La sociedad israelí y las comunidades judías del mundo sintieron meses atrás un inesperado y estremecedor sacudón moral. La nominación al Oscar del documental israelí «Guardianes del umbral» repentinamente los enfrentó ante una realidad que durante décadas los voceros oficiales y los medios a su servicio trataron de ocultar.
La vacilante diplomacia de Barack Obama, tras amenazar repetidamente con la inminencia, ha dejado para más adelante el castigo a Damasco por su empleo de armas químicas, a la espera de que el Congreso norteamericano apruebe el ataque.
La guerra de Irak, que en 2003 produjo la caída del régimen de Saddam Hussein, tuvo un claro ganador: Irán. La intervención militar dirigida por Estados Unidos provocó el debilitamiento de los regímenes sunnitas de Oriente Medio - aliados tradicionales de Estados Unidos - y el fortalecimiento del principal enemigo de los norteamericanos en la región: la República Islámica.
No sería exacto alegar que Israel se ha acostumbrado plenamente a la cruenta dinámica con la que se vive tan a menudo en Oriente Medio, pero tampoco sería exacto decir que ya nada le sorprende.
Judíos de la diáspora y analistas internacionales continúan sin recibir una clara respuesta acerca del interrogante que representa la enigmática dicotomía entre repetidos y exitosos operativos y acciones militares y diplomáticas israelíes frente a sus persistentes y escandalosos fracasos en materia de hasbará (esclarecimiento) internacional - difusión de posiciones y argumentos oficiales.
Por fin Hamás ha admitido que son los egipcios y no Israel quienes han convertido la Franja de Gaza en una «gran prisión».
Ghazi Hamad, un alto funcionario del ministerio de Exteriores de Hamás, dijo esta semana que la Franja se había convertido en una «gran prisión como consecuencia del cierre continuado del paso fronterizo de Rafah que mantienen las autoridades egipcias desde el 30 de junio».
El secretario de Estado norteamericano, John Kerry, ha alcanzado un importante logro al convencer a israelíes y palestinos a decirle sí a Estados Unidos. ¿Podrá ahora convencerlos de decirse sí mutuamente?
Una de las falsedades que gracias a una machacona repetición es considerada por distintos sectores de la opinión pública mundial como una verdad incontrovertible, es que Israel es una especie de super-agente de Estados Unidos en Oriente Medio.
«Enajenación». De eso tacha Danny Danón la decisión del primer ministro Binyamín Netanyahu de poner a 104 terroristas asesinos en manos de la Autoridad Palestina a cambio de nada como «gesto de buena voluntad».
Con la mayoría de pronósticos de experimentados analistas en contra, a pocos meses de asumir su función de canciller norteamericano, John Kerry consiguió reavivar las congeladas conversaciones de paz entre palestinos e israelíes.