, este simple término se ha convertido en una de las ideas más confusas y complicadas de identidad, y su uso distorsionado ha imposibilitado llegar a un acuerdo sobre su significado.

A la derecha política le gusta usarlo como un tipo de condimento para mejorar el sabor de sus posiciones controvertidas, mientras que la izquierda lo trata con miedo, como si fuera una mina que puede explotar en sus manos. Es por eso que siempre sintió la necesidad de neutralizarlo con un extraño adjetivo, como «sano o humano».  

En el conflicto interno israelí entre los grupos denominados «nacionalistas» y «pacifistas», el sionismo se usa como un arma ofensiva que sirve para ambas partes del espectro político.

En el extranjero, los críticos de Israel utilizan al sionismo como una especie de poción venenosa para exacerbar todas las acusaciones contra el Estado.

Muchos creen que la solución para el futuro del Estado de Israel se encuentra en la des-sionización de su identidad.

Entre los peores enemigos de Israel, «sionista» es un epíteto demoníaco, un término de denuncia que reemplaza la palabra «Israel» o »Judío». Miembros de Hamás hablan del soldado sionista capturado, y Hezbolá e Irán se refiern a «la entidad sionista criminal» sin pronunciar Israel.

Así que llegó la hora de definir el término «sionista».

En primer lugar, hay que recordar que, desde una perspectiva histórica, el concepto surgió sólo al final del siglo XIX. No tiene sentido llamar a Yehuda Halevi sionista o a cualquier otro judío que emigró a Tierra Santa en los siglos anteriores. De igual manera, no podemos usar los términos «socialismo» o «socialista» para los períodos anteriores a la mitad del siglo XIX y definir a Robespierre, por ejemplo, como un «socialista» de la Revolución Francesa. Estos conceptos sólo existen desde el momento en que surgieron en un contexto histórico concreto y utilizarlos libremente como etiquetas para cualquier cosa que elijamos es una acción poco científica.

Si es así ¿cómo podríamos definir qué es un sionista? ¿A partir de la aparición del movimiento sionista inspirado por Theodor Herzl y sus asociados?

Aquí está la definición: Sionista es una persona que deseó o apoyó el establecimiento de un Estado judío en la Tierra de Israel, que luego se convirtió en el Estado del pueblo judío. Esto se basa en las palabras de Herzl: «En Basilea fundé el Estado judío».

La palabra clave en esta definición es «Estado» y su ubicación natural es la Tierra de Israel a causa del vínculo histórico del pueblo judío con la misma.

Así, mi tataraabuelo, por ejemplo, que vino a la Tierra de Israel desde Salónica en la mitad del siglo XIX, no puede ser considerado como sionista. Él vino a establecerse en la Tierra de Israel, no para crear aquí un Estado judío.

Esta es también la regla para los antepasados de los Neturei Karta y otros grupos judíos ultraortodoxos que vinieron a la Tierra de Israel en los siglos XVII y XVIII, y que siguen siendo leales a sus convicciones hasta hoy. Ellos no sólo no están interesados en el establecimiento de un Estado judío sino que ven al Estado de Israel como una abominación y una profanación del nombre de Dios.

Un sionista, por lo tanto, es un judío que apoyó el establecimiento de un Estado judío en la Tierra de Israel y no un Estado judío en cualquier otra parte del planeta. Herzl mismo y muchos líderes sionistas nunca hicieron aliá y, sin embargo, no dudamos en llamarlos sionistas. Incluso en la actualidad, a los miembros de las federaciones sionistas de todo el mundo los consideramos sionistas a pesar de que no viven en Israel.

Cualquiera que crea que sólo una persona que vive en Israel puede ser sionista está diciendo esencialmente que actualmente no hay sionistas fuera del Estado de Israel; y ese no es el caso.

¿Pero qué pasa con los nacidos en la Tierra de Israel? ¿Acaso son considerados sionistas sólo por su lugar de nacimiento?

Un sionista es una persona que quiere o apoya el establecimiento de un Estado judío en la Tierra de Israel. ¿Qué tipo de Estado? Bueno, cada sionista tiene su propia visión y su propio plan.

El sionismo no es una ideología. Si la definición de «ideología», de acuerdo con la Enciclopedia Hebrea, es la «combinación sistemática de ideas, conocimientos, principios e imperativos que se expresan en una visión de mundo en particular por parte de una secta, partido o clase social», entonces el sionismo no puede ser considerado como una ideología, sino simplemente una plataforma muy amplia de diferentes ideologías que pueden incluso contradecirse entre ellas.

