A finales de febrero Amnistía Internacional (AI) hizo público un documento en el que se acusa a Israel de hacer un uso excesivo de la fuerza en Cisjordania y de tener el «gatillo fácil», expresión utilizada en el propio título del informe para que no queden dudas sobre la orientación de su contenido.
AI afirma ahí que el Estado judío ha «violado repetidamente las leyes internacionales de derechos humanos usando fuerza excesiva para reprimir la disidencia y la libertad de expresión» en los territorios en disputa de Cisjordania desde comienzos de 2011, fecha en que la organización dio inicio a la investigación, que incluye referencias a asesinatos y heridos entre los civiles palestinos en el contexto de las protestas contra la ocupación israelí de territorios de Palestina, los asentamientos ilegales y el muro de seguridad.
Los informes de las organizaciones internacionales dedicadas a la defensa de los derechos humanos no suelen ser refutados públicamente, por el coste que tal acción suele conllevar en términos profesionales e incluso personales a quien ose intentarlo. Sin embargo, un oficial retirado del Ejército británico ha decidido en esta ocasión romper ese consenso forzoso cuestionando la veracidad de los datos ofrecidos por AI y acusando a la organización de haber redactado un documento que «va a ser explotado como herramienta para incitar todavía más al odio».
Se trata del coronel Richard Kemp, ex comandante de las fuerzas británicas en Afganistán, que en una entrevista concedida a «The Algemeiner» denunció las maniobras de AI para dañar la imagen de Israel.
«Amnistía Internacional distorsiona la realidad a través de informes y documentos que sólo ven una de las caras del conflicto», algo que, según Kemp, «no se hace con ninguna otra nación de la Tierra, incluidas las peores infractoras de los derechos humanos, como Siria, Sudán o Pakistán».
Kemp compara el último documento de AI sobre Israel con el Informe Goldstone, redactado por la ONU sobre la operación militar Plomo Fundido - desarrollada por las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI) en Gaza con fines antiterroristas -, que finalmente quedó desacreditado por las graves deficiencias en su redacción, reconocidas por el propio juez Goldstone, del que tomaba el nombre.
Kemp asegura que los redactores de ambos documentos obviaron la ausencia de pruebas fehacientes para apoyar sus acusaciones contra Israel, así como las presiones «irresistibles» que el pueblo palestino soporta para que apoye el relato que conviene en cada momento a sus dirigentes.
También en ambos casos salta a la vista la «carencia de experiencia militar creíble» de los investigadores, aspecto que el propio secretario general de AI confirmó en una entrevista realizada un par de semanas antes: «Amnistía Internacional no es una organización con expertos en situaciones militares», reconoció.
Una prueba de la escasa credibilidad del documento elaborado por Amnistía Internacional es la afirmación de que el uso de bombas incendiarias de fabricación artesanal - cócteles molotov - suponen una «pequeña o nula amenaza» para la vida de los soldados. Sin embargo, asegura Kemp, «yo he sido testigo de las terribles heridas que estos artefactos pueden ocasionar a un soldado».
Según el ex militar británico, AI ignora deliberadamente la utilización que los dirigentes palestinos hacen de la población civil, que comprende el envío de jóvenes a protagonizar manifestaciones violentas y a provocar a las tropas israelíes o el empleo de escudos humanos, como ha ocurrido con frecuencia en la Franja de Gaza.
El informe cae en otras contradicciones, según explica Richard Kemp, como la acusación de que las FDI hacen un uso excesivo de la fuerza con total impunidad, a pesar de que en el propio documento se relatan casos como el de un soldado de hebreo detenido y condenado por las autoridades israelíes en 2013 por provocar la muerte de un palestino al disparar en contra de las órdenes recibidas.
La utilización en el informe de AI de las expresiones sesgadas que caracterizan el discurso antiisraelí revelan la tendenciosidad del mismo, denuncia Kemp. De haberse acometido con imparcialidad, «atendiendo al contexto general y examinando las acciones de ambas partes», añade el británico, «podría haber contribuido a aliviar la difícil situación del pueblo palestino, en lugar de ser un ejercicio más de crítica obsesiva contra Israel».