Preparemos las salas de conferencias, los palacios de congresos, el fórum de las culturas, porqué van a venir todos. Con sus bonitas cabezas rapadas y sus líderes de chaqueta planchada y más planchada a conciencia.
¿Cómo ha llegado a crearse esta demente inversión de la realidad, el único país verdaderamente libre y democrático de Oriente Medio visto como la principal amenaza global?
El presidente de Irán, Mahmud Ahmadinejad, tiene razón cuando pregunta: ¿Fueron asesinados realmente seis millones de judíos en Europa?
Ese es el interrogante más fácil pero más peligroso de contestar en el mundo de hoy, pues se refiere, lógicamente, a la superpublicitada matanza de judíos durante la Segunda Guerra Mundial por medio de asesinatos colectivos, caravanas de la muerte, cámaras de gas, hornos crematorios y tantos otros sofisticados inventos que sólo el cerebro judío-sionista, exageradamente engalardonado de Premios Nóbel sería capaz de imaginar.
Toda guerra consagra héroes. El último operativo israelí en Gaza, «Pilar Defensivo», también lo tuvo cuando coronó con ese título al sistema de defensa antimisil de corto y medio alcance «Cúpula de Hierro».
El viaje de Obama a Israel selló un estrepitoso fracaso en el pasado y pretende anunciar un nuevo comienzo para el futuro. El fracaso es el que cosechó el presidente de EE.UU en su primer mandato, cuando situó la paz entre israelíes y palestinos entre sus prioridades internacionales con el resultado que conocemos.
La ciudadanía israelí en gran parte se opone a la política actual de permitir que la juventud judía ultraortodoxa evite el servicio militar, pero la regla fue confirmada gracias al juego de poder político.
Imaginemos una solución de dos Estados en Israel y la Autoridad Palestina en la que los palestinos tendrían el derecho de retorno, los israelíes se establecerían dondequiera que compraran tierra en Cisjordania y Jerusalén no tendría que ser dividida.
Leer las noticias sobre Oriente Medio y después ver al presidente estadounidense Barack Obama visitar a Israel suscitaron esta idea: el mandatario parecía como si estuviera visitando una isla en el Pacífico, o quizá Nueva Zelanda, pero definitivamente un Estado insular rodeado de mares turbulentos.
Con toda la pena que ello significa para una democracia moderna, se debe reconocer que una alternativa de izquierda en Israel - una sociedad socialmente justa y predispuesta a una solución de compromiso territorial con el pueblo palestino - perdió su relevancia ya casi dos décadas atrás y tiene serias perspectivas de permanecer marginada del poder por generaciones.
Como perro y gato han estado ambos países durante los últimos cuatro años. En 2009, durante la operación «Plomo fundido» en Gaza, el primer ministro turco, Erdogán, le espetó a la cara al presidente israelí, Shimón Peres, que «estaban asesinando gente» y cometiendo un crimen contra la humanidad.