Si le preguntan a Shimón Gafsou, Intendente de la ciudad de Nazaret Illit, la respuesta es positiva. Este alto funcionario de la localidad norteña no sólo que no pestañea ante una afirmación tan problemática sino que además vocifera a todos los vientos su orgullo de aportar su granito de arena para hacer más evidente este discutido carácter del sionismo y la sociedad judía de Israel.
Las negociaciones de paz entre Israel y la Autoridad Palestina han sido reanudadas tras cuatro años sin diálogo formal entre las partes y uno de los elementos que Israel presenta como «logro» es que se haya vuelto a hablar sin aceptar condiciones previas presentadas por los palestinos.
El repentino viraje del Gobierno argentino en su apertura del diálogo con Irán para tratar de progresar en la investigación del atentado a la AMIA de 1994 fue el motivo para que este Ejecutivo desate un serio conflicto con las instituciones de la comunidad judía argentina y, conjuntamente, un grave incidente diplomático con la cancillería de Israel.
Hay que felicitar al Secretario de Estado norteamericano, John Kerry, que luego de seis visitas a Oriente Medio, consiguió que Israel y la Autoridad Palestina anunciaran que retomarían las tratativas, interrumpidas desde hace cerca de tres años.
Sería ilógico determinar de antemano que todo está perdido y que no tiene ni sentido intentar. Sería anti natural para quien vive en una zona que tanto precisa la paz, ponerse en la tesitura que es perder el tiempo volver a intentar.
Pocos creen en la reanudación del díálogo entre israelíes y palestinos que Washington prepara entre bastidores. Pero está a la vista que conviene a muchos. Al que más, al nuevo canciller de EE.UU, John Kerry, que consiguió en seis meses de intensa actividad que ambas partes aceptaran sentarse de nuevo a negociar.
Tanto empujó Kerry el elefante que éste finalmente dio el pasito adelante y se ubicó, con dificultad, en la línea de partida de la que será una larga carrera, atestada de obstáculos y trampas, con enemigos agazapados a lado y lado y francotiradores apostados en las curvas con los rifles de alta precisión apuntando a sus objetivos, y sin claridad de dónde está la meta de llegada.
La sanción de la legislación que elimina la excepción al servicio militar obligatorio de los judíos ultraortodoxos y de los ciudadanos israelíes de origen árabe es una de las decisiones políticas de mayor importancia estratégica adoptada en toda de la historia del Estado de Israel.
Veinte años después de los Acuerdos de Oslo y tres años después de la última vez que israelíes y palestinos se vieron las caras en torno a una mesa de negociación, un renovado vigor del Gobierno norteamericano, el indispensable mediador en este largo y tortuoso proceso, consigue relanzar el proceso de paz.
Parafraseando el título del libro de André Glucksmann («Occidente contra Occidente»), día a día, campaña a campaña electoral, pronunciamiento a pronunciamiento, con su miopía y su amnesia, Europa parece estar preparando la cuerda para suicidarse en materia de política exterior, comprometiendo, mientras amarra esa soga, al resto del mundo occidental.