En Israel y los territorios palestinos ocupados, el 2016 ha comenzado en gran parte como terminó el 2015, con niveles inaceptables de violencia y un discurso público polarizado. Esta polarización se hizo evidente en los salones de las Naciones Unidas la semana pasada cuando señalé una verdad sencilla: la historia demuestra que los pueblos siempre resistirán la ocupación.
El 10 de mayo de 1994, el entonces líder indiscutido del pueblo palestino y presidente de la Organización por la Liberación de Palestina (OLP), Yasser Arafat, pronunció un discurso en una mezquita en Johannesburgo, Africa del Sur. Obviamente no estuvo destinado a la prensa, pero un corresponsal occidental logró grabarlo en secreto.
Al mismo tiempo que el gobierno de Netanyahu daba sus primeros pasos, la mayoría de los analistas se dedicaba a difundir pronósticos muy pesimistas respecto de su expectativa de vida. Una coalición con mayoría mínima de un solo escaño (61 contra 59) vaticinaba serias dificultades en la implementación y defensa de políticas propuestas por el jefe del viejo-nuevo ejecutivo. Esta engorrosa situación no es difícil de predecir frente al conflictivo horizonte que el gobierno israelí debe enfrentar, especialmente el galopante proceso de aislamiento internacional al que está sometido Israel como consecuencia de las políticas intransigentes de Netanyahu.
Respuesta a «Carta abierta a activistas de Hasbará» de Leonardo Cohen
Querido Leo!
Primero debo decir que me gustó tu artículo. Está escrito con altura y con la seriedad que te ha caracterizado siempre, también por tu encomiable crítica desde un lugar de afecto por Israel. Los eventos que comentás me parecen absolutamente lamentables.
Soy mexicano, vivo en Israel desde hace casi 26 años. En los últimos tiempos muchas cosas que pasan en este país me preocupan. Veo cómo se deterioran muchos de los valores del mundo libre que fueron desde el comienzo piedra fundamental del Estado judío.
Hace ya un par de semanas la discusión en Israel hierve en torno a la nota en el programa «Uvdá» («Prueba») de la periodista de investigación argentina-israelí Ilana Dayán. En su última edición, Dayán reveló que un activista de izquierda entregaba a la Autoridad Palestina (AP) a palestinos que vendían terrenos a judíos en territorios de Cisjordania.
«No hay verdades completas, todas las verdades son medias verdades» - Alfred North Whitehead; matemático y filosofo inglés; 1861-1947.
Las medias verdades o proyecciones parciales de acontecimientos, son declaraciones con intenciones de confundir o de crear una imagen sesgada de la realidad, aunque su contenido incluya muchos elementos de verdad.
El recuento de los actos de terrorismo yihadista en 2015 es largo y penoso. Todos los meses murió gente en nombre de una ideología perniciosa. Se estima que en enero 2.000 personas fueron masacradas en Baga (Nigeria), un coche bomba mató a 38 en Saná (Yemen) y 60 fueron asesinadas mientras rezaban en una mezquita en Shikarpur (Pakistán). En junio, más de 300 personas fueron ejecutadas o mutiladas en ataques perpetrados en la región de Diffa (Níger), en Ciudad de Kuwait y en Susa (Túnez). Y en noviembre, casi 200 murieron a manos de terroristas en Sarajevo, Beirut y París. Después, con el inicio de diciembre, vino el asesinato en masa de San Bernardino (California).
«Este libro expone un panorama de operaciones y acontecimientos que están enmarcados en lo que denominamos nuestra Guerra de Liberación Palestina».
El consenso general que surgió tras la matanza de París sugiere que sólo se puede derrotar al Estado Islámico (EI) con una invasión terrestre de su Estado. Es un delirio. Aunque Occidente y sus aliados locales - los kurdos, la oposición siria, Jordania y otros países árabes sunitas - llegaran a un acuerdo sobre quién proporcionaría el grueso de las tropas terrestres, el EI ya ha cambiado su estrategia. Se ha transformado en una organización global con franquicias locales capaces de causar estragos en capitales occidentales.