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Premio Nobel de Imbecilidad

Acostumbrado a acumular anualmente premios Nobel, el pueblo judío puede ya registrar otra casi segura asignación de este galardón en 2014. El denodado esfuerzo y la valiente dedicación de altos funcionarios del ministerio de Absorción y de la cancillería israelí, junto a directivos del Consejo Judío Americano (IAC, por sus siglas en inglés) sin duda garantizan ganar el Premio Nobel de Imbecilidad.

A los efectos de detectar y clasificar posiciones y necesidades de israelíes y judíos de Estados Unidos, funcionarios de la cancillería y del ministerio de Absorción de Israel promovieron y distribuyeron un cuestionario redactado por iniciativa de IAC. Esta actividad se hubiese catalogado dentro de los proyectos normalmente apropiados a estas instituciones, salvo que en esta oportunidad una clara falta de tacto junto a una conducta típicamente altanera los llevó a cometer el disparate de hacer preguntas que muy bien ponen en tela de juicio la lealtad de los interrogados al país de residencia o al pueblo judío.

El cuestionario consulta a esta población ¿A quién apoyaría usted públicamente en caso que se arribe a una crisis en las relaciones entre EE.UU e Israel? Más adelante insisten: ¿En qué medida influyó las posiciones del candidato a presidente de EE.UU en aspectos relacionados con Israel en su decisión por quién votar? ¿En su opinión, hasta cuánto influye el judaísmo norteamericano sobre la política gubernamental de su país?

Tanto funcionarios israelíes como directivos de la institución judía norteamericana no tomaron en cuenta que «dos cuestiones muy sensibles y explosivas oscurecieron hace tiempo en la manera como se ven las relaciones entre la comunidad judía norteamericana e Israel. La primera se refiere a la sospecha de doble lealtad de los judíos estadounidenses a su país e Israel; y la segunda se ocupa de la existencia del lobby judío pro Israel en EE.UU. Muchos de aquellos que trajeron a discusión esta temática en el pasado en contra de los judíos norteamericanos fueron acusados de antisemitismo» [1].

Un análisis mínimo sólo de la primera pregunta conlleva a la conclusión que, no importa el resultado de la consulta, el que sea, necesariamente pondrá a la comuniidad judía norteamericana en la silla de los acusados y la complicará severamente con la sociedad que la circunda en particular o con el pueblo judío en general.

Si llegado el momento de una severa crisis entre Washington y Jerusalén la gran mayoría de los judíos declara su inclinación a favor de Israel, no se puede esperar otra respuesta más que una iniciativa para quitar la ciudadanía de ese país a la población judía y simbólicamente darle una puntapé para enviarla a Israel o al exilio. En última instancia, la Casa Blanca y el Capitolio estarían cumpliendo a rajatablas las visiones del partido Israel Beiteinu, el hogar ideológico de la ministra de Absorción y del ex canciller Liberman, transitoriamente fuera de cargo esperando su juicio por corrupción.

«(Fuera de Israel) No hay otro Estado en el mundo democrático que demuestre una benevolencia tan grande hacia expresiones tan groseras de deslealtad, en especial en tiempos en que sus hijos combaten por la seguridad de sus ciudadanos. Como contraparte de la ciudadanía plena se debe exigir de todo ciudadano lealtad incondicional. En otras palabras, sin lealtad no hay ciudadanía» [2].

Si alternativamente el resultado de la encuesta demuestra una mayoritaria inclinación judía norteamericana por apoyar públicamente a EE.UU en momentos de un posible enfrentamiento con Israel, este fenómeno no se puede interpretar más que el abandono definitivo de las diásporas a su pertenecía al pueblo judío para pasar a ser, a lo sumo, parte de la religión o la tradición judía.

El estado de alerta de algunos diplomáticos encendió la alarma y paralizó la distribución del cuestionario. Ahora comenzó la caza de brujas en busca de los culpables. En el país en que, como en el refrán, el éxito tiene muchos padres, pero el fracaso es huérfano, con seguridad se repetirá la farsa conocida: la vergonzosa situación de recibir el Premio Nobel de Imbecilidad le será impuesta, con seguridad, a los porteros de la cancillería y del ministerio de Absorción.

Este altercado, como otros del mismo tipo, debe servir de advertencia a las direcciones comunitarias judías de la diáspora. El apoyo incondicional y la falta total de una visión crítica a la conducción política de Israel tarde o temprano las complicará en sus sociedades. Su responsabilidad les demanda un alerta permanente y no dudar en criticar y oponerse a Jerusalén cuando los intereses de sus colectividades así lo demanda.

Hay que dejar de ser corderos guiados por un pastor sagrado.

Ojalá me equivoque...

[1] «Israel distribuyó insólito cuestionario sobre lealtad a israelíes y judíos en EE:UU»; Haaretz; 27.10.13.

[2] Página Web Oficial, Partido Israel Beiteinu.