Desde que el Estado de Israel se fundó, en 1948, la definición de «sionista» ha vuelto a ser revisada, ya que no es necesario establecer el Estado.

Por lo tanto, su definición es la siguiente: un sionista es una persona que acepta el principio de que el Estado de Israel no pertenece exclusivamente a sus ciudadanos, sino a todo el pueblo judío. La expresión práctica de este compromiso es la Ley del Retorno.

Los asuntos del Estado están efectivamente manejados solamente por sus ciudadanos - aquellos que poseen un documento de identidad israelí, de los cuales el 80% son judíos, mientras que un 20% son árabes de Israel y otros grupos minoritarios.

Pero sólo una persona que apoya y reafirma la Ley del Retorno es un sionista; cualquiera que la rechace, no lo es.

Sin embargo, aquellos judíos israelíes que rechazan la Ley del Retorno y se declaran no sionistas o post-sionistas - ya sean de derecha o izquierda - siguen siendo ciudadanos leales al Estado de Israel y conservan todos sus derechos civiles.

De ello se desprende que los problemas actuales de Israel, ideológicos, políticos, de seguridad o sociales, todos los grandes asuntos que nos preocupan a los israelíes, no tienen nada que ver con el sionismo.

Por otra parte, el sionismo no es un término que pretende sustituir a otros como patriotismo, pionero, humanismo o amor a la patria, conceptos que se encuentran en otros idiomas y en otras naciones. El hebreo es suficientemente rico como para dotar a cada posición o acción con la palabra adecuada.

Un oficial de las Fuerzas de Defensa de Israel, que sirve en el Ejército fijo durante muchos años después de su servicio militar obligatorio no es más sionista que el propietario de un quiosco, aunque sí lo vemos como más patriota.

Una persona que se ofrece a ayudar a niños descapacitados, no es más sionista que un corredor de bolsa, a pesar de que puede ser más humanista.

Ser sionista no es una orden de honor o una medalla condecorativa que una persona lleva en su pecho.

Tampoco hay ninguna relación entre el tamaño del país y el sionismo. Si los árabes hubiesen aceptado el plan de partición de la ONU del 29 de noviembre de 1947, el Estado de Israel, dentro de las líneas divisorias entonces propuestas, habría sido igual de sionista, ya que el sionismo no es una cuestión de fronteras.

De igual manera, si el Estado de Israel hubiese conquistado y anexionado Jordania, habría dejado de ser sionista, a pesar de que dispondría de tres o cuatro veces más de territorio.

El Estado de Israel era sionista cuando controlaba la Franja de Gaza y lo sigue siendo después de que se retiró unilateralmente de la misma.

Muchos países han visto cambios en el tamaño de su territorio soberano, pero sus identidades básicas han permanecido.

Con respecto a la Ley del Retorno, que algunos la consideran como discriminatoria contra los ciudadanos árabes de Israel, este es su fundamento: La Ley del Retorno es esencialmente la condición moral establecida por las naciones del mundo para la creación del Estado de Israel.

La partición de Palestina en la ONU, en 1947, en un Estado judío y un Estado árabe, era una resolución que daba por sentada que el Estado judío no sería un país sólo para los 600.000 judíos que vivían allí en ese momento, sino que en ese lugar se podría resolver los problemas de autodeterminación de los judíos de todo el mundo y se permitiría a cada uno de ellos considerarlo su hogar nacional.

¿Sería moral para los cientos de miles de judíos que emigraron a Israel en base a la Ley de Retorno cerrar sus puertas a los que llegarán después?

Por otra parte, es casi seguro que habrá una ley similar en el Estado palestino que espero que se establezca con rapidez y en nuestros días.

Le tocaría a ese Estado legislar una Ley de Retorno que permita a todos los palestinos exiliados regresar a dicho país y obtener nacionalidad y ciudadanía.

Pero ni la Ley de Retorno israelí, ni una similar en el futuro Estado palestino, contradicen los criterios migratorios, que al igual que en todos los países del mundo, establecen restricciones para quienes no son sus nacionales.

Liberando el concepto de sionismo de todos los apéndices y adjetivos que se han adherido erróneamente con el tiempo, espero que estas palabras aclaren las posiciones de quienes en el extranjero son tan críticos con el mismo.

Fuente: Haaretz
Traducción: Revista Identidad