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La derecha desconfía de Bibi

Pese a declaraciones oficiales apoyando la solución momentánea de la crisis del armamento químico en Siria, la mayoría de los analistas coinciden en describir un claro descontento y hasta un oculto malestar del liderazgo israelí, no tanto por el marco del acuerdo, sino fundamentalmente por el consecuente deterioro de la amenazante imagen de Obama como líder de la potencia mundial número 1 y sus posibles implicancias futuras en su enfrentamiento con el programa nuclear iraní.

«Israel expresó públicamente su satisfacción con la posibilidad de terminar con la amenaza química del norte, pero está consciente que EE.UU señala su camino hacia compromisos diplomáticos reduciendo drásticamente las opciones de un futuro ataque militar a Irán» [1].  

Las últimas declaraciones conciliadoras del nuevo presidente iraní con la consiguiente apertura de un probable dialogo diplomático de muy alto nivel por parte de la administración de Washington, no hizo más que exasperar los nervios de Netanyahu. En vísperas de su próximo viaje al país del norte con motivo de la Asamblea General de la ONU, el primer ministro israelí tiene previsto dialogar con Obama para advertirle de peligrosas artimañas iraníes y exigirle el cumplimiento de cuatro condiciones para asegurarse que Irán quede fuera de carrera de una posible bomba atómica [2].

Es muy extraño que medios oficiales y comentaristas en general no mencionen en la agenda de esta gira, ni siquiera por alusión, el problema palestino y el curso de las negociaciones bajo patrocinio norteamericano pese a que años atrás fue un tema candente y ya transcurrió parte importante del plazo fijado por el canciller Kerry.

No por ello se debe dejar de lado un fenómeno que llama mucho la atención. Para un destacado sector de la política israelí este tema no pasó desapercibido, sino que se convirtió, tal vez, en el centro de sus preocupaciones, inclusive dejando de lado el peligro iraní. Se trata del núcleo fuerte del liderazgo político de la derecha israelí que lucha por impedir toda concesión a los palestinos y exige imponer soberanía israelí en toda Cisjordania.   

En esta columna ya se mencionó meses atrás la primicia de Akiva Eldar. El destacado analista asume la existencia de un acuerdo secreto entre Obama y Netanyahu por el cual, según el autor, el premier israelí aceptó la oferta norteamericana y otorgó su consentimiento a la instauración de un Estado palestino sobre la base de las fronteras de junio de 1967 a cambio de la palabra de Obama que se comprometió incondicionalmente y en tiempo delimitado a neutralizar, pacífica o militarmente, el proyecto nuclear iran í[3].

La sucesión de acontecimientos desde el comienzo de esta nueva ronda de negociaciones auspiciadas por Kerry no hacen más que fortalecer la apreciación de Eldar. En un reciente artículo el conocido comentarista Ben Caspit afirma: «La derecha israelí hierve. Semanas, inclusive meses, los rumores se pasan de uno a otro. Ministros, parlamentarios, colonos, lobistas, periodistas de derecha, todos cuchichean, a veces a viva voz, todos sobre el proyecto de Netanyahu: renuncia histórica a Cisjordania. Pese a su posición como líder oficial de la derecha israelí desde 1993 (con un corto respiro a favor de Sharón), Netanyahu nunca gozó de la confianza total del núcleo central de la extrema derecha de Israel. Ellos no se fían de él y de su intransigencia. Ellos están convencidos que bajo una gran presión no será un gran problema para él doblegarse o simular un quiebre. Ellos están convencidos que ese momento llegó» [4].

Tan sólo tres días posteriores a la publicación del artículo de Caspit se reconoció oficialmente la veracidad de las apreciaciones sobre dicho sector político israelí. Este último viernes se publicó en primera página y en tamaño gigante una insólita solicitada dirigida a Bibi con motivo de su próximo viaje y firmada nada menos que por 19 parlamentarios israelíes (de un total de 68), todos miembros de la coalición gobernante. De los firmantes, cinco de ellos cumplen la función de viceministros del Ejecutivo israelí.

Otro destacado promotor es Yariv Levín, presidente del bloque parlamentario que apoya al Gobierno. El texto acentúa que «el pueblo judío tiene el derecho natural, histórico y legal a toda su patria y a su eterna capital, Jerusalén» (el «Gran Israel» para los que no dominan el lenguaje israelí. DK). Por lo tanto, «según nuestra posición, no hay motivos para retornar a los Acuerdos de Oslo y ceder partes de nuestra patria a la Autoridad Palestina» [5].

La solicitada envía una clara advertencia a Bibi. Toda concesión territorial a los palestinos acarreará el mismo tratamiento que el primer mandatario israelí recibió de la derecha como consecuencia de su firma junto a la de Arafat al Tratado de Wye Plantation en 1998: una patada en el trasero que lo dejó en el exilio político por varios años.

El otro destinatario de la solicitada es Obama. El mensaje le dice explícitamente que debe abandonar sus soluciones fantasiosas. Con esta coalición en Israel olvídese de toda posibilidad de crear un Estado palestino al menos en los próximos 4 años y probablemente en las próximas 4 generaciones.

Todo aquel que sueña con un Estado palestino, sería prudente que se despierte lo antes posible.

Ojalá me equivoque...

[1] «Acuerdo con Siria: En Israel no saben si felicitar o insultar»; Walla; 15.9.13.

[2] «Netanyahu: Irán maneja los medios para que sus centrifugas puedan seguir dando vuelta»; Walla; 20.9.13.

[3] «For Netanyahu, peace talks revolve around Iran»; Akiva Eldar; Al Monitor; 31.7.13.

[4] «Netanyahu to US: Iran for Palestine?»; Ben Caspit; Al Monitor; 17.9.13.

[5] Haaretz; primera página; 20.9.13. Al día siguiente de la publicación de este artículo, el presidente de la bancada oficial del Parlamento, Yariv Levín, amenazó con derrocar a Netanyahu si firma un acuerdo con los palestinos. Ver: entrevista de Mazal Mualem a Yariv Levín; Al Monitor; 23.9.13.