Acaba de finalizar una nueva ronda de negociaciones en Ginebra entre Irán y el Grupo 5+1. De la anterior se desprendía un optimismo cauto que podría abrir una ventana de oportunidad. Los detalles de aquella reunión no se hicieron públicos, pero su éxito relativo quedó patente tras haberse convocado de nuevo a las partes a un segundo encuentro que ahora concluyó.
El acercamiento entre Irán y los países occidentales, sobre todo entre Irán y Estados Unidos, puede tener importantes consecuencias geoestratégicas en Oriente Medio. Irán deberá hacer mucho más esfuerzo para conseguirlo, pero no es sólo esa la dificultad con la que se topa un posible acuerdo. Las derivadas de esta cuestión plantean problemas relativos a otros actores que también deben ser tomados en cuenta.
Israel, sin duda, es uno de los obstáculos para llegar a un acuerdo. El propio primer ministro Binyamín Netanyahu apuntó que no se puede descartar la opción de un ataque preventivo. El mandatario hebreo hizo del programa nuclear iraní su principal prioridad en política exterior. Desconfía de las intenciones de Teherán y exige desmantelar íntegramente sus plantas nucleares. Teme que aunque Irán se quede con una capacidad nuclear residual - para uso civil - desarrolle armas atómicas que amenacen al Estado judío. Netanyahu dejó claro a Estados Unidos que desecha cualquier acuerdo posible y recalcó el derecho de Israel a defenderse por si solo ante cualquier amenaza.
Pero no sólo Israel, también Arabia Saudita es un actor clave. Siente que se está quedando a un lado. La monarquía sunita de Riad es la potencia regional que rivaliza con la República Islámica chiíta por la influencia en Oriente Medio. Siempre temió un Irán fuerte que se convierta en el hegemón regional. Irán tiene más peso en términos de PIB y población, y Arabia Saudita sostiene que un posible acuerdo - con la consiguiente reducción de las sanciones - permita al régimen de los ayatolás reactivar su economía y extender su influencia.
La estrecha alianza saudita-estadounidense no pasa por su mejor momento. El Gobierno de Riad se siente traicionado por el acercamiento norteamericano a Irán. Su relación sufrió recientes altibajos, llegando incluso los sauditas a renunciar hace poco a su banca en el Consejo de Seguridad de la ONU como muestra de su enfado. El desencuentro viene marcado por la negativa de Estados Unidos a bombardear Siria, la caída de Mubarak y lo ocurrido en Egipto.
Arabia Saudita, principal financiador de los rebeldes sirios y uno de los principales valedores del Ejército egipcio, considera que Barack Obama no debió dejar caer a Mubarak. Considera, además, que tras llegar a un acuerdo con Rusia para destruir las armas químicas de Siria, Estados Unidos renunció a derribar el régimen de Bashar al-Assad, que es el objetivo de Riad.
Dentro de Estados Unidos se presenta otra importante dificultad: el Congreso. El acuerdo interno que permitió elevar el techo de deuda y reabrir el Gobierno dejó muy debilitado al ala más extremista del Partido Republicano, pero sentó un precedente peligroso. El posible acuerdo con Irán obligaría a levantar sanciones, y Obama - que salió reforzado del cerrojazo al Gobierno - deberá convencer a un Capitolio que podría poner en peligro el éxito de las negociaciones con Irán.
Para Estados Unidos se presenta además otro problema no menos importante. El secretario de Estado, John Kerry, se marcó como prioridad obtener un pacto entre Israel y la Autoridad Palestina, y está por verse cómo logrará equilibrar las negociaciones para que las presiones israelíes hacia Estados Unidos respecto a Irán no dinamiten los esfuerzos por lograrlo. Sin embargo, si Irán y los países occidentales llegan a un acuerdo, será muy difícil para el Estado judío quedarse fuera.
Europa, por su parte, tiene una buena oportunidad de reivindicarse y apostar por la política exterior unida, coherente y efectiva. La UE fue siempre un actor clave en las negociaciones entre Irán y el Grupo 5+1. Es la que cuenta con la confianza de todas las partes.
Pese a todas las dificultades analizadas, la oportunidad requiere visión a largo plazo por parte de todos, anteponiendo los intereses generales a los electorales.
Otro conflicto en Oriente Medio es la peor de todas las opciones. Pese a las reticencias, la negociación y la diplomacia son la única manera segura de resolver la cuestión nuclear iraní. Para ello, sin lugar a dudas, es ahora o nunca.